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  1. #121
    Yo también os leo embelesado Arevacoss y Nefertari, con envidia y sin poder aportar nada, y con clara vagancia a por lo menos haceros saber que vuestras palabras son leídas con interés. Un abrazo y seguir así.

  2. #122
    Teniente General Avatar de Nefertari
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    Cita Iniciado por Pachu1 Ver mensaje
    Yo también os leo embelesado Arevacoss y Nefertari, con envidia y sin poder aportar nada, y con clara vagancia a por lo menos haceros saber que vuestras palabras son leídas con interés. Un abrazo y seguir así.



    Vaya…alguien rompe el silencio, Pachu 1….es de agradecer.

    Yo creo que si puedes aportar, seguro que conoces alguna cosilla, o la has leído, solo falta que encuentres ese momento….atrévete, seguro que captarás nuestro interés por leer.

    Un saludo.
    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  3. #123
    Gracias Pachu 1. Es de agradecer tu interés. Es que se hace raro escribir y no recibir ni tan siquiera una tomatina. Hay veces que me pregunto a mí mismo: pero so tarugo ¿ no ves que hay cuatro gatos que les interesa esto? Habla de política, ya verás la que se monta y lo entretenido que lo pasas. Luego leo en otros sitios como hay señores que se atreven a decir lo que es interesante o no para la generalidad, y pienso que esto es tan irrelevante que ni tan siquiera para eso gastan tiempo en opinar.
    Cuando uno habla en público, pues todavía te das cuenta de quien se duerme, quien se esconde para jugar con el puto teléfono, quien te mira embobado, quien no entiende nada; y en función de lo que se percibe mete uno sus paréntesis y sus “apartados” fuera de guión. Aquí solo suena la tecla. Muchas veces he pensado que es más divertido discutir con la jefa. Por lo menos ella nunca se calla y contesta a todo ( con razón o sin ella)
    A modo de agradecimiento, te voy a dedicar esta otra historieta a modo de “curiosidad” ( por supuesto va también por nuestra “Faraona” y los clásicos veteranos que sé están tras de la esquina)

    EL CICLISTA DE CARABANCHEL

    Carabanchel, tanto el alto como el bajo, desde que cambiaron de ser unos pequeños pueblos al sur de Madrid a formar parte del entramado de la capital, siempre han sido barrios de población obrera, y en muchos casos marginal. Todo lo bueno y lo malo de este tipo de poblaciones se puede encontrar paseando por el enmarañado entramado de sus calles. Recientemente se ha producido una paradoja debido al criminal aumento en los precios de la vivienda y la enorme masificación que ha sufrido la capital y su entorno. De pasar a ser una zona que sólo absorbía a la inmigración de provincias, ha pasado a ser una extraña mezcolanza de clase media joven, obreros, los carabancheleros con pedigrí de varias generaciones y la inevitable masa de inmigrantes foráneos que representan a todos los continentes mundiales.
    Este tipo de poblaciones nunca han destacado por la belleza de su entorno, ni por el ordenamiento urbanístico, ni por el orden y la limpieza del mismo. La mayoría de las veces se debe al hipócrita abandono al que les someten las autoridades municipales de turno; pero hay que ser honrados, y admitir que una parte importante de culpa la tenemos los vecinos que vivimos en ellos y que contribuimos con una acentuada dejadez además de una educación social muy deficiente.
    Para algunos podría considerarse como una especie de “tipismo” que le da su particular personalidad; incluso, así leído, puede hasta sonar bonito y castizo; pero que en la realidad solo quiere decir que sus habitantes son un poco guarros en general.
    Quien suscribe tiene la suerte, en algunos casos, y la desgracia en otros muchos, de vivir en este barrio, y por lo tanto ser testigo y complemento circunstancial de este particular mundillo.
    ¿Y todo esto a qué viene? ¿Voy a escribir sobre las particularidades de Los Carabancheles? Pues no. Puede que en otra ocasión lo haga, pero ahora, en este momento, solo pretendo contar una simple anécdota para la que la explicación anterior viene bien para poder entenderla y enmarcarla dentro de una visión general del barrio y de sus vecinos
    Estamos en pleno mes de julio madrileño. Las temperaturas se han disparado y parece que falta hasta el aire para respirar. Miles de kilómetros de asfalto convierten el barrio en un verdadero infierno. Podríamos pensar que la diáspora veraniega suavizaría un poco la sensación de agobio; pero nadie parece huir del calor. Sólo a primeras horas de la mañana y cuando ya cae la tarde parece que el barrio revive; durante el resto de las horas cada mochuelo a su olivo y solo los irreductibles y habituales parroquianos soportan la calorina entre caña y caña de cerveza acodados a las barras de los bares o plácidamente sentados bajo cualquier indicio de sombra en la terraza de un bar; que es una actividad que luce mucho y además sirve de escaparate para envidia de otros. Supongo que la criminal crisis económica en que nos han sumergido tiene una parte importante de culpa; aunque por aquí nunca se ha estilado eso de pasar un mes entero fuera de casa disfrutando de vacaciones.
    Un servidor habita un minúsculo ático en una estrecha calle del barrio y puede disfrutar de una terraza donde revivir y sentir el frescor relativo de las noches veraniegas y desde donde se convierte en espectador privilegiado de su entorno. Allí, apoyado en el murete ve uno pasar la vida y a sus protagonistas, que son tan habituales que ya casi se los considera de la familia.
    Habitualmente la paz y la calma reinan en la estrecha calle. Sólo la manía actual de encerrar en pisos a los perros y alguna que otra fiesta de adolescentes….y de otros que ya no son tan adolescentes, rompe la paz habitual del barrio. Por las noches se escucha lejano el rumor de la capital tamizado por la distancia; solo las conversaciones de algún transeúnte retumban en las paredes llegando nítidas a los oídos de los vecinos; haciendo aumentar los ruidos de forma natural, y resaltando aquello que en otras circunstancias y condiciones físicas pasaría totalmente inadvertido.
    Aquella noche era de las silenciosas y tranquilas. Estaba dejando pasar el tiempo para permitir que el frescor nocturno refrescase las recalentadas habitaciones y poder acostarme con un mínimo de garantías de que conciliaría el sueño. Estaba asomado a la calle y miraba la acera llena hasta la saciedad de de todo tipo de basura. Papeles, latas, hojas secas, colillas, y demás desperdicios habituales alfombraban la estrecha calle produciendo un espectáculo desolador. Pensaba que vivíamos en una sociedad que dista mucho de tener una conciencia cívica que nos permita vivir juntos respetando a nuestros semejantes. Aquí cada uno hace de su capa un sayo y priva la mala educación y la cutréz por encima de todo. También pensaba que nuestros administradores y responsables municipales imitan el dicho ese que se atribuye a las relaciones entre novios: “Prometer hasta “meter”. Una vez “metido”…nada de lo prometido” Incluso rumiaba la idea de hacer una visita a la alcaldía del barrio y preguntarles si aquella calle estaba en algún catálogo que nos convertía en ciudadanos de segunda categoría. Yo era consciente de las costumbres y dejadez de mis conciudadanos, pero también era cierto que la presencia de los operarios de limpieza brillaba por su ausencia. Todo se reducía a la recogida de los cubos de basura y a que alguna vez apareciese un operario con un soplador atronando la calle y recogiendo lo acumulado. Aquél tipo de limpieza siempre quedaba a medias, ya que una parte de la calle siempre estaba ocupada por vehículos estacionados, y el encontrar un solo hueco libre era algo digno de comparar con el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
    Mientras estoy dándole vueltas en la cabeza al asunto, aparece un ciclista solitario que sube silenciosamente por la calle. No me llama la atención. Solo le sigo con la vista ensimismado en mis elucubraciones; pero advierto que cuando llega a la altura de los contenedores de basura se detiene y sin abandonar la bicicleta abre una de las tapas y comienza a mirar en su interior. Pienso que mal podrá ver lo que hay, ya que la luz es muy difusa; pero algo llama su atención. Deja la bicicleta tirada en medio de la calle y comienza a sacar bolsas de basura, que primero las revuelve, sacando aquello que le puede interesar y tirando en el contenedor de plásticos el resto de basura orgánica.
    ¡Será cabrón!- pienso. Yo volviéndome tarumba para ir separando la basura por aquello de ayudar al reciclaje, y aguantando el ordenamiento estricto de la jefa, y este gachó desarmando el trabajo en un minuto.
    Continúo mirando a la vez que pienso en las circunstancias sociales que llevan a una persona a rebuscar en los cubos de basura. Mientras el ciclista ya tiene a su alrededor una enorme cantidad de bolsas que va depositando en la acera y encima de la tapa de otros contenedores. En una esquina va dejando aquello que, en principio le interesa. Lo que antes de su llegada ya era una guarrería y un ejemplo de incivismo, se ha convertido en un verdadero mudadal; incluso un cierto olorcillo dulzón comienza a sentirse debido a la apertura de las bolsas de plástico.
    De repente, el ciclista solitario cesa en su actividad. Echa una mirada al “escaparate” y parece que se dirige de nuevo a recoger su bicicleta dispuesto a marcharse.
    No me puedo contener. Sin tan siquiera pensármelo me inclino sobre el muro y suelto en un medio tono de voz: ¡pero no dejes la basura tirada…so marrano! Llévate lo que quieras, pero deja las cosas recogidas donde estaban. La voz ha sonado como un trueno en el silencio de la noche. El ciclista ha quedado paralizado. Mira a un sitio y a otro sin localizar el punto de origen de la voz.
    Inmediatamente me doy cuenta de esta circunstancia y trato de aprovecharla. Sé que amparado en la oscuridad y en mi elevada posición, si no me muevo es imposible localizarme, además de que mi voz retumba en las fachadas de las casas sonando con un cierto aire de misterio.
    -¿Nunca has pensado que hay un ojo qué todo lo ve?- digo engolando la voz.
    Inmediatamente el pobre ciclista deja la bicicleta otra vez tirada en la calzada y se apresura a recoger las bolsas y trastos abandonados. Lo hace a una velocidad increíble y en silencio.

    • ¡Muy bien! Por esta vez te perdono; pero no vuelvas nunca a ser tan marrano- le digo ya sin asomar la cabeza y dando la sensación de estar soltando un sermón desde lo alto de un púlpito.

    A todo esto algunas luces se han encendido en la calle y los vecinos se asoman curiosos. Su atención se centra en el pobre ciclista que se siente observado por todo el vecindario. Todos miran, pero nadie dice nada en absoluto.
    El hombre ya ha terminado de recoger la basura, y se apresura a coger su bicicleta. Debe estar muy nervioso porque al intentar dar el segundo o tercer golpe de pedal, pierde el equilibrio y cae al suelo. No tarda ni un instante en levantarse, y esta vez aplicando toda la fuerza de sus piernas, se pierde a una velocidad digna de un esprint por el fondo de la calle.
    Las luces se van apagando. Los vecinos vuelven a la oscuridad de sus viviendas. Yo continúo mirando la soledad de la calle; un poco arrepentido por el mal rato que le he hecho pasar al pobre ciclista.
    Pienso: ¿Qué leches habrá pasado por su cabeza cuando ha escuchado mi voz?
    Me retiro a dormir. Ya no se escucha en la lejanía el murmullo de la urbe. Todo está en silencio. Carabanchel duerme a la espera de otro nuevo día de verano.

  4. #124
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    Una leyenda que tiene hoy más motivación para compartirla.

    LA LEYENDA DE ST JORGE Y EL DRAGON:


    Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo la ciudad de Silca o Silene, donde acudían a veces dragones. Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando Silca durante un periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres que acababan muertos. Un buen día, según cuenta la leyenda, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija. El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población. Pero el rey no quería aquella muerte horrible para su hija. Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregarle a la princesa.

    La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.

    San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo. San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, justamente, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía. Rápidamente St. Jorge montó sobre su caballo y sacó su espada y con mucho coraje se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria. En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras el enfrentamiento, St. Jorge seguía abogándose al todo poderoso.

    Una vez que pudo controlar al animal, St. Jorge pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón y así lo hizo la joven. Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón. Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.
    Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:

    “El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”. Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.

    En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo éste desplomado al suelo. Su sangre se escampó por todo y de rodillas St. Jorge entregó a Dios su victoria.

    Dice incluso su leyenda que San Jorge quiso hablar con el rey y enseñarle cuatro nuevas aptitudes: Crear y honrar una iglesia al Dios cristiano, ayudar a sus sacerdotes, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.


    Al principio, cuenta la leyenda, San Jorge ocultó su religión hasta que un tiempo después decidió hacer pública su condición de cristiano. Cuando el emperador conoció este dato, no dudó muy enfadado, ordenar ejecutar al joven tribuno. San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador.
    Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303. Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía), donde estaba destinado.

    Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento. Los mismos convencieron a la monarca de que se convirtiera al cristianismo.

    Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también conocida como “Hagio Georgiopolis”. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos.

    En la inscripción de su tumba se lee: “San Jorge, portador del estandarte” en griego.

    En Israel se cuenta que el venerable nació en Lydda (Israel) y no en Capadocia, como cuenta la leyenda.


    Su fábula la trajeron los marineros y cruzados europeos venidos de Siria en el siglo XI. En Grecia, el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo, tan venerado. Antes de estos acontecimientos, San Jorge ya era muy querido en Siria y Palestina. El emperador Constantino I construyó una iglesia en honor al santo convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega.

    Uno de los primeros Papas de la Iglesia le canonizó en el año 494 y fue el papa Gelasio I, señalándo como fiesta de San Jorge el día que murió degollado, el 23 de abril e inscrito en el santoral católico.

    En el siglo VI, un abad irlandés, Adomnanus de la isla de Iona se hizo con los relatos del obispo de Galia, en que Arkulf peregrinó a Tierra Santa hacia el año 680 y trajo consigo la leyenda.

    Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por los hombres de Saladino en el año 1191. No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.

    En España, este santo vino de la mano del rey aragonés, Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096.

    Pedro II fue quien fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona.

    Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de St. Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia.

    Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.

    San Jorge fue el primer patrón de Aragón, el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.

    Todas las veces que Sánchez dijo que no pactaría con Podemos, ERC y Bildu
    Éstas son todas las veces que lo prometió en falso y ante las cámaras que no habría tratos con comunistas, separatistas y proetarras, fuerzas políticas que ya no le quitan el sueño al presidente Sánchez.

  5. #125
    Es curioso constatar como muchos militares del imperio se convirtieron al cristianismo y acomodaron su valentía militar a la defensa de sus convicciones.

    Respecto a San Jorge, menos mal que los talibanes catalanistas no dicen que el santo nació en Cataluña y el bicho ese, el dragón, en realidad era un monstruo mandado por los viles castellanos madrileños.

    Saludos.

  6. #126
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    ¿Mala leche?

    La intolerancia a la lactosa está siendo elevada en la población, ya tenemos en el mercado productos donde han eliminado la lactosa, aunque son pocos, pues se utiliza la leche hasta en los embutidos….


    Un tema de salud importante, y con mucho desconocimiento. Tal como se dice en el video, las mismas palabras me dijo un especialista de digestivo cuando consulté mis molestias,…¿has visto algún mamífero adulto del reino animal que beba leche?....somos el único “animal” que sigue mamando toda la vida y la leche es un alimento para la etapa de lactancia.


    Es difícil comer sin ver rastros de leche y al parecer se está demostrando en estudios que no es tan beneficiosa como nos han hecho creer.



    https://www.youtube.com/watch?v=j6kGHCvRlU4&sns=em


    Con lo rico que está el queso....
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  7. #127
    No sí ya lo decía yo. No puede ser bueno beber tanta leche ni tanto agua. Del agua ya sabíamos los daños que hace con tantos ahogados al cabo del año, pero lo de la leche no lo sabía.
    Definitivamente me reafirmo en el orujo. ¡Dónde va a parar!

  8. #128
    Y hablando de condumios y de efectos colaterales – qué diría un progre al uso – seguramente que habrán escuchado vuestras mercedes alguna vez el dicho ese que hace alusión a “atar los perros con longaniza” qué indica que no debemos hacernos ilusiones sobre cualquier cosa.

    Pues bien. Seguramente pensaremos que efectivamente es una incongruencia el tratar de atar a un can con una ristra de chorizos o longanizas, y sin embargo el dicho tiene un origen constatable.

    Ocurrió en el precioso pueblecito de Candelario ( hay que visitarlo, merece la pena) ubicado en una zona montañosa de Salamanca donde un señor tenía una industria cárnica de reconocida importancia nacional. Este señor se llamaba Constantino Rico ( El tío Rico el choricero) inmortalizado por el pintor Bayeu en un tapiz que se encuentra en el palacio de El Pardo.

    Cuentan que una joven de las que trabajaba en su industria, para hacer una broma, ató a un pequeño perrillo de la casa con una ristra de longaniza. Acababa de realizar su broma cuando entro un chavalín a llevar un mandado – como antes llamaban a los encargos- a su madre, que trabajaba en la fábrica. El muchacho se quedó admirado de aquello y rápidamente fue contando el hecho a sus amigos ¡En casa del tío Constantino ataban los perros con longaniza! El resto ya se lo pueden imaginar vuestras mercedes. Esto es España y las noticias vuelan.

    La frase se generalizó y aumentó la fama de rico que ya tenía el dueño de la fábrica.

    Hay otro familiar de este señor, D. Juan Rico, que también quedó plasmado para la eternidad en una obra de arte del insigne D. Francisco de Goya: El Choricero.

  9. #129
    Y ya que ha salido a colación “El Pardo” ¿saben vuestras mercedes de dónde viene tal nombre del monte madrileño?

    Pues viene de una cacería que realizó el sexto de los Alfonsos en este terreno aledaño al pueblecito que entonces era la capital, y a un oso pardo que dicen dio muerte el monarca.

    Parece ser que el plantígrado era tan grande y descomunal que llegó a dar nombre de referencia al monte y así ha llegado hasta nuestros días. También pudiera ser que fuese un osezno tierno y con ojos implorantes, pero era el rey quien lo había matado, y no era cuestión de minimizar las heroicidades cinegéticas de todo un monarca medieval.

    Sea como fuese aquello quedó como el monte del oso pardo, y con el devenir del tiempo y ante la vagancia expresiva de los españoles en general y madrileños en particular, quedó simplificado con El Pardo.

    Otro día más.

  10. #130
    Creo que esto tiene cabida en este rincón del foro. En realidad es una curiosidad poco o nada conocida sobre un hecho histórico conocido por todos; o por lo menos …medio conocido.
    Mañana es 1 de Mayo del 2015. Hace 207 años ( hace tan poco tiempo ) el mismo día pero del año 1808 comenzó una serie de hechos que cambiaron el rumbo de nuestra historia. Aunque la historia, como reconocimiento de lo que ocurrió pudo empezar en otra fecha. Quizás históricamente y para la memoria de los españoles comenzó el día que sacaron a la luz los restos de dos de sus principales protagonistas.
    Podría empezar así:

    El sábado 23 de Abril de 1814 un gran número de madrileños se acercaban curiosos al observar como un grupo de obreros y personajes importantes de la Villa se concentraban en un punto determinado de la Plaza de las Descalzas. Se preguntaban unos a otros que significaba todo aquello, por qué aquella movilización. Todo se debía al comienzo de las excavaciones en donde años antes se ubicaba la iglesia de San Martín. El objetivo era encontrar la cripta de la derruida iglesia para rescatar del olvido los restos de D. Pedro Velarde y D. Luís Daoiz. A las cuatro de la tarde comenzaron los obreros su trabajo.

    Durante varios días, y siempre bajo la curiosa mirada de los madrileños, se estuvo trabajando en el subsuelo de la plaza sin resultado. Por fin el día 29 el capataz de la obra anunció a D. Manuel Guinea, Tte Col de artillería, que se había descubierto la entrada a la cripta.

    El citado Tte. Col. D. Manuel Guinea, acompañado del abad Domingo Älvarez, del doctor forense D. Francisco Ramiro Racayos y por los sepultureros D. Pablo Nieto y D. José Gutierrez, entraron entre la escombrera alumbrándose con grandes hachones.


    “Un esqueleto permanecía en pie apoyado en su ataúd abierto. Según los sepultureros eran los restos de D. José Godoy, el padre del antiguo Valido. A sus pies, asomando entre la tierra, se veían los restos de un oficial de artillería. En la destrozada casaca que portaba aún, se distinguían los pequeños botones redondos y las granadas bordadas en sus faldones. Al despejar los restos de la tierra, aún eran visibles negros manchones de sangre, seca hacía muchos años, sobre la raída tela azul turquí.
    Unos pasos hacia el interior, enseguida hallaron otro esqueleto completo. Se hallaba envuelto en el sencillo y áspero hábito de los Franciscanos. A su lado estaba la calavera y otros huesos más. Todo el lateral izquierdo de la tela se hallaba ennegrecido por sangre derramada seis años antes”

    El Teniente Coronel D. Manuel Guinea quedó en silencio contemplando los restos de los heroicos compañeros, al tiempo que unas lágrimas resbalan por sus mejillas. El primer homenaje de un soldado a sus compañeros no fue visto por nadie.

    De esta manera tan sencilla se cerraba una página heroica de nuestra historia, cuyo punto de inicio se dio en Madrid, el día 2 de Mayo del año 1808.

    Si alguno ha tenido acceso a libros que reflejen algunos datos de aquellas fechas, o incluso a documentos guardados de gacetillas publicadas por entonces, podríais leer cosas como estas:
    El 2 de Mayo de 1808, fue el primer lunes del citado mes. 1808 fue un año bisiesto. Según el “Calendario Manual y Guía de Forasteros”, también fue el año 7007 de la creación del mundo. El 4765 del Diluvio Universal. El 2561 de la fundación de Roma. El 226 de la Corrección Gregoriana. El noveno del pontificado de “nuestro Santísimo Padre Pío VII”; y número 21 del reinado de “nuestro Católico Monarca D. Carlos IV”.

    En el Diario de Madrid aparecen datos de la meteorología.
    A las 12h la temperatura alcanzó 14 grados Reamur (17´5º C)
    El día 1 de Mayo, llovió a partir de las 10 de la noche
    El día 2 hizo sol. Por la noche se cubrió el cielo y volvió a llover.
    De lo que no hay duda, es que la tarde-noche tuvo que ser fresquita; de otra manera no se podría explicar que los pelotones de fusilamientos aparezcan con largos capotes en el famoso cuadro de Goya.

    Otro dato no conocido popularmente y que puede ayudar a entender las circunstancias de nuestros paisanos, son los límites de aquella ciudad y su población.

    El perímetro estaba marcado por el Palacio de Oriente, la Puerta de Toledo, la Puerta de Embajadores, la Puerta de Atocha, la Puerta del Conde Duque y la de San Bernardino.
    La población según el último censo de 1804 era de 176.374 habitantes.

    También considero interesante el parte de fuerzas militares oponentes.
    Por parte española, en aquellas fechas estaban acantonadas y disponibles en la capital los siguientes contingentes:
    2ª Compañía de las Reales Guardias de Corps, con 200 hombres.
    Reales Guardias Alabarderos, con 100.
    1er Batallón de las Reales Guardias de Infantería Española, con 400.
    1er Batallón de las Reales Guardias de Infantería Walona, con 400
    Regimiento de Infantería de Línea Voluntarios del Estado, con 1800.
    1er Regimiento de Infantería Ligera de Aragón, con 780
    Regimiento de Dragones del Rey, con 670.
    Regimiento de Dragones de Lusitania, con 670
    Compañía de Granaderos de Marina, con 174
    2ª Compañía de la 3ª Brigada del Parque de Artillería, con 16
    4 Compañías de Inválidos (¿), con 400.
    Así que sumaban un total de 4.818 militares contra:

    3 Divisiones de Infantería, con 25.241 hombres.
    1 División de Caballería, con 3.329.
    Artillería, 976
    Guardia Imperial, 6.886.

    Está claro que los milicos lo tenían crudo si se querían enfrentar a semejante contingente. Pero lo que era imposible para quienes tenían las armas y el poder, fue posible para el madrileñito de infantería (¡como ha degenerado la raza!).

    Como fácilmente hemos podido comprobar, por aquél entonces Madrid distaba mucho de ser la metrópoli apabullante de nuestros días. Era más bien un pueblo grandote encorsetado por un cinturón de cercas y que se abría al exterior por puertas y portillos.
    Tampoco era una ciudad fortificada. Madrid nunca había sido considerada por los reyes de España como un baluarte. Su emplazamiento y crecimiento urbano lo hacían imposible. Solo tras el motín de Esquilache, Carlos III había reforzado la guarnición urbana.

    Los principales cuarteles estaban situados en el casco urbano, con facilidad de acceso y socorro del Palacio Real y al mismo tiempo cercanos a las principales puertas de acceso a la ciudad. Sin embargo esto no iba a suponer ningún problema para los franceses. Una serie de hábiles disposiciones habían eliminado este posible obstáculo. Un gran número de los componentes de las tropas españolas había sido reducido para reforzar a las existentes en otros puntos de la península que demandaban mayor atención. Como hemos podido ver anteriormente, su número oscilaba alrededor de 4.000 hombres efectivos. Sus comandantes habían retirado el armamento y la munición con el pretexto de que no se unieran a una posible revuelta popular o conspiración fernandina.

    El plan francés para reprimir cualquier revuelta estaba bien preparado. Casi 10.000 franceses estaban acuartelados dentro de la ciudad. Otros 26.000 podrían llegar en un par de horas. Desde el norte, la brigada Lefranc y la brigada Friéderchs de la Guardia Imperial lo podían hacer desde el cercano convento de san Bernardino, entrando por las importantes calles de san Bernardo, Hortaleza y Fuencarral. En la Casa de Campo y el Pardo estaba toda la división Musnier.
    Por el sur llegaría la caballería pesada; los coraceros de Caulaincourt entrarían por la Puerta de Toledo desde sus acuartelamientos de Carabanchel. Desde el este, subiendo por la Calle de Alcalá, Atocha y la Carrera de San Jerónimo entrarían la caballería de la Guardia, la artillería, y la Brigada de Dragones de Privé avanzarían desde los cuarteles del Buen Retiro y del Posito de Recoletos.

    Bastaba el avance por estas líneas principales para aislar cada uno de los grandes distritos de Madrid, impidiendo la comunicación y los auxilios mutuos que podían intentar los sublevados. Una vez ocupados militarmente las puertas y portillos de la cerca de Madrid, ya no habría posibilidad de auxilio desde las poblaciones vecinas.

    Por su esto fuera poco, otros 25.000 hombres del cuerpo de ejército de Dupont, que rodeaban Madrid por El Escorial, Aranjuez y Toledo, podían caer sobre la capital en menos de dos días.

    Mal se lo pintaban a los madrileños.

    Ya conocemos algunos datos de los que iban a entrar en el juego el fatídico 2 de Mayo. ¿Pero conocemos lo que ocurrió el día anterior?.....Veamos.

    El día 1º de Mayo de 1808 las cosas ya estaban muy caldeadas en las calles y barrios madrileños. La soldadesca napoleónica deambulaba por las tabernas y garitos avasallando a los paisanos y comportándose como tropas de ocupación, y no como fieles aliados, que es lo que se suponía que eran.

    Al amanecer del día 1, los franceses repartieron un folleto impreso con el título de “Carta a un Oficial retirado en Toledo”, en el que se trataba de persuadir a los españoles de la “conveniencia nacional de cambiar la rancia dinastía de los ya gastados Borbones, por la nueva de los Napoleones, muy enérgicos”. Algo así como lo que se estila en las actuales campañas electorales, pero por narices y a punta de bayoneta. Por otra parte, quien sabe que habría sido de España si hubiéramos aceptado a esta tropa.
    El panfleto corrió de mano en mano como un reguero de pólvora, pero con el efecto contrario al deseado.

    Poco antes de las 12 de la mañana, como todos los domingos, monsieur Murat acudió a oír misa a la Iglesia de San José del Carmen Descalzo de la calle Alcalá. Después, para exhibirse delante del paisanaje, pasó revista a las tropas que le rindieron honores en el Paseo del Prado. Como vivía en el Palacio Grimaldi (actual calle de Bailen, junto a la Plaza de la Marina Española) tuvo que atravesar la Puerta del Sol. Aquella mañana de domingo, había feria en Madrid y la plaza se encontraba llena de curiosos, aldeanos de los pueblos limítrofes y gente que esperaba al correo de Bayona, en el que se esperaban noticias sobre la familia real.
    Los batidores que trataban de abrir el paso a tan emperifollado personaje, incomodaron a los paisanos, y estos empezaron a silbar y a abuchear al que llamaban “gran troncho de berzas”.

    Parece que no pasaron de aquí las cosas; pero el ambiente se enrarecía por momentos; y mucha gente, tras comer en las tabernas y fondas próximas, alargaron la estancia a la espera del ansiado correo. Este no llegó hasta las 10 de la noche, cuando comenzó a llover con cierta fuerza. A esa hora, muchos de los que habían venido a la feria, y eran de pueblos cercanos, optaron por pasar la noche en Madrid (las distancias a borrico o en carro eran considerables), y el resto poco a poco fueron retirándose a sus casas.

    Murat, aquel mismo día, reiteró sus amenazas de disolver a la Junta (un grupito de soplagaitas encargados de no tocar mucho las narices a los franceses) y tomar el poder en representación del emperador corso, si no se accedía a dejar marchar al Infante D. Francisco de Paula, dando un ultimátum para el día siguiente.
    El temor de que Murat cumpliera su palabra, unido a que el Ministro de la Guerra, O´Farril, advirtió a la Junta de la desproporción tan enorme de tropas, hizo que se acordara la salida del Infante para la mañana del día 2.

    Ante el cariz que poco a poco iba tomando la situación, la Junta, entre otras cosas, nombró otra Junta para el caso en que esta quedase inhabilitada por falta de libertad. Ya se olían la que se podía armar, y según parece no se fiaban mucho de nuestros huéspedes. Por último, y quizás la metedura de pata más grande, se ordenó a las tropas españolas que se acuartelasen y no se les permitió juntarse con el paisanaje, además de retirar la munición a las fuerzas que estaban en servicio.

    A lo largo de aquella noche se advirtieron distintos movimientos de las tropas francesas que estaban acantonadas en las proximidades de la capital; al mismo tiempo que en la fonda de Genieys, tres oficiales españoles; uno de ellos Capitán de artillería y llamado D. Luis Daoiz Torres, retaron a duelo a igual número de oficiales franceses. El desafío no se llegó a efectuar porque los padrinos lo aplazaron, persuadiendo a unos y a otros de que no debían echar más leña al fuego con una riña particular.

    En estas estábamos, cuando poco a poco fue saliendo el sol alumbrando la mañana del día 2 de Mayo.


    No voy a contar aquí lo que ocurrió el día 2, pero si quiero incluir una lista desconocida. La lista oficial de quienes fueron enterrados en fechas posteriores y de los que se conserva documentación. No están todos. Hubo mucha gente que fue enterrada de incognito para evitar represalias de los franceses; y otros muchos guardaron para el resto de sus vidas las secuelas físicas y síquicas de aquella jornada.

    Alises, Juan Antonio (Palafrenero)
    Almagro, Manuel
    Alonso, Eusebio (Cabo de artillería)
    Álvarez Castrillón, Tomás
    Álvarez, Francisco Antonio (Jardinero)
    Álvarez, Fulgencio
    Álvarez, Manuel (Carretero)
    Álvarez, Pedro
    Amador, José Mamerto
    Ambas, Manuel
    Amigide y Méndez, Benito (Tendero)
    Antolín, Manuel (Jardinero)
    Aparicio, Eugenio
    Archilla, Donato 18 años (fusilado)
    Arias, Gregorio
    Arroyo, Teodoro (Zapatero)
    Batres, José
    Bermúdez, Francisco (Ayudante de Cámara)
    Calderón Francisco (Pordiosero)
    Calvillo, Gaudioso
    Castañeda, Miguel
    Cerro, José del (Aprendiz de empedrador. 14 años)
    Chaponier, Gabriel (Grabador)
    Colomo, Antonio
    Coste, María Felipa
    Cubas, Miguel (Carpintero)
    Daniel, Lorenzo (Compositor)
    Daoiz y Torres, Luis (Capitán)
    Díaz, Manuel
    Domínguez, Julián
    Escobar y Molina, Francisco
    Esperanza, Alfonso
    Fernández Álvarez, Pedro (Agente de negocios)
    Fernández de Chao, Juan
    Fernández, Andrés
    Fernández, Gabino (Oficial de contaduría)
    Fernández, José
    Fernández, Juan (Hortelano)
    Fumagal, José (Oficial de loterías)
    Gacio, José (Peinero)
    Gallego Dávila, Francisco (capellán) Posiblemente es el representado en el cuadro de los fusilamientos
    García Valdés, Manuel (lavandero)
    García, Alonso
    García, Juan José (Cartero)
    García, Manuel (Soldado)
    García Vélez, Pablo Policarpo (Zapatero)
    García, Santos
    Gómez de Morales, Miguel
    Gómez, Antonio
    Gómez Bernardino (Cerrajero)
    Gómez, Vicente (Cajero)
    González Recas, Manuel
    González, Manuel
    González, Mateo
    González , Ramón
    González, Ramón (Debe ser el padre)
    Iglesias, Francisco
    Iglesias López, Pedro (Zapatero)
    Iglesias, Ramón
    Iñigo y Vallejo, Miguel
    Llorente, Felipe
    Lone, José de (Tendero)
    López Silva, José
    López, Francisco (Dependiente de comercio)
    López, Matías
    López, Pascual (Oficial de bibliotecas)
    Madrid, Fernando (Oficial de carpintería)
    Maenso, Pantaleón
    Malasaña Oñoro, Manuela (15 años)
    Mantel, Félix (Guarda coches)
    Manso, Diego (Albañil)
    Martínez del Álamo, Juan (Dependiente de rentas)
    Martínez Valenti, Francisco (Abogado)
    Martínez, Antonio
    Martínez, Gregorio (Esquilador)
    Martínez, José Eusebio (Arriero)
    Matarraz, Antonio (Aserrador)
    Meléndez, Antonio
    Méndez Villamil, José (Criado)
    Méndez, Domingo
    Molina, Francisco (Maestro de coches)
    Montenegro, Juan José (Hortelano)
    Morales, Bernardo
    Morales, Víctor (Sargento)
    Morena, Carlos de la
    Moreno, Gregorio
    Noqués, Carlos
    Núñez, Manuel
    Oliva, Manuel de la (Lavandero)
    Olmo, Nicolás del (Jornalero)
    Oltra, Manuel (Albañil)
    Oltra, Pedro (Albañil) Hermano del anterior
    Oñate y Aparicio, Valentín
    Pecherili, Bartolomé (Ayuda de Cámara)
    Pedrosa, José (Sirviente)
    Peláez, Manuel
    Peligro , José (Cerrajero)
    Peligro Hugar, José (Hijo del anterior)
    Peña, José
    Perea Hernán, José
    Pérez Villamil, Ramón (Portero)
    Pérez, Juan Antonio (Mozo de caballos)
    Pérez, Vicente
    Pico Fernández, Francisco (Uno de los 94 presos de la Cárcel de la Villa)
    Postigo, Juan José (Hortelano)
    Ramírez de Arellano, (Ministro del Resguardo)
    Requena, Francisco (Empleado del Resguardo)
    Revuelta, Miguel Facundo
    Rey, Clara del
    Rey, Nicolás
    Rivacoba, Ángel (Profesor de cirugía)
    Rivas, Tomás
    Rodríguez, Esteban
    Rodríguez, Eugenio
    Rodríguez, Facundo (Guarnicionero)
    Rodríguez, Joaquín (Jornalero)
    Rodríguez, José (Botillero)
    Rojo Martínez, Domingo (Escribiente)
    Romero, Antonio (Esquilador de mulas)
    Ruesga, Joaquín (Tasador de lienzos)
    Ruiz, Baltasar (Arriero)
    Ruiz Mendoza, Jacinto (Teniente)
    Salinas y González, Félix
    Sánchez Celemín, Pedro
    Sánchez Navarro, Francisco
    Sánchez, Félix
    Sánchez, Francisco
    Santiago Jiménez, Dionisio
    Santirso, Esteban
    Siara, Antonio (Mozo de pala en una tahona)
    Tejedor, Julián (Artífice platero)
    Teresa, Francisco de
    Toribio Arjona, Juan (Hortelano)
    Vázquez y Afán de Ribera, Juan Manuel (Cadete) 12 años
    Velarde Santillán, Pedro (Capitán)
    Villadomar, Antonio
    Villalpando, Ángela
    Zambrano, Antonio
    PD. Entre todos hay un nombre que mueve a reflexión cuando se lee su profesión: “pordiosero”. ¡Qué ruines somos!

    Muchos pueblos y naciones tienen el nombre de sus héroes en centros oficiales o monumentos con letras de oro para honrar su memoria. Nosotros no. Simplemente quedan en el olvido.
    Madrid tiene a gala el poner nombres de calles a personajes históricos, pero últimamente ponen nombres a las calles de instrumentos de música o de la más vil de las herramientas : las monedas. Me gustaría decirles a mis administradores públicos, que aquí hay nombres suficientes para llenar varios barrios, y cualquiera de ellos más dignos que muchos de los que toman la decisión de que nombre poner a esta o aquella calle.
    Saludos.

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