¡Hombre D. Manuel! Me alegro de qué se haya decidido a contar cosas. De todas formas le advierto que, casi con toda seguridad, habrá cosas que “hagan pupa” y “escuezan”, o simplemente que se traten de juzgar desde perspectivas actuales, y eso enseguida se nota aquí en el foro. Pero da igual. Para animarle , echar una mano al asunto, y que no se sienta usted como San Juan Bautista predicando en el desierto, voy a ayudarle.

No sé cómo será ahora. Mis relaciones con la GC se limitan a participar aquí y a ponerme nervioso cuando conduzco y los atisbo en lontananza; pero como forman parte íntima de mis vivencias puedo contar algunas cosillas.

Hubo un momento en que un servidor formaba parte de un grupo de chavalotes en un destacamento perdido de los milicos de antaño. Cuando la “mili” era obligatoria y vivíamos las mismas aventuras y desventuras el hijo del labrador y el del empresario, el cateto y el letrado. Era como esos legionarios imperiales que desterraban a un puesto fronterizo en medio de la nada. Allí nos advirtieron qué de forma esporádica se presentaría una pareja de la GC y que tendríamos que firmar un papel en que se reflejaría la presencia de los componentes de la famosa pareja, así como la fecha y la hora. Y efectivamente, ya no recuerdo con qué periodicidad, por lo alto del camino, con frío o calor, con lluvia o con nieve, aparecían las figuras de los guardias acercándose lentamente a nuestro “chalet”.

Una vez allí se les ofrecía de todo corazón, un refrigerio, si hacía calor, o un caldito humeante si hacía frío. Se intentaba entablar conversación, pero nunca, nunca, estaban con nosotros mucho tiempo. Cumplían su obligación, sé que echaban un vistazo, y marchaban acompañados de nuestro sincero “buen servicio”.

Nunca tuvimos ningún problema, a pesar de que en aquella época unos cuantos chavales de nuestra edad poco bueno pudieran hacer ; al contrario, nos sentíamos acompañados y reconfortados por su intermitente presencia.

Desde aquí , si lo leen, un recuerdo a aquellos GC que se pasaban de vez en cuando por el AM de Griñón y aguantaban a aquellos jovencísimos imberbes siempre a medio uniformar.

PD. El condumio nos lo preparábamos nosotros, y eso sin dar clases de cocina. No hubo bajas por desnutrición.