Supongo que cuando hablas de “uno de los detenidos” te estás refiriendo a uno de los soldados españoles que desertaron , que sobrevivieron y que posteriormente fueron trasladados a España acusados de traición.

Dos fueron fusilados dentro de la iglesia cuando Martín Cerezo tomó la decisión de hacer una salida a la desesperada: cabo Vicente González Toca y soldado Antonio Menache Sánchez; así que ninguno de estos dos pudo ser.

Quedan Felipe Herrero López, que fue asistente de M. Cerezo y desertó el 27 de junio del 98. Félix García Torres, 29 de junio del 98. Jaime Caldentey Nadal el 3 de agosto del 98, y José Alcaide Bayona el 8 de mayo del 99.

De estos, José Alcaide Bayona fue apresado y se le envió a España, pero durante el viaje se negó a comer y a beber, falleciendo de inanición. Jaime Caldentey se sabe que murió en la trinchera de los sitiadores por un disparo de uno de sus compañeros.

Quedan Felix García Torres y Felipe Herrero López.

De García Torres poco se sabe. En 1914 las autoridades estaban interesadas en saber su paradero; y Felipe Herrero, al que Martín Cerezo coloca en el mismo barco que trajo a Alcaide Bayona, se ha comprobado la existencia en 1915 de un escrito del Ministerio de la Guerra en que dice ser residente en Camaroán ( Filipinas).

Así que uno de estos dos últimos tiene que ser.

De formas y curiosidades en encontrar libros valiosos hay de todo. Con un poco de dinero y paciencia se pude hacer uno con libros editados en los años 20 y 30 o con libros más antiguos pero editados en esas fechas. Los libreros de la Cuesta de Moyano son estupendos para hacerse con ediciones antiguas. Pero la casualidad y la curiosidad también deparan alegrías.

Hace años, cuando en Madrid todavía las calefacciones funcionaban con carbón, se produjo un pequeño incendio en una de aquellas calderas. Se acudió a sofocarlo y se descubrió qué, además del negro combustible, el portero añadía a la caldera una gran cantidad de revistas y libros viejos que los inquilinos le daban para deshacerse de tanto “trasto”. Entre los libros que quedaron intactos y sin restos de fuego apareció un antiguo y enorme volumen con una extensa colección de dibujos de los grabados de Gustavo Doré. Eran unas láminas preciosas y muy grandes. Revolviendo entre todo aquello, también apareció un pequeño libro escrito por Henningsen en 1836 ( edición española de 1937) titulado: “Campaña de doce meses en Navarra y las Provincias Vascongadas con el general Zumalacárregui”. Tras pedir el obligado permiso rescaté aquellos pequeños tesoros de que terminasen en el fuego de la caldera.

La vida tiene muchas sorpresas…. Y no todas son malas.