Se llamaba Ramón, y era uno de esos españoles que con más de 80 años trata de vivir tranquilamente sus últimos días. Si os fijáis por la calle hay muchos como él. Andan despacio ayudados de sus ya inseparables bastones. Algunos llenos de problemas por las enfermedades, otros solitarios por haber perdido a sus compañeras de toda la vida, otros achacosos pero con unas ansias de vivir que dan envidia. Son de esas generaciones que tuvieron todo difícil. No pudieron estudiar porque las circunstancias de aquella España no se lo permitió, pero trabajaron duro y fueron capaces de sacar a sus familias adelante y hacerse con sus viviendas a base de sacrificios sin fin. Todo un ejemplo para las nuevas generaciones. Uno de los componentes de esas nuevas generaciones, alguien que podría ser su nieto ha acabado con la vida de Ramón de la forma más vil y cobarde que uno se pueda imaginar.

Ha sido en Torrejón. Ramón cruzaba por un paso de cebra cuando casi es atropellado por un vehículo que no circulaba guardando la atención exigida. Como respuesta instintiva al susto, levantó su bastón y recriminó al conductor. Hasta aquí algo tristemente frecuente y que todos o casi todos lo hemos sufrido alguna vez. Pudo terminar en ese punto lo que hubiese sido un incidente más de los habituales; pero no fue así. El conductor, un hombre joven y de etnia gitana, paró el vehículo, se bajó, se dirigió hacia Ramón y lo golpeo. Bastó un solo golpe para tirar a un hombre de más de 80 años. ¡Qué heroicidad! La mala suerte parece que vino al golpearse con la cabeza en el asfalto, y Ramón murió.

El hecho, además de triste y repugnante, no acaba en ese punto. El conductor, de más de cien kilos de peso y con 18 añitos de juventud, le dejó tirado en el asfalto y continuó su marcha. Parece ser, según dicen algunos testigos, que les llegó a amenazar con su actitud prepotente y alegó que “tenía que irse porque había fallecido su padre”. Padre que le llevó posteriormente a la comisaría.

Dicen que tenemos a los jóvenes más preparados de la historia de España, pero si hacemos caso a lo que vemos y a lo que nos dicen, o la preparación es una porquería y una farsa, o nos están mintiendo descaradamente. ¿Qué tipo de sociedad hemos creado para que se den casos como este?, que ojo, no es el único y está a la orden del día; ¿qué tipo de educación social es la que priva en nuestra sociedad?

Nos hablaban de solidaridad, tolerancia, respeto, justicia, igualdad, y cien mil utopías más que nunca se han cumplido, y encima, si eres de los que recriminas a quien no cumple honradamente con sus obligaciones o sus acciones, te ponen a caer de un burro….si tienes suerte, y si no la tienes puede pasarte cómo a Ramón.

“Mi padre tendría que haber muerto de viejo; pero no así” – manifestaba a la prensa el hijo de Ramón.

Ahora sólo queda pedir justicia. ¿Se la darán?