Una auténtica paradoja. Esa es la situación que atraviesa Juan López Peña, de 33 años, un guardia civil destinado en la Sección de Protección y Seguridad (Uprose) del Cuartel de Batalla del Salado de Madrid. De un lado, ha sido propuesto para recibir la Medalla al Mérito con distintivo blanco, al igual que otro compañero, por salvar la vida de un hombre atrapado en su vivienda en llamas, el pasado mes de marzo, cuando estaba de retén dentro de la Sección de Seguridad.

Y, por otro, puede acabar en situación de «retiro», lo que equivale, en la práctica, a ser expulsado del Cuerpo en el que lleva ocho años, ya que le han abierto un expediente de pérdida de condiciones profesionales por tres informes personales de calificación (Ipecguci) por «insuficiencia profesional».

Tamaña contradicción puede desembocar en que, cuando a López Peña le entreguen la condecoración ya no sea agente, denuncia Francisco Cecilia, secretario general de la Asociación Unificada de Guardias Civiles de Madrid (AUGC), entidad que viene cuestionando el carácter «subjetivo de estas calificaciones» desde que se pusieron en marcha en 2005.

Las realiza el superior jerárquico del agente, y, aunque afectan a casi toda la escala, repercuten más en el guardia raso y en el cabo, precisan las mismas fuentes.

El Ipecguci es una evaluación que tiene carácter bianual y abarca conceptos de carácter personal, profesional y de prestigio, entre los que se encuentran la capacidad de liderazgo, eficacia, disciplina...

«Arma arrojadiza»
Se trata de un sistema de valoración injusto para todos los funcionarios, al «influir en cuestiones estrictamente personales que no solo pueden acarrear la expulsión, sino condicionar la carrera profesional, los ascensos y las vacantes por méritos, ya que con la calificación (o nota) se hace una media y puede restar puntos, aunque la calificación sea positiva».

Además, los expedientes inhabilitan para ejercer funciones de mando, denuncia Cecilia. Por ello, desde AUGC exigen que se articule de otro modo para que sea más objetivo, pues constituye «un arma arrojadiza y un muro que coarta la carrera profesional».

Todo ello, en el caso de López Peña, se traduce en que el coronel jefe de la Uprose, encargado de elaborar el informe en el que se le propone para la medalla, subraye que la actuación de él y de su compañero –un sargento de Casa Real de paisano– en el incendio de un tercer piso del número 9 de la calle de Ciudad Real, el 17 de marzo pasado, se caracterizó por su iniciativa, valor, decisión e inquietud profesional. Sin embargo, entre los motivos que expone su superior para su «retiro» o expulsión, figuran la falta de interés, iniciativa y disciplina en las labores que se le encomiendan.

López, que tenía dos calificaciones negativas, acumuló una tercera extraordinaria por haber solicitado un curso. Ante estos hechos, la AUGC, ha presentado alegaciones, tras solicitar que se revise su caso y se cambie de modelo.

«Un vecino vino al cuartel pidiendo ayuda y salimos corriendo. La casa estaba en llamas, llena de humo. Su dueño estaba bloqueado y lo sacamos de inmediato. Acabó en la UVI. Nos dijeron que podría haber muerto», recalca López, orgullos de haber salvado una vida.

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