Eso de no conocer el origen del nombre de las calles es una “enfermedad” habitual; pero afortunadamente tiene cura con un tratamiento muy sencillo y beneficioso : la curiosidad y la lectura. Luego, cuando alcanzamos cierto nivel de conocimiento, somos capaces de entender y ver nuestra ciudad de otra manera muy distinta.
Le felicito a usted, D. Manuel por su afán en superarse día a día en cultura y conocimientos.
Ahora ando liado con otros tres libros. Dos son meras novelas de las que sirven para entretenerse y aprender distintas técnicas de escritura ( todo tiene sus truquillos y sus cosas; como eso del sol en los rostros para darles un matiz determinado que nos explicaba la señora o señorita faraona) Quizás el más recomendable; aunque todavía no puedo dar una opinión objetiva, sea un libro titulado “El Pintor de Altamira” de Juan Fernández Castaldi y José Luis López Linares.
Supongo que todos son conocedores de la enorme lucha que mantuvo el señor D. Marcelino Sanz de Sautuola , descubridor de las pinturas rupestres, en tratar de dar a conocer su descubrimiento y del desprecio a que fue sometido por parte de los eruditos del momento ( murió si ser reconocido el valor y lo que suponían las pinturas de la gruta). Pues para llevar sus descubrimientos a los científicos de entonces, encargó a un pintor llamado Paul Ratier.
“Bajo la luz que percibía desde esos bisontes pintados, supo que había sido elegido para desentrañar el misterio que le llamaba desde esas pinturas, en la encrucijada exacta dónde su vida cobró todo el sentido, en Altamira”
Interesante ¿ verdad?.
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