Iniciado por
arevacoss
Lo ideal sería que cada animal viviese y se desarrollase en su entorno natural; pero desde que el animal llamado hombre se impuso a los demás, las cosas fueron cambiando. Para bien en algunos casos y para mal en la mayoría.
Las cosas fueron cambiando para aquellos animales que se fueron adaptando a la presencia humana. El caballo se capturó, se le sometió, y sirvió al hombre y a su desarrollo hasta hace cuatro días. Que opináis del destino del humilde pollino; machacado hasta la extenuación en servicio del hombre, y ahora olvidado y en vías de extinción. ¿No hubieran estado mejor libres en su entorno natural? Claro que de no haber sido utilizados por el hombre, quizás hace siglos que hubiesen desaparecido.
Otro ejemplo es el mismísimo can. Un animal inteligente y que mejor ha sabido adaptarse al ser humano. Ambos, el perro y el hombre han sido compañeros inseparables. Sin embargo antes el perro vivía en compañía del hombre pero integrado “dignamente” en el hábitat de este. Sin embargo ahora, por circunstancias sociales, estamos hasta las trancas de ver animales que malviven en casas construidas y diseñadas exclusivamente para el hombre. Animales con la musculatura atrofiada, las almohadillas de patas sin curtir….porque malamente se pueden curtir en un suelo de terrazo o de madera, animales con sobrepeso porque en la ciudad simplemente un atleta como es el perro no puede ejercitarse como debiera, perros con taras sicológicas porque sus amos, que tanto los quieren, los tratan y empatizan con ellos como si de otro ser humano se tratase.
Pero estos son animales que se adaptan medianamente bien a la presencia humana, y en cierta medida deben su existencia a los cuidados que el hombre les dedica. Luego están los otros. Los que son y han sido siempre de espíritu libre , salvaje, e indomables.
Hace ya tiempo que el concepto de zoo ha ido cambiando. Hoy día, dentro de las restricciones insalvables por cuestión de espacio y de confrontación de intereses, los espacios denominados zoos se han ido, no humanizando, sino animalizando; es decir, que se ha tratado de tener a los animales en algo lo más parecido a su hábitat natural.
¿Es correcto esto? Lo fácil y lo que queda bien hoy día sería decir que no. Que no deberían existir los zoos; pero ¿Qué se haría con esa gran cantidad de animales que por distintas circunstancias son cazados, separados de sus padres, heridos en plena naturaleza, o cualquier otra circunstancia? ¿Sería correcto dejar a su suerte a una cría de cualquier animal? ¿ Sería factible dejar en libertad en la naturaleza a un animal que no ha convivido con los de su especie? Seguramente no duraría más allá de algún que otro día. Seguramente sería comida fácil para otro animal.
¿Cómo podemos ayudar a superar determinadas enfermedades que en corto, medio, o largo plazo acabaría con algunas especies? ¿Dejándolas libres a su aire? ¿ No será que su estancia, estudio y tratamiento en un zoo, o en cualquier otro espacio delimitado puede suponer la salvación de sus congéneres, y de paso de otras especies que dependen de los primeros?
Creo que esas preguntas deberíamos hacerlas antes de posicionarnos radicalmente en uno u otro plato de la balanza.
Hace ya algún tiempo un amigo que se dedica a la cría de perros detectó en uno de sus animales más queridos la enfermedad de la lesmaniosis. Trató por todos los medios de ayudar a su can y de adecuar sus instalaciones para evitar la caída de otros animales. Fue imposible. Su perro “Carlo”, un jack-terrier, se moría irremisiblemente. Solo había una opción y lo intentó. En un determinado hospital madrileño existe una unidad de investigación veterinaria. Allí un profesional estaba haciendo pruebas con otros perros a base de tratar esta enfermedad como si de la leucemia se tratase. El problema era que nos animales que le llegaban estaban mal cuidados y no eran lo suficientemente fuertes para aguantar el tratamiento. Mi amigo cedió a su “Carlo” y todas las semanas lo visitaba para ver cómo evolucionaba. Un día uno de los trabajadores llegó corriendo donde nos encontrábamos gritando que el jack-terrier está acabando con las cobayas y los conejos. Fuimos corriendo y allí estaba “Carlo” moviendo el rabo y todo orgulloso de su “hazaña”. A su alrededor una porción de animalicos muertos; todos ellos de los que se utilizan de una manera u otra para la investigación. Había superado su enfermedad y había cogido nuevamente su vitalidad habitual.
“Carlo” se recuperó y todavía vivió algún año más; y lo que es más importante, su experiencia valió para poder ayudar a sobrevivir a otros perros de tan temida enfermedad. Pero de no existir una unidad de este tipo, donde se experimentaba, con otros animales, ni “carlo”, ni otros perros hubiesen podido sobrevivir; así como nosotros mismos, los humanos; que debemos mucho a la experimentación con animales.
Ya sé que esto no gustará a muchos, pero creo que simplemente es porque “entendemos” o “tratamos de entender” al resto de los animales como si fuesen también humanos eso es el mayor error que podemos cometer con un animal.
¿A alguien le preocupa lo más mínimo que un mosquito trompetero muera vilmente asesinado por un gas asfixiante o por la suela de una zapatilla? ¿Verdad qué no?
San Francisco solo hubo uno. El resto nos quedamos en simplemente Paco.