Me gusta que el camello del barrio les de migas de pan a los pajaritos

Artículo de opinión

Me gustan los viejos que se sientan en los bancos de la calle con sus pequeños perros repantingados sobre el asiento a su lado, unos animales tan mayores como ellos, igual de cachazudos e impertinentes mirones; los dos, humano y chucho, de vuelta ya de los afanes mundanos, amigos tan íntimos que ya no necesitan hablarse ni ladrarse, porque les basta con saberse juntos y disfrutar tranquilos de la contemplación del río de la vida. Me gustan los bebés que están dando sus primeros pasos y que se acuclillan inestables y alargan la mano con absorto y concentradísimo cuidado para coger una margarita, objeto fabuloso que jamás han visto; su esfuerzo es tal y su lentitud de movimientos tan penosa que parecen astronautas en gravedad cero, y de algún modo lo son, porque esos pequeños exploradores están descubriendo el Cosmos, y esa margarita es más alienígena para ellos que la constelación de Andrómeda. Me gusta que el camello del barrio (un subsahariano) les dé migas de pan a los pajaritos (la vida es poliédrica). Me gusta ver a esas parejas de ancianos que llevan tanto tiempo juntos que se parecen en todo; y que, agarrados de la mano como dos niños, van paseando por las alamedas moteadas de sol con un vaivén gemelo de reúma y de cojera. Me gustan los hombres y mujeres entrados en carnes y en fatiga que, vestidos de deporte, trotan desarboladamente y van más despacio que yo cuando ando despacio, pero que, aun así, se esfuerzan y no se rinden. Me gustan esas parejas de adolescentes fundidas en un beso de tornillo, altos hornos de feromonas, explosivos paraísos de los primeros amores. Me gustan las personas que van por la calle con una especie de alegría en el cuerpo, el puro gozo animal de saberse vivo, y que, cuando cruzan los ojos contigo, te sonríen. Los días buenos espero ser yo también una de ellas.

http://elpais.com/elpais/2014/03/17/opinion/1395062305_919640.html


A mi no me gusta que el camello del barrio sea o no subsahariano, esté vendiendo drogas a los jóvenes mientras da migas de pan a los pajaritos.
A mi no me ha gustado nunca, me gusta ni me gustará, contemplar a un chico o chica joven muerto por un sobredosis.
Y a mi me gustaría, que cada jodido camello estuviese en la cárcel, aun a pesar que los pajaritos se queden sin sus migas de pan.

A mí tampoco me gusta ver a ningún camello vendiendo muerte para el vivir….ni me gusta ver a ningún subsahariano vender drogas a chavales que llevan su mochila en la espalda….

Que alguien escriba que le gusta ver a un camello subsahariano dar miguitas de pan a los pájaros….me suena a un penoso criterio moral y ético, y no digamos criterio legal. Seguro que escribiría lo mismo si ese camello le vendiese droga a su hijo y destrozase su vida….seguro….

Mientras sean los hijos de otros…..no pasa nada y le gusta ver pasearse al camello del barrio…

En fin….

Hombre, no seais “tan crueles”. Seguro que el gachó ese del escrito se gana algunos eurillos por escribir y dando un voltio por el parque se le ocurrió escribir alguna chorradilla para tapar el expediente. Se lió a curiosear y jipó al negro ( eso de subsahariano es demasiado “fisno”)que trapichea en el barrio ( qué seguramente estaba esperando clientela) entretenido con los burriatos….y zas: se le ocurrió y lo puso. Luego como ya estamos acostumbrados a tanta chorrada, pues no siente ni un ápice de vergüenza torera en publicarlo ( tampoco la tiene el medio que lo publica y lo paga).
Seguro que en realidad las cosas eran distintas.
Seguro que el viejales había bajado al chucho para procurarse un ratico de libertad conyugal ( con el rollo del perro no me putea la parienta en casa). El niño no andaba cogiendo la mariconada esa de las margaritas; seguro que lo que intentaba coger era alguna guarrería para llevársela a la boca ( ya sabemos cómo actúan los chavalines). El camello, en realidad estaba tratando de cebar a los gorriones para que, a su vez poder pillar a alguna de esas cotorras argentinas y poder luego venderla a los colegas, para que a su vez la revendan el domingo en el Rastro haciéndola pasar por una cacatúa guineana.
Lo de los ancianos ni de coña. Eso es lo que le gustaría a él; pero en realidad lo que estaba viendo era a un abuelico tirando del carro de la compra que la parienta había llenado en el mercadillo de los jueves, y al pasar por delante del susodicho, en realidad se estaba acordando de toda la parentela de la jefa y de los cinco kilos de naranjas que había comprado al gitano del tenderete.
El veterano que iba haciendo que corría no era por amor al deporte. Qué va. En realidad lo hacía porque el del seguro le había dicho que tenía el colesterol por las nubes y que o se movía un poco o en tres telediarios pasaría a la colección de bebedores anónimos del camposanto; y claro…verdes las siegan; pero en realidad su intención era tomarse una cervecita bien fría en el bar de la esquina antes de subir a casa y decir a la jefa que le deje en paz que hoy ha dado tres vueltas al parque.
Lo de los chavales dándole al magreo, eso sí que puede ser verdad.
Lo de los buenos días y las sonrisas, es que hace unos días se compró la colección completa de La Casa de la Pradera, y claro, el subconsciente trabaja muy deprisa.
En fin. Too pura invención para cubrir el expediente.

Jejejeje….muy bueno Arevacoss….una descripción que se inspira más en la realidad costumbrista del barrio….lo mejor, la cacatúa guineana…..jajajajajaja.

Que bien sienta un poco de humor después de un largo día.