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Aquel día renunció al miedo más humano, olvidó la muerte, y, libre, salvaje, empezó a adelantar por los arcenes, a lanzar su Yamaha al horizonte. 17 de septiembre de 1988. En la segunda vuelta de carrera en Goiana, circuito brasileño, el alemán Martin Wimmer le había enviado al suelo y se le escapaba la oportunidad de su vida. Podía ser campeón del mundo de 250cc, culminar por fin su trayectoria, pero para ello debía ganar y esperar que su enemigo Sito Pons no subiera al podio. No lo consiguió. La energía le alcanzó para llegar al quinto puesto y el título que recibió le acabó persiguiendo para siempre. Subcampeón. Sólo. Aquel día, en realidad, le cambió la vida.
Joan Garriga descubrió el motociclismo, tarde, a los 12 años, con dos travesuras. Primero, le robó la motocicleta a su hermano para recorrer la retorcida carretera de la Arrabassada, al norte de Barcelona, donde nació y creció, y después, ya apasionado, falsificó la firma de su padre para conseguir una licencia de competición siendo aún adolescente. Sus inicios fueron complicados. Mientras otros pilotos recibían ayudas de fábricas de la zona, él tuvo que trabajar como mozo en una empresa de molduras de plástico y como botones en una oficina de La Caixa para poder costear las máquinas, su mantenimiento y los viajes.
Nada le importó. Con la mayoría de edad, empezó a batallar en todas las carreras que pudo y necesitó tres títulos de campeón de España y tres triunfos en la subida a Montjuic para poder comprarse una JJ Cobas y dar el salto al Mundial. "Cuando me llamó Yamaha no me lo creía", decía sobre su debut en 1987 en un equipo oficial. El primer año, acabó undécimo, el segundo, con tres grandes premios ganados, rozó la gloria, creó en España la afición que hoy sigue viva y luego... Convirtió la decepción en ilusión por correr en 500cc, pero la experiencia no acabó bien. Tras cuatro años sin resultados, en 1993, Tabacalera, su sponsor, le abandonó y allí empezó todo.
"Me vi con mucha gente que mantener y del estrés me metí dos rayas de coca", admitía; el inicio de su caída. Su drogadicción le llevó poco a poco a perder salud y ahorros, en 2003 fue condenado a dos años de prisión por tráfico de drogas (no entró), y en los últimos tiempos acabó de tocar fondo. En 2012, un desahucio le dejó en la calle con su Seat Panda y su perra, y al año siguiente sufrió dos infartos. El mundo del motociclismo salió entonces en su ayuda, pudo empezar sobrevivir de la venta de camisetas, pero de poco sirvió. En junio volvió a ser investigado, aunque no acabó acusado. Este jueves falleció por un accidente de moto.
Joan Garriga nació en Barcelona el 29 de marzo de 1963 y falleció en la misma ciudad el 27 de agosto de 2015.
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