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Sola y sin ayudas. Verónica Estevan, valenciana de 37 años, no ha recibido en julio los 400 euros del Plan Prepara y tampoco la ayuda a la dependencia que le reconocieron a su madre el pasado diciembre. “Ni un solo mes”, asegura. Pese a que no tiene que pagar vivienda, las facturas de la luz, el agua o el gas siguen llegando a su buzón. La última, la que tendría que abonar al administrador, la ha devuelto acompañada de la promesa de que la pagará más adelante. Ahora no puede.
Estevan es una de los miles de afectados por los retrasos en los pagos del Plan Prepara que el Ministerio de Empleo dijo que se debían a un "problema contable". En julio tendría que haber cobrado el último plazo de la ayuda que le corresponde, pero sus cuentas bancarias siguen en números rojos. “En el banco me dicen que no puede ser que no sepa cuándo voy a cobrar”, dice. Lo cierto es que no lo sabe. Tampoco sabe en qué momento le ingresarán los 300 euros que le han reconocido como cuidadora familiar de su madre (con una dependencia severa de Grado 2, Nivel 1).
“¿Qué voy a hacer cuando no cobre los 400 euros? Pasar hambre”, responde.
Los recortes y Estevan
- Agosto 2012: Retrasos en el pago del Plan Prepara deja a miles de personas sin recibir la ayuda.
- Julio 2012: El Gobierno recorta un 15% la paga a los cuidadores familiares de la Dependencia.
- Abril 2012: Los jubilados abonarán el 10% de los fármacos (por adelantado), con un tope de ocho euros al mes.
- Enero 2012: Cuidadores de personas dependientes en la comunidad valenciana denuncian retrasos en el cobro de la ayuda.
“La Administración y yo no nos llevamos bien”, admite. Estevan es una de las 275.000 personas que esperan la ayuda a la dependencia que tienen reconocida, pero que no reciben. El Gobierno ha paralizado la entrada al sistema de los dependientes leves para dedicar sus esfuerzos a los más graves, pero eso tampoco está ocurriendo. Y nadie da una respuesta al otro lado del teléfono: “Me dicen que falta no sé qué firma”. Pero esta valenciana sospecha que tales explicaciones son “excusas para retrasar el pago”. Tampoco en la oficina de empleo le dicen cuándo cobrará el Prepara.
Su madre, de 85 años, es su única familia. Hace tres años le pusieron un marcapasos, hace uno le detectaron un tumor en la columna, cuya operación la ha dejado postrada en una cama. Y hace apenas unos meses sufrió una isquemia intestinal.
Entre el pago de medicamentos, una silla de ruedas y un colchón articulado —algunos de ellos gastos reembolsables que tampoco ha cobrado— Estevan se ha gastado sus ahorros. No tiene ni para los pañales, por eso en la farmacia de su barrio — “saben mi situación y me echan una manilla”, explica— le dan los paquetes que reciben de muestra y así no tiene que pagarlos. Otros comercios le fían la compra a la espera de que la ayuda a la dependencia de un respiro a su cuenta bancaría.
El copago de los medicamentos anunciado por el Gobierno en abril, también para los jubilados (que deben abonar un 10% de la factura hasta un máximo de ocho euros mensuales), es otro de los dolores de cabeza de Estevan. Ocho euros al mes no es un gasto elevado en la mayoría de hogares, pero adelantar el coste de los medicamentos —que algunos meses supera los 3.000 euros— en casa de Estevan es misión imposible.
"Es terrible suplicar y pedir limosna a tus dirigentes"
No siempre fue así.
Licenciada en Relaciones Laborales y con varios másteres, recalca que para ella el trabajo es “sagrado” y siempre se ha esforzado por hacerlo bien.
“Pero la vida me dio un revés”, dice en referencia al fallecimiento de su padre en 2008 y al deterioro de la salud de su madre desde 2009. Antes, tenía un buen sueldo (36.000 euros anuales en su mejor época) y sueños por delante. Ahora, después de reducir su jornada (y su retribución) y después abandonar su empleo, su día se centra en cuidar de su progenitora y llamar insistentemente preguntando cuándo llegará el dinero.
“No puedo buscar un empleo si no me ayudan. No puedo dejar a mi madre sola”, explica. “Intenté montar una empresa en casa, para hacer nóminas, pero era imposible”. Tampoco sale y para ir a la farmacia le pide a una vecina que se quede en su casa “por si pasa algo”. Estevan dice sentirse “atrapada” en su barrio.
Desesperada, se tragó su orgullo —
“es terrible suplicar y pedir limosna a tus dirigentes”, dice— y escribió un correo electrónico al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pidiendo ayuda. “Yo le voté, no me decepcione por favor. Haga algo”, decía la carta. También ha escrito a cargos políticos valencianos relacionados con el bienestar social. Ninguna de sus misivas ha obtenido respuesta. Estevan empieza a pensar que se le agotan las opciones. Sin colchón familiar y sin dinero, los vecinos son su única red de salvación. “Pero los supermercados no dan comida gratis”, dice.
“Yo sé que las cosas están mal, sé lo que es la prima de riesgo y conozco la situación de España”, esgrime. Pero Estevan insiste en que no pide ayuda por capricho, sino por necesidad. “Si recibiera la dependencia podría contratar a alguien y trabajar a media jornada”, afirma con esperanza. Cuenta con orgullo que cuando acudía a su cita con la orientadora laboral del Plan Prepara, ésta le decía que estaba hiper cualificada.
Pero rápido sus palabras vuelven a la realidad:
“Estoy desesperada. El daño y las deudas las llevo dentro”.