Iniciado por
Malqpor
A ver, que se me disipan ustedes.
El punto de fricción es claro y evidente. Un examen de ortografía concreto que no cumple los estándares que si cumplian el resto. Ya está, no hay más.
Podemos estar de acuerdo en que el método de las oposiciones es el que es y en que el del cuerpo en cuestión es modélico dentro de ese marco de acceso a la función pública. Lo que se resalta es que se ha cometido una irregularidad en una parte concreta y definida dentro de ese proceso. No es una queja general, es una cosa concreta, determinada, finita, feasible y evidente.
En ese marco, yo considero claro y notorio que el exámen de ortografía 2B que se realizó el día 13 del presente mes de julio no era adecuado puesto que:
1- Contenía una palabra que no existe
2- Contenía palabras regionales y de un castellano totalmente fuera de época
3- Afectaba, de una forma arbitraria, a una parte de los opositores definida, en este caso, por su día de exámen
4- Pervertía el fin último de la prueba, entendido tal cómo valorar el conocimiento de la capacidad del opositor de escribir correctamente (aunque esto es una costante, tristemente)
Yo de FCSE no les puedo enseñar nada, de otras pruebas de la misma naturaleza quizás les puedo enseñar bastante. La Jefatura de Educación ha cometido un error, porque no es Dios, sino un grupo de señores haciendo cosas. Pasa constantemente. El problema es la reacción a este error. Y no hay más.
El resto de cosas, si bien son reflexiones ilustradas y válidas, no se aplican al contexto presente. ¿Lo hicieron porque son unos señores muy malos? ¿Es el sistema de oposiciones español una excentricidad en toda Europa que fracasa de cara a obtener su fin último? ¿Muchas personas escriben aquí más interesadas en machacar a su "competencia" o ser unos "pelotas" que en defender sus intereses presentes y futuros? ¿Aprobaría el Duque de Ahumada estas oposiciones? Preguntas interesantes y debatibles, pero totalmente fuera de lugar.
Se ha cometido un error, debería enmendarse, no va a suceder porque no nos gusta reconocer que estamos equivocados. Pasa constantemente.
Lo que si me ofende personalmente es que se trate a los opositores como niños, cuándo la mayoría somos gente en la treintena, con estudios, experiencia laboral y que hemos invertido un tiempo en prepararnos a esta prueba y mostrar interés por el cuerpo. No somos niños, no vamos a morir de hambre si no entramos aquí, incluso alguno tiene una plaza en otros cuerpos del estado; FCSE o no. Durante mi examen tuve la oportunidad de conocer a gente amabilísima, uno de ellos Doctor, una formación que excede la necesaria para cualquier puesto en este cuerpo, de el Guardia al Teniente General. Ese hombre se merece un respeto. Los militares que estaban fumando en cada descanso y no se podían estar callados merecen exactamente el mismo.
Piensen si el ingeniero experto que podría mantener los sistemas leyendo esto va a querer trabajar en el instituto armado. Si el joven voluntarioso que realmente se jugaría la vida por estos valores no se sentirá desincentivado por estas situaciones. Piensen en eso cuándo algo falle.
Algunos creen que metiendo el error sobre la alformbra este va a desaparecer, los opositores se van a tener que joder y la vida seguirá sin que se pierda nada. Luego hablas con gente en sitios como la UCO y se quejan de que falta talento, amigos en los puestos dicen que el perfil que muchas veces llega es insuficiente numéricamente e inadecuado al fin que la Constitución y las leyes atribuyen al cuerpo. El propio gobierno actual lamenta que la función pública a perdido parte de su prestigio. Nos parece normal que haya gente que se ha presentado 3 veces, despreciando un sufrimiento que no puedo ni imaginarme, esperando que tras esos tres años su ilusión y fuerza sean las mismas que al principio, con expresiones condescencientes dónde debería haber agradecimiento.
Pero debemos respetar que la actuación ha sido ejemplar. Perdónenme, pero me parece muy digno de duda. Por lo visto, a mucha gente también. Es bueno pensar que implican las decisiones que estamos tomando, porque igual bajo el barniz de la rigurosidad estamos consintiendo al fantasma de lo arbitrario.