Otra curiosidad. Esta vez el asunto tiene relación con la religión.
A pesar de que ahora esté más de moda el ir de litrona o de discoteca, no cabe la menor duda de que todos, absolutamente todos los hijos de vecino de este nuestro país al que todavía se le conoce universalmente como España, han visto y han estado dentro de alguna iglesia. Y si no todos, seguro que la mayoría ha visto esas iglesias rurales, ya que, a pesar de los pesares, hay una de ellas en cada aldea, pueblo, o pueblote. Pero casi con toda seguridad muy pocos se han dado cuenta que todas tienen algo en común en lo relativo a su manera de orientarlas.
Para dar mayor intríngulis al asunto antes de descubrir la curiosidad, podrimos preguntar si seriemos capaces de orientarnos estando situados frente a una iglesia rural en un día sin sol (algunos no serían capaces de orientarse ni con brújula). Pues bien, no habría ninguna dificultad. En los templos rurales, aquellos que fueron construidos cuando la religión no era para meterse con ella o para aferrarse a la misma cuando los asuntos se tuercen, el altar mayor siempre está ubicado en la zona de levante, al este del edificio, y la torre, a la que nunca le faltarán sus campanas por muy pequeñas que sean, está a poniente, al oeste; siendo la entrada principal del templo el ubicado al sur. Comprobadlo cuando tengáis alguna de estas iglesias a la vista.
Como nuestros abuelos eran antiguos pero no gilipollas, también construían la torre del campanario en función de los usos prioritarios en aquellos momentos, y de la ubicación del entorno. Es frecuente ver torres altísimas en puebluchos pequeños, pero ello es debido a que trataban de abarcar la mayor distancia posible en función de la geografía que les rodeaba.
Las campanas y sus distintos toques eso ya es otro mundo lleno de curiosidades. Lo dejo para otra ocasión.