La Constitución que se instaura en este país no instaura una suerte de reglas del juego democráticas, sino que de alguna
manera mantiene una serie de poderes que, de una forma muy lampedusiana , cambiarlo todo para que todo siga igual, permitieron la permanencia de una serie de élites económicas en los principales mecanismos y dispositivos de poder del Estado español.
Me
gusta contar esto aquí, porque quien se dio cuenta de eso desde el principio fue la izquierda vasca y ETA. Por mucho procedimiento democrático que haya, hay determinados derechos que no se pueden ejercer en el marco de la legalidad española, por muchas cosas que diga la legalidad española. Quedaba todo atado y bien atado en muchísimos aspectos.