Cita:
Yo hice, hace ya muchos años, una ingestión voluntaria de pastillas de un antidepresivo, ahora lo pienso y no lo haría pero en su momento mis circunstancias personales fueron las causantes de la ingestión maxiva de un farmaco del que conseguí hacerme con diez cajas de 64 pastillas cada una.
Lo hice perfectamente calculado, pidiendo a mi facultativo una medicación prescrita y pidiendo también una que me habia sido suprimida.
La razón de juntar tantas pastillas es por que sabía que con la simple ingestión de una caja o bote de fármacos solo conseguiría dormir varios días a lo sumo.
A día de hoy puedo decir que Gracias a Dios o al Diablo todo se torció y solo estuve varios días en coma ingresado en la UCI, enganchado a la dialisis y a la vez metiendome plasma a espuertas según me contó un hermano. Por lo visto, mis organos no daban a basto para limpiar la sangre y se estaban deteriorando muy rapidamente, la maquina tampoco conseguia ayudarlos apenas así que optaron por añadir una gran cantidad de plasma durante los días que estuve en coma para ver si me recuperaban. Los medicos no sabian si saldría adelante y en caso que siguera vivo no descartaban que me quedasen graves daños cerebrales tras la ingestión de tanto farmaco.
Ahora me duele recordarlo pero recuerdo claramente que antes de ingerir tanto tóxico me arreglé muy bien, me afeité, me duché y me encolonié con la mejor colonia que tenía. Tras esto tomé un vaso con agua y fui disolviendo todo el medicamento en el vaso hasta que echadas las ultimas capsulas y disueltas estas lo ingerí muy tranquilamente. Luego me tumbé en la cama a esperar y me quedé dormido. Solo tengo ese recuerdo de aquella tarde libre de viernes.
Me salvó la vida un Sevillano, un compañero del trabajo. Tanto el como la familia dicen que le llamé, que le dije que me estaba quedando dormido y que le dije que el Lunes se hiciera cargo de mi pecera (300 litrones), de mi gato y de regar las plantas. Me contó que se lo dije como el que esta durmiendo y le despiertas, te dice algo que se le entiende a duras penas y sigue durmiendo. También cuenta que según le dije esto colgué y que me llamó de nuevo varias veces pero no lo cogia.
Él tras llamar varias veces avisó al 112 por si era un escape de gas o similar, tras la llamada al 112 acudió a mi casa. También me dijo que la policía le dijo que no llamase al timbre si llegaba antes que ellos. Tenian miedo a que fuera un escape ya que al parecer yo no le dije nada de la ingestión de medicamentos. El cruzó Madrid desde Coslada a Carabanchel a toda pastilla por la M30. Cuando llegó se encontró lo mismo que mis vecinos me han contado: que se montó un pitostio de policia, bomberos y ambulancias del copón. Recuerdo que ya cuando me dieron de alta y volví a casa, ese mismo día un vecino me dijo que me vió en la camilla y que tenia la cara tan blanca como cuando se murío su padre, creyó que estaba muerto.
Los motivos que me llevarona hacer esa locura seguro que a cualquiera le son dificiles de entender, no así para mi que tras un cambio de destino en mi trabajo, una larguisima temporada viviendo solo en Madrid, sumado a una malisima experiencia afectiva, provocaron un paulatino aumento de desinterés por todo, una perdida de ilusión por vivir, de disfrutar con y de las personas, situaciones, de los sitios y de las cosas. Esto durante un periodo largo de tiempo me hizo mirar mi existencia con mi habitual cariño, pero también había un extraño y enorme desinterés por vivir.
La sensación por la que una persona se quita la vida se exactamente cual es, si bien yo a día de hoy y gracias a como se desarrolló mi caso así como a los adelantos médicos yo puedo contarlo. Ojala todos los casos de suicidios que hay o al menos la mayoría o por lo menos unos pocos se torcieran también y fueran frustrados de la forma que fuese.