Tan acostumbrados estamos a sus mentiras, que una más casi nos pasa desapercibida ya.
Imagino que muchos de vosotros visteis la declaración de intenciones de Griñán cuando anunció su marcha de Presidente de la Junta de Andalucía, diciendo que por problemas personales y familiares, de los que no quiso dar más que esos detalles, abandonaba la política con el objeto de dedicarse más a su familia.
Pues mire Ud. por donde, resulta que ahora es Senador; y si antes tenía a su familia a tiro de piedra porque vivía en Sevilla, ahora resulta que el trabajo lo tiene en Madrid, con lo cual mucho menos se va a poder ver con la familia, salvo que como muchas de sus señorías no acuda al trabajo más que en momentos puntuales... Vamos, como el resto de los trabajadores, que van al trabajo cuando quieren y aquí no pasa nada.
¿Por qué no podríamos despedir igualmente a sus señorías que no acuden a trabajar? Pues porque eso sería un signo de igualdad, consagrada en la Constitución, y todos sabemos que la igualdad entre los políticos y el resto del personal es una pura y simple quimera.