Con todo, ¿quién le ha dicho a este dechado del saber, de oficio escribir noticias, elevado a pensador universal por arte de la tertulia y el medrar, que las víctimas directas y familiares de víctimas de las asociaciones, van a decidir nada con sus manifestaciones? Que se tome un febrectal, aplaque la fiebre diarreica y escuche, escuche a ciudadanos indignados que se manifiestan en contra de los entuertos que en este país hace un día sí y al rato también los políticos metidos a mandar en los jueces, los cuales ascienden gracias a los políticos.

Una manifestación es eso, una manifestación y aunque, victimas, si se tienen dos dedos de cordura y conciencia, se entiende que somos todos, y por ello actúa la ley en forma de leyes sociales, las víctimas más directas, como los pobres los parados, los desahuciados, incomodan. Las víctimas particularmente incomodan a los que han coqueteado con los terroristas y separatistas; incomodan a los que claudican y no hacen nada de lo que haría alguien digno e incomodan a los que las han utilizado como peldaños en su escala al poder y ahora las arrojan como lastre inservible, tras claudicar y soltar a tomar chiquitos a los indeseables.


Y a ¿qué viene soltar el mantra de las víctimas no deciden las leyes? ¿Qué gilipotez se quiere decir con eso?

Aunque una cosa es segura, los hambrientos y sedientos de justicia, terminan por imponer la ley, aunque sea la del Talión.