Desde un punto de vista de eficiencia social, las maldades pueden considerarse desprovistas de su esencia moral o ética, simplemente como errores, y siempre y en todo lugar y circunstancia, los errores se pagan.

Separatismos, nacionalismos, actuaciones políticojudiciales cuestionables, son un conjunto de errores que también y muy importantemente han contribuido a este caos y conjunto de males que llamamos crisis.


Un claro ejemplo de que la maldad es un error y que los errores siempre se pagan, estamos viendo estos días, donde la alegría de algunos pocos por ver a los malos, parásitos improductivos y destructores sociales, sueltos por la calle, se va a pagar como un error, el error que esos malos han supuesto en tres décadas, en tristeza de muchos.

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Y es que las acciones y omisiones de cualquiera de las fuerzas de un país pueden considerarse siempre como aciertos o errores. No vale defenderlas o denostarlas simplemente para conjurar sus efectos. Si son errores, por mucho que se celebren, se alaben, se cacareen y se insulte a los que los denuncian, téngase bien presente que los errores, siempre se pagan, y es el conjunto de la sociedad española, descompuesto por un error en un conjunto de taifas mediocres, el que va a pagar estos errores.


La única forma de conjurar el mal es diagnosticar los errores y aprender de los errores. Hasta el momento, en todo la andadura de esta “crisis” no ha habido un claro diagnóstico de los mismos ni se ha rectificado en consecuencia uno solo. Ni uno solo.

Y mientras no se eliminen los errores, no habrá esperanza de recuperación, y esa falta de recuperación la vamos a pagar, sin excepción de ninguna clase, absolutamente todos.