Tenemos el país sumido en un desastre político-económico, y por doquiera se mire aparecen causas de ese desastre.

En la raíz del problema, este es un país de pillos que durante muchos años han campado por sus fueros en la más absoluta impunidad e indiferencia de los que debieran haber controlado todo eso.

Y, con estas malditas taifas que el diablo ha confundido, no vamos a levantar cabeza, per secula seculorum.

Ya lo estamos viendo.