Una sonrisa sincera y generosa es casi siempre la mejor muestra de respeto mutuo. Una sonrisa casi siempre contagia a quien la recibe. La limpieza de espíritu es el más alto valor de un militar, y quien no acepta o no es capaz de aceptar una sonrisa, no es limpio de espíritu. A menudo se confunde el espíritu militar con la constante rigidez. Los militares más campechanos son los más valorados por TODOS (partidarios o no del "militarismo"). Esa sonrisa no es incompatible con el rigor y la seriedad del Servicio. Tan solo los mediocres son incapaces de mandar e infundir calor, respeto y alegría a la vez. Un buen mando debe velar no solo por el cumplimiento del Servicio. También es responsable de la moral y el ambiente de su Unidad.

Un saludo