Existe el argumento legal y el argumento moral. Este último obra como motor primario en una sociedad para garantizar el anterior. Las leyes, para ser leyes deben además de ser justas, y la justicia, entre otras cosas, tiene un carácter de generalidad y no excepciones. Si un sector de la sociedad escapa a las leyes de la justicia, por activa o pasiva, no se sustenta la justicia, ni por lo tanto la moralidad.
Una de las situaciones en la que nos encontramos es el agravio comparativo dado a chorizos de segunda o ladrones de poca monta, y la gran farsa generalizada en la imputación, proceso y aplicación de penas a los ladrones que roban desde los más altos puestos del estado.
Hay pues argumento legal, pero ya no se sustenta el argumento moral.
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