Querido amigo López, en la primera línea de tu intervención ya encuentro un error. Dices que hay que apoyar al gobierno de turno en su lucha ANTITERROSTA.
Analicemos.
El terrorismo es aquella acción que utiliza la violencia en determinado grado para sembrar terror indiscriminado y de esta manera debilitar al poder legalmente instituido y a la opinión pública para la obtención de determinados objetivos, normalmente políticos; aunque también pudieran ser de otra índole. Supongo que más o menos se podría definir de este modo y que estarás de acuerdo.
Por lo tanto, si el gobierno legalmente instituido CEDE de alguna manera en función de la presión de los terroristas concediendo CUALQUIERA de los mecanismos que llevan a obtener a los terroristas sus objetivos, la acción nunca puede calificarse de lucha ANTIterrorista. Si somos consecuentes y pensamos con lógica, se podría aseverar que es todo lo contrario; e incluso cualquiera podría acusar a ese gobierno de colaboracionista, e incluso de traidor.
La aceptación en distintos grados por parte de la opinión pública ya puede tener otras lecturas; aunque la sumisión social ante los actos terroristas y la aceptación de un mal menor con tal de acabar con uno mayor cuando se vive en un estado de derecho y con garantías jurídicas, denota un grado de pobreza y vileza social muy grande.
Nadie puede imponer sus ideas por la fuerza en una nación con leyes democráticas. Ya sabemos y vemos como se enmascara la violencia en distintos sectores con eufemismos linguisticos y maniobras políticas; pero este tipo de aberración social puede “permitirse” al no llevar implícito la muerte de inocentes. Cuando hay muertos inocentes de por medio no hay ninguna fuerza social ni moral que pueda aceptarlo. Lo demás tiene calificaciones muy graves.
Ya en su día se les dieron a estos asesinos la posibilidad de encauzar sus ideales a través del juego político. Solo tenían que dejar las armas y el terror y someterse a las mismas reglas de juego político que el resto. Puede que aquello también fuera socialmente y éticamente incorrecto, pero se aceptó en aras de un futuro nuevo para los españoles en los que benévolamente se admitía que entrasen todos. No les bastó. No lo quisieron porque aquello rompía sus esquemas y dejaban al descubierto los verdaderos fines de sus acciones. Continuaron asesinando, y cada vez más vilmente.
España está llena de leyes ( unas justas y otras menos) que marcan la trayectoria a seguir y normalizan la convivencia social. Desde la simple sanción por regar un tiesto fuera del horario, a la cárcel para quien asesina. Está contra toda lógica y contra toda dignidad social la aceptación de asesinos por el simple hecho de que si les aceptamos ya no matarán, cuando los cementerios de toda España están llenos con sus víctimas.
También hablas de legalidad. ¿Acaso la ley no dice nada de las acciones terroristas, de su enaltecimiento, de lo que supone humillar a las víctimas? ¿No dice nada la ley sobre la apología del terrorismo? ¿ O es que acaso la interpretación de las leyes también está sujeta a las circunstancias políticas y de partidos? No hermano; creo que no es así.
El otro día fui testigo en un centro comercial de un hecho que me recuerda todo esto. En medio de los pasillos un chavalín de no más de seis o siete años berreaba y pataleaba tirado en el suelo. Ya había tirado algunos productos de los estantes y la gente miraba. Unos con asombro, otros con susto, y otros simplemente indiferentes. Los padres seguían a lo suyo salvo en alguna ocasión en que la madre se dirigía al borrego y le recriminaba verbalmente. ¡Que te levantes! Que no te lo compro por muy pesao que te pongas! El espectáculo duró otros diez o quince minutos más; hasta que el padre dijo en voz alta: “dale ya lo que quiere y que nos deje en paz. ¡Qué coñazo de tarde!” La madre alzó el brazo y de una estantería cogió una caja de galletas. “¡Toma! ¿ Y ahora vas a ser bueno?
¡La madre que lo parió!
Marcadores