Simplemente es de imbéciles pensar que se puede acabar con el terrorismo si acabar con el terrorista. Metafísicamente es algo imposible; pero aquí es las Españas cualquier cosa es posible.
En este puti-club llamado España hemos alterado todo. Aquí inventamos “naciones” y nos lo creemos. Aquí inventamos “idiomas” y los aceptamos. Aquí reinventamos la “justicia”, y la acatamos borreguilmente. Aquí nos inventamos víctimas de 1ª clase y víctimas de 2ª y nos quedamos tan conformes. Aquí, en la prostituida democracia, cualquier cateto mierdecilla, cualquier picapleitos marrullero, son capaces de llevarse miles de años de historia y de cultura a las cloacas del sacrosanto voto para obtener poder, y consecuentemente dinero. Saben que nadie les pedirá cuentas. Se atreven a todo porque todo lo ignoran. Porque en este país de miserables y cobardes, nada se exige a sus políticos…pues nada se exige a sí mismo.
Aquí, los verdaderamente oprimidos son las víctimas inocentes de los asesinatos y la borreguería subsidiaria que les apoya. Los verdaderamente oprimidos son las víctimas que yacen en los cementerios, oprimidos por las paletadas de tierra que les cubre.
Hay una teoría militar que dice más o menos, que al enemigo siempre hay que dejarle una puerta abierta; qué siempre hay que dejarle una posibilidad de huida, ya que hasta el animalito más inofensivo puede volverse peligroso si se siente acorralado y sin posibilidades, y en cierto modo es cierto; pero también es cierto que si esa “puerta” ya la tiene abierta y no acoge esa alternativa, es que todavía se siente con opciones y garantías de éxito; y entonces no queda otra alternativa que exterminarlo.
Ahora que cada cual lo interprete como le salga de sus santas partes y elija el camino a seguir. Para mí el asunto está muy, pero que muy claro.