Los guardias civiles denuncian una campaña permanente de alcoholemia





Uno de los peores enemigos de la seguridad al volante es el consumo de alcohol y la dirección general de tráfico (DGT) realiza campañas periódicas para controlar y concienciar a los conductores. El resultado es que, de cinco años a esta parte, las tasas bajaron de un 4% y ahora son menos del 2.%. Sin embargo, este éxito no implicar que haya descendido de forma proporcional el número de alcoholemias. De hecho, la asociación Unión de Guardias Civiles (UGC), asegura que desmesurado crecimiento en el número de alcoholemias” que, aseguran, ha llegado a que, en área metropolitana se lleguen a realizar más de 600 controles cada mes. “Antes de que ‘esto’ empezara hacíamos fácilmente la mitad, pero ahora cuando la DGT anuncia una campaña de alcoholemia se hacen los mismos controles, simplemente porque no se pueden hacer más”.






Siempre según la asociación de agentes, cada patrulla está obligada a hacer dos controles de este tipo, aunque su misión sea patrullar. De esta manera, si en un día normal circulan por el área metropolitana diez vehículos de la Agrupación de Tráfico (cinco por la mañana y cinco por la tarde) tienen que hacer todos dos controles, tanto por la mañana como por la tarde normalmente en un horario que va de doce a una y media y de tres a cinco.

“El problema es que mientras estás haciendo los test no puedes vigilar la seguridad vial, que es lo que se supone que consiste nuestra tarea, así que descuidamos la vigilancia para poder seguir haciendo controles”, protesta un agente de Tráfico. Dado que la tasa de alcoholemias no ha dejado de bajar, los propios guardias civiles achacan esta “obsesión” al tan manido afán recaudatorio. “Siempre se hacen en los mismos puntos, porque aunque en las estadísticas sale que a veces se hacen en carreteras perdidas, no es cierto, lo hacen patrullas de vigilancia”, aclaran.

Los portavoces de los agentes de Tráfico aseguran que se trata solo de afán recaudatorio



Sin boquillas > Por el momento, el único freno que está encontrando los mandos a esta campaña permanente de alcoholemia es el recorte de medios, otro punto que UGC ha denunciado en numerosas ocasiones, pero que recientemente ha llegado a nuevos extremos: hace una semana, se tuvo que interrumpir un control en Oleiros después de que se acabaran las boquillas de los etilómetros. “Hasta hace poco, había boquillas de sobra, pero ahora han empezado a racionarlas y la semana pasada había un control nocturno y se acabaron”.

Lo normal, antes de que empezara a haber recortes, es que hubiera una caja en el cuartel de Perillo, donde se encuentra la sede del Destacamento de Tráfico de la Guardia Civil en A Coruña, de donde se cogían los accesorios de plástico cada vez que se empezaba un turno. “Ahora la caja ha desaparecido y nos tenemos que apañar con los que hay en los coches patrullas, que pueden ser veinte o veinticinco”. Según la asociación, lo que ocurrió es que se quedaron sin suministros en mitad de un control. “Estamos acostumbrados a los recortes, pero esto es nuevo”, explicó el portavoz de la asociación.

A todo esto se suman otras prácticas que a los agentes de Tráfico les parecen censurables, como disponer los controles sin la debida señalización para poder coger desprevenidos a los conductores. Todo se enfoca a encontrar un mayor número de infractores y para recaudar dinero en un contexto muy difícil en el que, además, no paran de descender las cifras de alcoholemia al aumentar la conciencia social”. “Es todo por culpa del RAU (Resumen de Actividad de la Unidad). Tenemos a nuestros superiores obsesionados por eso,. Hoy por hoy el servicio se enfoca a la estadística pura de alcoholemias”, denuncia la UGC.

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