No me gustaría estar en la piel de los compañeros. Es una doble imprudencia, primero porque un detenido no debe tener en su poder sus pertenencias, y segundo porque no hay que perderlo de vista y mucho menos cuando lo que está en juego es la vida de un ser tan vulnerable. Esto demuestra que no hay que fiarse de nadie, ni siquiera de una madre.
Marcadores