Si es que da igual y exactamente lo mismo como se llame a un sistema de gobierno. Lo que importa es todas las cosas que haga ese gobierno.
Los españoles, crónicamente descontentos de su propia calamidad y formas de hacer creen siempre que con cambiar el nombre se arreglan las cosas. Una república cambiaría un rey que lo firma todo y no molesta nada por un presidente que cobraría una pasta, entre sueldos y prebendas para siempre, eso multiplicado al cabo de los años por muchos presidentes, más sus familiares amigos y deudos intrigando en este nepotismo que se gasta aquí y que algunos todavía insisten en llamarlo democracia.
¿Y qué más cambiaría?
Pues la inutilidad y parasitismo de la clase política numerosa como las arenas del desierto, absolutamente en nada.
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