Sigo reconociendo que en muchas ocasiones soy de corazón blando y que no son pocas las veces en que me dejo llevar por mis emociones, esta al escuchar al sacerdote es una de ellas.
Podemos discernir que es o quién es Dios. Como cantará Dios si es que canta. Si los Ángeles tienen o no sexo. Del huevo y la gallina y de los padres del "pájaro vivo" común delincuente que suele llevarse todas las ostias que se reparten fuera de las iglesias, pero lo que yo no me puedo negar a mi mismo, a mi alma, el deleitarlas con esos placeres de la música, ya sea sacerdote el que canta o esa nueva estrella llamada María Parrado que con doce años hace que mi alma suba al cielo en una nube.
Escuchar simplemente los cánticos de esa pareja de golondrinas, el piar de un gorrión . . . el cantó de esa perdiz, es oir la voz de Dios . . . es la vida misma que cada día nos regala más de lo que nos podemos imaginar.
Y que decir del marco donde el sacerdote abre su voz . . un marco para mi majestuoso donde Dios nos entrega su alma.
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