Mas que arrepentirme, me es IMBORRABLE, desde el primer día que he tendido que caminar cinco kilómetros por un sendero de atajo, caminos y pistas sin asfaltar con una nevada de unos treinta, cuarenta centímetros, para entregar la documentación de ingreso al Cuerpo, que se acababa el plazo; imborrable e irrepetible ese día, ver como tres bandos de perdices se abrigaban entre los matas, dos corzos me miraban y un zorro astuto me controlaba todo eso aquella mañana de ilusión con los papeles bajo el brazo. Eso desde un primer día y los muchos días mas de aventuras y desventuras vividas durante los muchos años de trabajo no son para arrepentirse, pues ya no me queda tiempo para ello, la ilusión sigue y todo cambio para mejor es de agradecer, el tiempo lo dirá como siempre.
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