Son cosas de los niños; y en ellos todo vale. Lo malo es cuando son los mayores los que creen a pies juntillas en "Bambi".
Ahora os cuento un caso curioso....y divertido; que viene a cuento de la fotografía que la señora o señorita "faraona" nos ha colocado en el apartado de Fotos para el Recuerdo y trata de contrabandistas y Guardias Civiles.
Sé de una historia real ocurrida entre un sargento de la GC y uno de esos contrabandistas. Los hechos ocurrieron más o menos por esa época de la fotografía y no muy lejos de Behobia . ( en las mugas navarro-pirenaicas). El sargento sabía de un contrabandista que pasaba habitualmente mercancía de matute, pero le resultaba imposible pillar al paisano contrabandista. Le tendió emboscadas y le controló estrechamente. Cuando le daban el alto, el paisano se bajaba de su bicicleta y atendía a los GC.
-¿Qué llevas encima?- preguntaba el sargento.
-Nada. Puede usted mirar.
Posteriormente observaba un pequeño saco que colgaba del manillas de la bicicleta y le preguntaba:
- ¿Y eso? ¿ Qué llevas en el saco?
- Nada. Es tierra de abono para los tiestos de la mujer.
El sargento abría el saco y efectivamente era tierra negra para abono.
Muchas veces cacheó al contrabandista cuidadosamente y nunca le pudo encontrar nada sospechoso. Luego, ya una vez en la aldea, alternaban como buenos vecinos, pero “profesionalmente” se vigilaban de cerca.
Llegó el día en que el sargento pasó a retiro y se encontró con el paisano.
-Mira Aldáz, yo me voy a mi tierra con los míos y ya nada tengo que ver con la GC; pero antes de partir me gustaría saber con qué hacías contrabando; porque tú y yo sabemos que te dedicas a ello. Te doy mi palabra de que lo que me cuentes solo lo sabremos tú y yo.
- Sí sargento. Yo ayudo a la economía de la familia pasando la muga y realizando contrabando- respondió el navarro.
-Pero con qué. Nunca te he podido pillar.
Con bicicletas sargento, con bicicletas. Cada vez que pasaba la muga escondía la mía y traía de Francia una bicicleta nueva para venderla en la capital. El barro y el polvo del camino la hacía vieja en cuestión de segundos. Luego, cuando subía a la borda con el ganado y la caballería, me bajaba la mía y negocio redondo.
- Bien me la has jugado; pero ¿ y el saco con tierra?
- Ese era para reírnos un rato mi mujer y yo cuando le contaba la cara que usted ponía.
PD. El contrabandista y el sargento se volvieron a encontrar pasados unos años, y lo celebraron con una comilona a lo grande...y naturalmente rieron a carcajadas cuando recordaban sus aventuras.
Marcadores