Cosas curiosas se dan de forma continua a poco que seamos un poco observadores y nos alejemos de las directrices habituales.
Por ejemplo, ahora llevamos unos días en que continuamente nos machacan con un temporal de viento, bajas temperaturas y nieve. Bueno ahora ya no se dice temporal, o borrasca, o simplemente que hace un mal tiempo del copón; ahora es una ciclogenesis orogénica, o algo parecido; vamos, como si llegase un pastor de Zamora a la Gc y en vez de decir que el lobo ha jodido medio rebaño de ovejas, tuviese que decir que un canis lupus signatus ha incidido negativamente en el conjunto de ganado ovino de su propiedad; pero a lo que vamos. Cualquiera que tenga un mínimo de sentido común dejaría para otro momento ( el año tiene 365 días) una salida en vehículo cuando reinan estas circunstancias, y si no queda más remedio, pues se prepara un poco y junto con el paquete de tabaco o el jodido móvil, se procura un juego de cadenas, ropa de abrigo, aunque sea el humilde recogedor de polvo de la cocina para quitar nieve, una linterna, unos guantes, algo para beber ( que no sea alcohol) , un bocata previsor, etc. Ya no digamos nada de saber cómo anda el caballo de metal de batería, gasolfa, aceite, y esas cosas que nunca miramos. Pues no señor. Curiosamente vemos una cantidad enorme de adultos componentes de una nación a la que supuestamente no le falta cultura e información de todo tipo y por todos los medios, tirada y pasándolas putas al borde de la carretera. Y lo malo no es esto, lo malo es la ingente y enorme cantidad de recursos que mueven para sacarlos de su estupidez.
Luego viene la segunda parte de la curiosidad. Una vez que el follón está montado nos pasamos horas y horas discutiendo sobre la capacidad previsora del gobierno de turno o de la desidia operativa de la GC. Todos tienen la culpa de lo que me pase…menos yo.
Sin embargo nadie, ni siquiera los tíos esos tan chulis de Podemos, hablan del apoyo que se podría dar a esos otros ciudadanos de segunda que viven estos temporales aislados en sus aldeas y pueblo. Nadie habla de esos abuelicos que se ven encerrados en sus, muchas veces, precarias y viejas viviendas. ¿Alguien habla de los cuatro vecinos de Bulnes? ¿A alguien le importa un comino la lucha de muchos de nuestros compatriotas para dar alimento a sus animales en los campos nevados y en estas circunstancias?
Realmente somos un pueblo curioso; por supuesto dejando aparte a vascos y catalanes. Esos tienen autonomía operativa independiente.