Si escribo H.A. 1.112 M 1L pocos lo entenderían a la primera, incluso, teniendo en cuenta la profesión mayoritaria en el foro y por eso de la investigación, alguno diría que se trata de la clave de una cuenta corriente en Suiza; pero si pongo Messerchmitt Me-109 ya las cosas cambian, por lo menos para los aficionados al mundo de la aviación; y si ahora añado “Buchón”, entonces ya he dado casi todas las pistas del tema a tratar.
Si hay media docena de aviones emblemáticos en la historia de la aviación, el pura sangre del Doctor Willy Messerchmitt ocupa un lugar muy destacado. Para muchos es simplemente “el avión”, y sin duda hubo un momento en la historia que lo fue. Pero lo que muchos desconocen es la serie de curiosidades que se dieron con este caza en nuestra bendita España. Afinen y lean.
La primera curiosidad es que este caza monomotor de ala baja cantiléver y con tren retráctil, nació y murió operacionalmente en el cielo español; ya que aquí llegó el tercer prototipo para su evaluación en combate durante nuestra guerra civil, y aquí se dieron de baja los últimos “messer” operativos en el mundo cuando, casi todavía, eran la espina dorsal de nuestra aviación de caza, ya en el moderno Ejército del Aire, y tras casi treinta años surcando los cielos. ¡Casi na!
Pero esta curiosidad no es la única que se dio en este pequeño aeroplano.
Poco antes de que terminara la II GM, España hizo un pedido de uno de los últimos modelos alemanes operativos. Aquí no teníamos nada de nada que medio funcionase, y las cosas pintaban peor que a los griegos con el Siriza ese. El caso fue que se programó el envío en dos partidas. En la primera vendría la totalidad del avión a excepción de los motores, que vendrían en la segunda partida; pero las cosas ya estaban muy mal para los alemanes y los motores nunca llegaron a España; así que teníamos un magnifico pura sangre, pero sin “corazón”. Teníamos el avión pero nos faltaban los motores. Como no nos podíamos permitir el lujo de tirar a la chatarra aquellas maravillas técnicas aunque en el mundo ya se iniciaba la era del reactor, se optó por buscar unos motores que fuesen compatibles para ese tipo de avión, por lo menos en teoría; y resultó que había una partida de motores Hispano Suiza almacenando polvo en una de las naves de la empresa. Los técnicos de la ,por entonces ya, Hispano Aviación sevillana se pusieron manos a la obra y consiguieron acoplar los nuevos motores; pero aquello no funcionó. El avión estaba “descafeinado” y los motores no paraban de dar problema tras problema. Se necesitaba una célula más moderna.
La solución vino de un sitio del que nunca podríamos haber podido pensar: de Inglaterra; y curiosamente con motores Rolls Royce Merlín. Es decir, con los motores de su máximo opositor en la historia bélica…los motores del Spitfire, con el que mantuvo epopéyicas batallas aéreas sobre los cielos de Europa. Nunca nadie pensó que la célula del Me-109 fuese a funcionar con los motores del “Spit”, pero la vida es así, y nunca terminas de sorprenderte.
“Si el motor es bueno, el avión tiene que ser bueno por narices”… dijo un ingeniero de la Hispano; y así fue. Por fin aquello volvía a ser el águila de caza que una vez fue el dueño de los cielos europeos.
Cuando al profesor Willy Messerchmiitt se lo contaron y le presentaron el resultado dijo: “¡Qué han hecho ustedes con mi avión!”; pero la verdad es que se hizo un gran trabajo….aunque costó muchísimo adecuar un motor diseñado para otra célula de avión en el estilizado caza alemán.
Los españoles siempre hemos sido muy dados en poner motes a todo y a todos, y en el mundillo aeronáutico mucho más. Cualquier aficionado recordará con nostalgia términos tan familiares como “Mosca”, “Chato”, “ Bacalao”, “Pedro”, “Zapatones”, “Perdonavidas”, “Chirri”, “Paternina”, “Fofito”, etc.; y el aspecto del “Messer” sevillano indujo inmediatamente a “bautizarle” con el mote de “Buchón”.
¿Por qué este apodo? Pues muy sencillo. El diseño del motor inglés era bastante menos estilizado que el Daimler-Benz alemán, y ello obligaba a colocar un curvilíneo capot en la parte baja del motor, lo que a simple vista le asemejaba con el buche que ponen esos palomos denominados por ello “buchones”. Seguro que todo ocurrió cuando algún operario chungón lo vio y dijo: “¡hay que joderse! Es lo más parecido que he visto a un buchón”… y con el mote de “Buchón” entró y se quedó en la historia.
Esta es la historia de cómo nació, o mejor dicho, de cómo renació una máquina perfecta, paradójicamente cuando otras tecnologías, mucho más avanzadas, ya habían condenado a la extinción a todos los de su raza. Pero en España lo que ocurría es que nacía una leyenda; y esa leyenda se conformó en la creación de un Ala de caza…la 7, ubicada cerca de la “casa cuna” del aparato, en la andalucísima Tablada.
La historia de este Ala de caza, que en realidad es la historia de este avión en España, estuvo llena de problemas y de incidencias. Todas se fueron superando, incluso la participación en un conflicto armado en nuestras colonias africanas, y las más peliagudas como era la falta de tecnología y materiales en una España pobre y aislada del resto del mundo. Con todo esto se podría escribir todo un libro, pero podría dar una idea muy exacta de cómo lo consiguieron si hacemos caso de una de las leyendas particulares que lucía en su aparato uno de sus pilotos: “Con dos…”
Dicen que era espectacular y ponía los pelos de punta ver a aquellos aviones pintados de azul oscuro verlos pasar a más de 500 kilómetros por hora en vuelo rasante y hacer retemblar la estructura de los hangares con el rugido silbante de sus motores.
Pero no acaban aquí las curiosidades que confluyeron en este avión. Sigan leyendo y se darán cuenta.
Fue pasando el tiempo y se llegó al punto en que el “padre americano” se dio cuenta de la importancia geoestratégica que supone la Península Ibérica (Cataluña y Vascongadas incluidas) y decidió aportar al ejército español de material adecuado para fortalecer su capacidad de disuasión, y al vetusto y anticuado EA comenzó a proporcionarle los por entonces todopoderosos y modernos T-33 y F-84 Sabre. Estos aviones ya no tenían nada en común con nuestro protagonista…salvo que también volaban; y esto supuso la puntilla en la existencia de un avión excelente pero que ya estaba desfasado en un mundo tecnológico emergente.
Poco a poco los veteranos pilotos de caza fueron pasando a los nuevos reactores y las jóvenes promociones ya no tenían como objetivo volar los “Messer”. Ahora eran los reactores los protagonistas; así que en silencio y sin hacer ruido llegó el momento de cerrar una página heroica de la aviación española.
El último vuelo de un “Buchón” tuvo lugar en Tablada el 5 de octubre de 1965 en el mismo lugar y bajo el mismo cielo en que casi treinta años antes aterrizó el tercer prototipo del Me-109.
Ahora podríamos pensar que aquí terminó todo, pero ya he dicho que la vida da muchas vueltas, y en nuestro protagonista ocurrió lo inesperado.
Sucedió que la industria del celuloide estaba preparando rodar una película sobre la famosa batalla de Inglaterra, y en el único sitio del mundo en que se podían encontrar “Messer” operativos y en condiciones de vuelo era España; así que los últimos “Buchones” fueron salvados de la chatarra y fueron a parar a Inglaterra donde, maquillados adecuadamente, volvieron a recobrar los colores de una Lutwafe renacida. Otra vez el “Messer” resurgía de sus cenizas como el ave “Fénix” y volvía a rugir atronando el cielo. Pero había un problema. ¿Había pilotos capacitados para hacerlos volar? Los protagonistas de aquellos históricos hechos ya eran demasiado veteranos y era peligroso ponerlos a los mandos de un aparato, qué además tenía unas características de vuelo diferente debido al cambio de motor; así que se pidió permiso para que fueran los pilotos españoles los que surcasen los cielos en el rodaje de la película; y allí fueron los Arrabal, Lazarón, Arteaga, García Pérez, y otros más; incluso el carismático Pedro Santa Cruz llevó uno de los biplaza dispuesto a dar cursos de refresco a los entusiasmados pilotos.
Cuando veteranos como Peter Towsend, o el mismísimo Adolf Galland veían saltar sobre las vallas de la campiña inglesa a aquellos aviones a más 500 k/h sin romper la formación de combate, preguntaban “quienes eran los pilotos que lo hacían de esa manera tan salvaje”. Son los españoles, mi general; y el famoso piloto se quedaba con la boca abierta.
Cualquiera que lea esto puede comprobar cómo fueron las últimas horas del nuestro “Buchón” viendo la ya famosa película (La Batalla de Inglaterra). Allí verá a nuestro protagonista y a nuestros pilotos retorciéndose en el aire y simulando escenas ocurridas muchos años atrás; estarán viendo a todo un mito volar.
Como todo en la vida, esta historia tiene un final. Un final que se escenificó cuando todos los aviones que habían participado en la película formaron en el aire y desfilaron a modo de cariñoso tributo a quienes los habían resucitado. Todos pasaron majestuosos y orgullosos en perfecta formación…todos menos nuestros “Buchones” que, rubricando la firma de vuelo de la antigua Ala 7, pasaron a escasos cinco metros del suelo con sus motores aullando a plena potencia haciendo temblar las instalaciones del aeródromo de Manston.
Era el aullido final de un depredador inigualable con la rúbrica que prevaleció durante toda su existencia… ¡¡CON DOS…!!
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