Es curioso constatar como muchos militares del imperio se convirtieron al cristianismo y acomodaron su valentía militar a la defensa de sus convicciones.
Respecto a San Jorge, menos mal que los talibanes catalanistas no dicen que el santo nació en Cataluña y el bicho ese, el dragón, en realidad era un monstruo mandado por los viles castellanos madrileños.
Saludos.
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