Hace poco, ojeando viejos papeles en un determinado archivo, salió a la luz un diario de sesiones del Ayuntamiento madrileño. No voy a decir quienes eran por entonces sus dirigentes, no viene al cuento, y en realidad se puede aplicar a los políticos de cualquier color.

El caso es el siguiente. Se recibe a un representante de un país europeo al que se agasaja oficialmente y se le ofrece , a modo simbólico, las llaves de la ciudad. El guiri ofrece la visión de su dentadura a modo de sonrisa y da las gracias por tan alto honor. Lo malo viene unos días después, cuando el guiri ya está en su pueblo y hace unas declaraciones a la prensa foránea.

Resulta que nos retrata como atrasados y paletos entre otras calificaciones, todas en esa dirección. Cabreados los componentes de nuestro ayuntamiento, celebran un pleno para ver qué es lo que se puede hacer. Llegan a la conclusión de pedir que devuelva la llave de la ciudad , pero son conscientes de que sería perder el tiempo y el guiri en cuestión diría que santa Rita, Rita, Rita…lo que se da no se quita. Entonces salta uno de los concejales ( tampoco voy a dar nombres para no crear polémicas) que por aquél entonces estaba encargado de la cultura de la ciudad, y alegremente propone …CAMBIAR LA CERRADURA.

He aquí un ejemplo del nivel que habitualmente atesoran aquellos que tanto inciden en nuestras vidas. Y os aseguro que no es broma, es un hecho constatable.