Tan obvio y clamante al cielo es el asunto, que las leyes actuales se tendrán que modificar buscando una perfección que en la actualidad están muy lejos de asegurar. Todos conocemos casos en nuestros familiares y allegados de tremendos atropellos efectuados en la parte masculina, sólo por ser la masculina. Hasta suicidios por desesperación han motivado esos acosos, con la tremenda responsabilidad que eso implica en el legislador. Nunca se arreglará una desigualdad creándose otra.
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