A los avisos hay que ir ligero, pero no tan ligero que no llegues. Mucho menos jugándose el pescuezo, que en trafico abierto significa jugarse el tipo de los demás.

Dicho esto, se le tenia que caer la cara de vergüenza a quien quiera ponerle una sanción al compañero, después de que el coche tiene 230.000 kilómetros y nunca se le ha cambiado la suspensión, elemento crucial y definitivo en la estabilidad del coche.

Pero al final que no se nos olvide que los que vamos en el coche somos nosotros. Que si vamos en un zarrio con 300.000 kilómetros tendremos que adaptarnos a él, incluso acudiendo a avisos urgentes, porque nos jugamos nuestra vida, la de los demás usuarios de la vía y además dejar sin cubrir durante mucho más rato el propio aviso.