No me digáis que no es gracioso cuando un individuo se hincha de liarla durante años y sale en los medios de comunicación por la cantidad de detenciones que acumula y no entrar en prisión, y pasados unos años vuelve a salir en los medios de comunicación porque ya ha rehecho su vida, tiene una hija y es camionero, y ahora resulta que tiene que entrar en prisión. Y los periodistas gustosamente le ponen una camarita para que todas las familias vean la injusticia que se quiere cometer con tan ejemplar ciudadano. Y además muchos de los delitos no los cometió, que lo sepáis, me echaron droja en el colacao y no sabía lo que hacía.

Bajo mi punto de vista ya ha quedado demostrado que las penas privativas de libertad no surten el efecto de reintroducción del individuo del que habla la Constitución. La pena es un castigo, y cuanto más rápido y más fuerte sea, mejor surte su cometido, el de que ese individuo se lo piense dos veces antes de volver a delinquir, y la de disuadir al resto de individuos que estén pensando en hacer lo mismo. Mientras sigamos con reintroducciones, trabajos sociales y otras hierbas, seguiremos haciendo el canelo.