Día raro. Me levanto, minutos antes de que suene el despertador como de costumbre, y me conecto al mundo. Dicen las noticias que de esta no salimos, que el euribor ha vuelto a bajar, que los de renfe se ponen de huelga y que el Juzgado de Lo Contencioso de no sé dónde -ni me importa- reconoce a un funcionario (creo que un Policía Local) que puede compatibilizar su trabajo de Policía con otro particular, creo que el de abogado -los "creos" vienen por la poca trascendencia que en ese momento mi aún adormilado cerebro da a los detalles-.
Resulta que dice la Sentencia que cuando las retribuciones de los funcionarios son usadas, congeladas y reducidas por el Gobierno de la nación como un elemento más de la política económica, ya no puede mantenerse una aplicación tan a rajatabla de una ley como la Ley de Incompatibilidades de 1984, pues el artículo no sé cuál del Código Civil establece que las normas deberán interpretarse conforme a la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas. Incluso le llega a espetar que estamos ante el caso del perro del hortelano, que ni come la hierba ni deja de comerla. Ahí es nada.
Aún impactado por el discurrir de dicho Juez, ante el cual no tengo más que descubrirme, continuo mi recorrido por el periódico virtual y pincho en la noticia de la huelga de renfe (a ver la que nos van a liar estos ahora). Resulta que la huelga y las protestas vienen porque tienen poco personal y no sé qué más. En fin, pienso. La típica movilización/protesta para reclamar derechos laborales. Dejo de leer y la Sentencia vuelve a mi cabeza con extraordinaria claridad. Me recuesto en el sofá. Con el montón de cosas que tendríamos que protestar los Guardias Civiles y no nos dejan. Pero ojo: ¿Y lo qué dice ese Juez? ¿Y si la realidad es otra? Mi cabeza comienza a discurrir como si fuera de otro planeta. Pero rápido piso el freno. Freno que creo que me inculcaron, y que aún no he podido dejar de pisar en ciertas ocasiones. Que esto es diferente, no sigas por ahí. Así que sigo leyendo la noticia de renfe donde explican, además de la huelga, las medidas de protesta que van a llevar a cabo, y los lugares donde se van a movilizar. Normal, pienso. Si no protestas tú, quién te va a venir a subir el sueldo, o a mejorar tus condiciones laborales, así, de oficio. Parece de una lógica tan aplastante que vienen a mi cabeza las típicas imágenes de trabajadores protestando a la puerta de su empresa (pública o privada). Pero nosotros no podemos -sigo pensado-. Pero a mi cabeza vuelve el Juez y su Sentencia, y por fin puedo desatarme del arnés que un día alguien me puso y que siempre tira de mí hacia atrás cuando quiero ir hacia delante, como si de un animal de tiro se tratase. Si no protestas, si no te movilizas por tus derechos, jamás vas a conseguir mejorar. Es el Estado quién debe velar porque los que tenemos el código disciplinario más férreo y ciertos derechos elementales restringidos tengamos unas condiciones laborales dignas y equiparables a los funcionarios de nuestro entorno. ¿Se cumple eso en la Guardia Civil? ¿Y si el uso que están haciendo de las normas que nos son aplicables justifican su incumplimiento? ¿No somos acaso los últimos de entre los últimos? ¿Y si -como dice ese Juez- el uso que se está haciendo de las normas implica una aplicación menos restrictiva de otras? Bonita paradoja: que la propia ley, cuando no se cumple o se pervierte su uso, legitime al individuo a incumplirla.
Vuelvo a la realidad. Son menos veinte y entro a las 06:00. Me cambio rápido y a seguir a lo de siempre. Supongo.