No es una cuestión de mala fe, sino de angustia que produce negación.
Ante el terror de poder estar infectada, decide ir a un médico para que le diagnostique cualquier otra cosa, como efectivamente se hizo.
Por eso, una de las cuestiones básicas en todos estos temas es que nunca hay que fiarse del paciente, sino comprobar fehacientemente. Se debió de haber hecho una auténtica cuarentena estricta, de las “rodeadas por el ejército” y esto nunca hubiese pasado.
Por ello, en su momento, en agosto, ya escribimos que este traslado, por el riesgo y la forma, era una auténtica temeridad.
Y las temeridades, se pagan…
Ahora ya está de acuerdo todo el mundo. Pelín tarde, pero todos de acuerdo.
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