Una de las causas que más conflictos a ocasionado al ser humano y que más ha influido en el desarrollo positivo o de autodestrucción de sus sociedades ha sido la incursión de culturas distintas, bien por invasión en busca de un espacio vital o de riquezas económicas, bien por la aceptación y recepción sin control. Esto es indiscutible y con solo darse una vuelta por la historia encontramos cientos de ejemplos; incluso en la nuestra. Si a esto añadimos la mezcla de ideales religiosos diametralmente opuestos e intereses políticos determinados, el resultado puede ser catastrófico. Quien lo quiera ver que lo vea, y quien se quiera engañar a sí mismo allá él.
Es fácil y se queda muy bien hablando de igualdades, solidaridades, etc. Es evidente que de esa manera se es aséptico y se encaja de pleno en el ideal social…pero es solo eso….un ideal que no cuadra con la condición humana y con la supervivencia social en general y en la del individuo en particular.
En este perro mundo solo unos pocos se salvan de las miserias humanas, y por eso se les llega a definir como santos, pero son tan pocos. El resto no nos salvamos de nuestra hipocresía y de nuestros “virus” sociales por mucho que tratemos de ser socialmente y políticamente correctos.
Generalmente partimos de una premisa totalmente falsa: Todos somos iguales. Y eso es una mentira. Nadie es igual a su semejante. Ni tan siquiera entre hermanos que han nacido de la misma sangre y han sido alimentados de la misma leche. Todos buscamos de una manera o de otra nuestro particular beneficio a costa de lo que se nos permita, y muchas veces trapicheando socialmente y traspasando más a menudo de lo que pensamos las leyes sociales. Tratar de negar esto es engañarse a uno mismo, que es lo más ridículo y lo más absurdo que una persona pueda hacer.
Marcadores