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  1. #121
    Hacia las seis de la mañana del 2 de septiembre de 1990 la banda terrorista ETA asesinaba al guardia civil JOSÉ MANUEL ALBA MORALES y al civil LUIS ALBERTO SÁNCHEZ GARCÍA mediante un coche-bomba lanzado por la rampa que daba acceso al muelle de Uribitarte del puerto de Bilbao. La rampa llevaba hasta la garita del Servicio Fiscal de la Guardia Civil donde trabajaba el agente Alba. Resultaron también heridos por la explosión dos empleados municipales del Servicio de Ordenación de Tráfico (OTA), Anselmo Amézaga Regúlez, de 29 años de edad, y Julio Fernández Fernández, de 24, que fueron trasladados al Hospital de Basurto, donde quedaron ingresados. Julio Fernández sufrió traumatismo, contusiones y heridas varias por la acción de la metralla, siendo su pronóstico grave. Por su parte, Anselmo Amézaga presentaba una herida en el hombro derecho con pérdida de sustancia, abrasión en la piel y erosiones en cuero cabelludo. Su estado era menos grave, según el parte facilitado por el departamento de urgencias del centro hospitalario. Asimismo, resultaron heridos el agente de la Guardia Civil Juan Carlos Calzada Martín y el ciudadano Miguel Suquía Mendinueta.

    Luis Alberto Sánchez murió al intentar detener la caída del coche, un Ford Fiesta que había sido robado la noche anterior a una pareja. Los dueños del Ford Fiesta fueron encontrados atados a un árbol con dos grilletes, dos candados y una cadena de dos metros de largo, en el monte Umbe en Guecho (Vizcaya) poco después de que se produjera el atentado.

    El vehículo contenía una bomba compuesta por 60 kilos de amonal y metralla que fue activada por control remoto. Luis Alberto se había acercado momentos antes hasta las inmediaciones de la garita de la Guardia Civil para solicitar la ayuda de dos policías municipales que se encontraban allí, ya que su coche se había quedado sin batería. Dos trabajadores del OTA y una pareja de guardias civiles intentaban ayudarle a poner el vehículo en marcha. En ese momento, el coche-bomba fue lanzado marcha atrás por la calle de la Travesía de Uribitarte, que desemboca en la garita de la Guardia Civil. Cuando intentaban detenerlo, y antes de que colisionara con el puesto de la Guardia Civil, se produjo la explosión.

    El coche-bomba quedó completamente destrozado y la onda expansiva produjo un enorme socavón en el suelo, ocasionando numerosos desperfectos en los coches y camiones que se encontraban en el lugar de los hechos. Asimismo, las ventanas de los edificios y tiendas en un radio de doscientos metros alrededor de la garita quedaron hechas añicos, sembrando la calle de cristales.

    El atentado se produjo cuatro días después de que las administraciones central y vasca acordaran la adecuación de los Cuerpos de Seguridad del Estado en el País Vasco y el despliegue de la Ertzaintza. Era la primera vez que la banda terrorista ETA utilizaba el método del coche-bomba kamikaze lanzado sin conductor hacia su objetivo. Pocos meses después, el 29 de mayo de 1991, la banda asesina utilizaría el mismo método contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic, provocando la muerte directa de nueve personas, cinco de ellas menores de edad. También en este caso los etarras aprovecharon la pendiente de una de las calles laterales que daban a la casa cuartel para lanzar el coche-bomba y, una vez dentro del patio, donde en esos momentos jugaban varios niños, activar el explosivo mediante un mando a distancia.

    En 1995 la Audiencia Nacional absolvió por falta de pruebas a cuatro miembros de la banda terrorista ETA para los que la Fiscalía solicitaba 360 años por este atentado. La sentencia consideró que no había quedado acreditado que Jesús María Mendinueta Flores, Joseba Iñaki Zugadi García, Fernando del Olmo Vega e Inmaculada Pacho Martín tuvieran "ninguna participación concreta y directa" en dicho atentado.

    En el año 2006 fue juzgado en la Audiencia Nacional Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi -que en 2005 solicitó ser extraditado desde Francia-, como autor directo del atentado junto a Juan María Ormazabal, alias Turco -etarra fallecido en un enfrentamiento con la Ertzaintza en agosto de 1991 en el que el terrorista asesinó al ertzaina Alfonso Mentxaka- y un tercer terrorista no identificado. Gadafi ha sido ya condenado a más de 1.200 años de cárcel en los veinte juicios celebrados contra él en la Audiencia Nacional desde que fue extraditado.

    José Manuel Alba Morales, de 22 años, falleció en el Hospital de Basurto una hora después del atentado. Estaba casado y su mujer estaba embarazada de su primer hijo. Natural de Zaragoza, la mayor parte de su familia residía en Córdoba, donde fueron enterrados sus restos mortales. Llevaba sólo tres meses destinado en la Compañía de Especialistas Fiscales de la Guardia Civil de Bilbao y el 2 de septiembre era su último día de trabajo antes de irse de vacaciones. El funeral por su alma se celebró el 3 de septiembre en la Iglesia de los Padres Agustinos de Bilbao.
    :rura:-)

  2. #122
    Hacia las tres de la tarde del día 8 de septiembre de 1987, la banda terrorista ETA asesinaba en Bilbao de un disparo en la nuca, muy cerca de su domicilio en el barrio de Arangoiti, al subteniente de la Guardia Civil CRISTÓBAL MARTÍN LUENGO. Su mujer y una de sus hijas bajaron inmediatamente del domicilio a auxiliarle, pero no pudieron hacer nada. Cristóbal Martín Luengo fue trasladado en una ambulancia al Hospital Civil de Basurto, donde ingresó cadáver. El rebote de una de las balas alcanzó a Julián Pérez Gómez, que resultó herido leve.

    Los dos asesinos se dieron a la fuga en un taxi robado un cuarto de hora antes, que les aguardaba con las puertas traseras abiertas y estaba conducido por un tercer etarra. El taxi había sido robado en la plaza de San Pedro en Guecho por dos de ellos. Allí pidieron al taxista que se dirigiera al polideportivo de Archanda, y en el trayecto se identificaron como miembros de ETA, explicándole que necesitaban el vehículo para hacer un transporte de armas. Tras meter al taxista en el maletero, recogieron a un tercer etarra y se dirigieron a Bilbao a cometer el atentado.

    Las fuerzas políticas vascas, a excepción de Herri Batasuna (HB), condenaron el atentado, y lo relacionaron, de una u otra manera, con la oferta de diálogo del Gobierno a ETA. Este atentado era el primero que se producía con víctimas mortales desde el último contacto que se había mantenido en Argel el 10 de agosto de 1987 entre los comisarios Manuel Ballesteros y Jesús Martínez Torres, por parte del Gobierno, y Eugenio Etxebeste, alias Antxon, por parte de la banda asesina.

    El 10 de septiembre se celebró en Bilbao el funeral por el subteniente de la Guardia Civil al que asistieron varios centenares de personas. El féretro con los restos mortales de Martín Luengo fue despedido con vivas a la Guardia Civil.

    En octubre de 1997 la Audiencia Nacional condenó a Joseba Koldobika Begoña Ibarra a 33 años de prisión por el asesinato de Cristóbal Martín Luego. También fue condenado por robo de vehículo con toma de rehén. El etarra había huido a Francia desde donde había sido extraditado a España en diciembre de 1996.

    "El asesino de mi padre fue detenido en Francia y extraditado a España. De una condena de casi cuarenta años a la que fue sentenciado, por su asesinato y el secuestro de un taxista en su huida, no cumplió más de nueve años; lleva mucho tiempo en libertad, haciendo vida normal, con su familia, sus amigos, trabajando, riendo, viendo crecer a sus hijos y envejecer a su mujer... Mi padre no pudo hacerlo y nuestras vidas nunca volvieron a ser las mismas".

    Así se expresaba una hija del subteniente asesinado en marzo de 2009 en una "Carta de una joven a su padre asesinado por ETA" (El Confidencial, 10/03/2009). Efectivamente, a Koldobika se le concedió el tercer grado (régimen abierto) en marzo de 1999, por una supuesta enfermedad que le impedía continuar en la cárcel. Concretamente, el etarra padecía una depresión, por lo que accedió a un régimen de semilibertad.

    Según el Ministerio del Interior, el etarra Félix Ignacio Esparza Luri, detenido en Francia el 2 de abril de 2004, también participó en el asesinato del subteniente Martín Luengo.Cristóbal Martín Luengo, de 50 años, era natural de Valderrodrigo (Salamanca) lugar donde fue enterrado. Estaba casado y era padre de tres hijos de 19, 17 y 4 años. Había ingresado en la Guardia Civil en 1960, y estaba destinado en Bilbao desde hacía veinte años. Desde 1983 desempeñaba trabajos administrativos en el Gobierno Militar de Vizcaya.

    "(...) Parte de la familia abandonamos el País Vasco [tras el asesinato] y mi madre, la gran heroína de nuestras vidas, nunca pudo rehacer su vida. No obstante, ella sola supo sacar fuerzas y tirar del carro de la vida que le había tocado vivir. Sacó a sus tres hijos adelante y consiguió que, a pesar de todo, los tres siguiéramos con nuestras vidas. Además, esta gran heroína, nuestra madre, nos enseñó con su ejemplo a enfrentarnos a la vida con coraje y valentía" (El Confidencial, 10/03/2009).
    :rura:-)

  3. #123
    Martín Luengo de un tiro en la nuca en Bilbao, la banda terrorista ETA asesinaba en Guernica (Vizcaya) a otros dos guardias civiles mediante la explosión de un coche-bomba. Pocos minutos antes de las diez y media de la noche del 9 de septiembre de 1987, el cabo FEDERICO CARRO JIMÉNEZ y el guardia MANUEL ÁVILA GARCÍA, que patrullaban vestidos de paisano en un vehículo oficial, pero sin distintivo alguno, se acercaron a un automóvil, un Ford Fiesta de color rojo que les resultó sospechoso. Cuando se disponían a inspeccionarlo, se produjo la explosión del mismo mediante un mando a distancia accionado por el asesino Juan Carlos Balerdi, miembro del grupo Éibar de ETA.

    La explosión provocó la muerte en el acto del guardia Manuel Ávila y heridas gravísimas al cabo Federico Carro, con pérdida del setenta por ciento de masa encefálica, falleciendo mientras se le trasladaba al Hospital de Cruces. A mitad de camino, a la altura del puente de Balmasín, la ambulancia sufrió una avería y tuvo que ser asistida por una dotación de la Cruz Roja de Baracaldo, que completó el traslado.

    El coche-bomba estaba estacionado a unos cincuenta metros de la casa cuartel de la Guardia Civil, a las afueras de Guernica -en la carretera que conduce a Lequeitio-, en un camino vecinal y junto a una chabola. Los guardias civiles asesinados se ocupaban del reconocimiento del itinerario que separa la fábrica de armas Astra, Unceta y Cía. del acuartelamiento.La onda expansiva del artefacto alcanzó a la chabola próxima al coche bomba, que ardió completamente. El fuego alcanzó también unos cables de electricidad de alta tensión, por lo que algunos barrios de Guernica quedaron sin suministro eléctrico durante varias horas. Asimismo, las casas colindantes al cuartel sufrieron diversos desperfectos, como rotura de cristales. La casa cuartel, sin embargo, no resultó afectada, pero el apagón de luz, que afectó a calles y carreteras colindantes, provocó algún accidente y añadió confusión a la situación.

    Tras producirse el atentado, efectivos de la Guardia Civil, a los que se unieron miembros de la Policía Municipal de Guernica y de la Ertzaintza, paralizaron el tráfico e hicieron discurrir la circulación por una ruta alternativa, mientras varios centenares de vecinos se congregaron en el lugar de los hechos para enterarse de lo ocurrido. Asimismo, miembros del equipo de desactivación de explosivos de la Guardia Civil rastrearon los alrededores con perros adiestrados en previsión de que pudiera haber sido colocada alguna otra bomba.La capilla ardiente con los restos mortales de los guardias civiles asesinados se instaló al día siguiente por la mañana en el Gobierno Civil de Vizcaya. A las siete de la tarde se celebraron los funerales en la parroquia de San José de los Padres Agustinos de Bilbao.

    Al día siguiente, la banda terrorista ETA atacó con granadas el acuartelamiento de la Guardia Civil en Ordicia (Guipúzcoa), causando sólo desperfectos materiales. Sólo uno de los cinco proyectiles impactó en la fachada principal del cuartel. Otra granada estalló en el aparcamiento de la Compañía Auxiliar del Ferrocarril, colindante al acuartelamiento, dañando varios de los vehículos estacionados.

    Manuel Ávila García, guardia de 22 años, soltero, era natural de Alcalá la Real (Jaén). Había ingresado en el Instituto Armado el 1 de febrero de 1984 y llevaba destinado en el acuartelamiento de Guernica desde el mes de febrero de 1987. Al entierro de Manuel Ávila García el 11 de septiembre en la localidad de Mures (Jaén) asistieron unas 2.000 personas.

    Federico Carro Jiménez, cabo de la Guardia Civil de 29 años y soltero también, era natural de León. Había ingresado en el Cuerpo el 2 de febrero de 1982 y ascendió a cabo en octubre de 1986. Estaba destinado en Guernica desde el 1 de abril de 1987. Su padre, Federico Carro Villagómez, era coronel de aviación, ya retirado en el momento en que asesinaron a su hijo. Carro Jiménez fue enterrado en Burgos. En abril de 2010 el Ayuntamiento de León decidió, tras una propuesta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), cambiar el nombre de la calle Víctimas del Terrorismo por el de Federico Carro.

    :rura:-)

  4. #124
    pero todavía no os habéis enterado? todo esto tiene una explicación política, sí hombre sí, y tiene razón dentro de 200 años cuando esto se estudie lo explicarán así como todas las barbaries cometidas por la humanidad, pero a día de hoy aún vivimos gente que de forma directa o indirecta lo hemos sufrido, y soy progresista y sé que hay que olvidar, pero pienso en los amigos que perdí, en los familiares muertos por ser hijos/as de policías o guardias, y como que todavía no soy capaz, y ahora veo como quien ve explicaciones políticas a todo esto, se va a pasear en madrid con la asociación mayoritaria de guardias civiles, sí de guardias civiles, los que se van a reunir con bildu próximamente, son los mismos que se reúnen con nosotros, eso tendrán explicación política también no? ya hasta copian su lenguaje, marea de...

  5. #125
    Lo de esa asociación no tiene nombre. Se merecen un desbandada general hacia otra asociación. Para lo que hacen unas y otras me da lo mismo.
    NI OLVIDO NI PERDON, NUNCA
    :rura:-)

  6. #126
    El 15 de septiembre de 1974 fallecía en el Hospital Militar de Bilbao el guardia civil MARTÍN DURAN GRANDE tras ser herido gravemente el 11 de septiembre en un enfrentamiento con miembros de la banda terrorista ETA en la capital vizcaína.

    La operación de la Guardia Civil se había iniciado la noche del 10 de septiembre, cuando varios etarras intentaban llegar a España desde Francia a través del río Bidasoa. Agentes de la Guardia Civil les sorprendieron cerca de la Isla de los Faisanes (Hendaya), en el momento en que desde la parte española (Irún) un individuo salía de un automóvil y trataba de llegar a la embarcación. Al ser descubiertos por la Guardia Civil, abrieron fuego y se internaron en un monte, donde pudo ser detenido uno de ellos, el etarra Vicente Gurruchaga Escenarro. Aprovechando la confusión, los ocupantes de la barca consiguieron huir, cruzando nuevamente la frontera franco-española.

    Con la información que obtuvieron tras la detención del etarra, se localizó un piso en el número 59 de la calle Doctor Areilza, de Bilbao, que la Guardia Civil sospechaba que podría estar siendo utilizado por miembros de ETA. El día 11 de septiembre, por la mañana, efectivos policiales entraron en el piso y detuvieron a la etarra María Dolores González Cataraín, alias Yoyes, que doce años más tarde sería asesinada por sus excompañeros. Yoyes, que por entonces tenía 18 años, llevaba en un bolso una pistola Firebird, 9 milímetros parabellum, con dos cargadores.

    Poco después, mientras los agentes estaban en la vivienda, llegaron otros dos miembros de la banda. Uno de ellos, José Antonio Inchaustegui Elizondo, alias El Duque, fue detenido, mientras que el otro, Juan José Urcelay Imaz, emprendió la huida seguido por el guardia civil Martín Durán Grande. El etarra, en su fuga, disparó contra el agente, que recibió dos disparos: uno en el vientre y otro en la pierna izquierda. A continuación, intentó escapar a través de una de las viviendas del inmueble, a la que entró amenazando a sus ocupantes (una señora de avanzada edad y su hija), pero desistió por la altura del balcón. Urcelay prosiguió su huida y, pensando que podría haber guardias en el portal del edificio, salió a la calle dando tiros. Uno de los disparos hirió en el glúteo a una transeúnte, Andrea Villamore Silva, de 58 años y natural de La Coruña. Martín Durán Grande, pese a estar gravemente herido, prosiguió la persecución de Urcelay Imaz, desplomándose en el suelo nada más salir a la calle.

    Horas más tarde, la Guardia Civil localizó otro piso de la banda en el barrio de Zorroza de Bilbao, en la calle Astillero nº 6, donde sospechaban que se había escondido el presunto autor de los disparos que hirieron a Martín Durán, Juan José Urcelay Imaz. Cuando intentaron detenerlo se entabló otro tiroteo en el que Urcelay Imaz resultó muerto. Además, un segundo etarra y otros dos guardias civiles -Aniceto Reguero Fernández y Manuel Vera Ortiz- resultaron heridos de diversa consideración. En la operación se detuvo también a Purificación Martínez Setién e Ignacio Setién.

    Martín Durán Grande tenía 21 años cuando fue asesinado por la banda terrorista ETA. Había nacido en Portugalete, en la margen izquierda de la ría del Nervión, pero vivía en Erandio, en la orilla derecha. El mismo 15 de septiembre se celebró el funeral en la Iglesia de San Agustín de Erandio. El Gobernador civil de Vizcaya colocó sobre el féretro la Medalla al Mérito Policial, con distintivo rojo, a título póstumo. Ese mismo mes de septiembre de 1974, el presidente de la Diputación de Vizcaya, Pedro Arístegui, propuso la concesión de la Medalla de Plata de la Provincia para el policía municipal Eloy García Cambra, asesinado el 29 de agosto de 1972 en Galdácano, y para el guardia civil Martín Durán Grande. Ambos fueron asesinados por la banda terrorista ETA en acto de servicio.
    :rura:-)

  7. #127
    El 16 de septiembre de 1991 dos policías municipales, JOSÉ LUIS JIMÉNEZ VARGASyVÍCTOR MANUEL PUERTAS VIERA, y el conductor de la grúa municipal y ex Guardia Civil, FRANCISCO CEBRIÁN CABEZAS, fueron asesinados por la banda terrorista ETA al estallar un coche-bomba que trasladaban a un depósito de vehículos en Muchamiel (Alicante).

    La banda terrorista ETA quiso repetir ese 16 de septiembre la salvajada que tres meses y medio antes, el 29 de mayo, había perpetrado en la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic (Barcelona), o la que cuatro años antes había cometido contra el acuartelamiento de Zaragoza, el 11 de diciembre de 1987. Esta vez el objetivo era cometer una masacre en la casa cuartel de la Benemérita en Muchamiel, donde vivían seis guardias civiles, tres de los cuales estaban casados y residían allí con sus familias, de los que cinco eran niños pequeños. Junto al edificio se encontraba, además, el Colegio Público El Salvador, cuyos alumnos iniciaban las clases en la mañana de 16 de septiembre. Pero nada de eso fue un impedimento para que la banda de asesinos pusiese en el punto de mira el acuartelamiento de Muchamiel.

    Para cometer el atentado, los asesinos de la banda trasladaron a la localidad alicantina un coche robado meses atrás en el País Vasco. Tras cargarlo con una potente bomba, el coche fue lanzado sin conductor contra la casa cuartel, con una barra antirrobo en el volante para orientar la dirección, el contacto puesto y una marcha metida. Sin embargo, el coche no se dirigió hacia la casa cuartel, sino que se estrelló contra la fachada de una sucursal bancaria, en la acera opuesta de la avenida Carlos Soler donde estaba el acuartelamiento de la Guardia Civil.

    Tras fallar en el objetivo, los terroristas no accionaron el iniciador del artefacto explosivo por lo que, cuando el director de la oficina bancaria llegó al trabajo a las ocho de la mañana, avisó a los agentes de la Guardia Civil que en esos momentos abrían la puerta de la casa cuartel.

    Minutos después, se personaron en el lugar dos policías locales que llamaron a una grúa para trasladar el vehículo al depósito, un solar al aire libre situado a unos doscientos metros del cuartel. Hacia las 9:40 horas, cuando estaban bajando el vehículo, estalló la bomba matando en el acto a Francisco Cebrián Cabezas, conductor de la grúa, y a los policías municipales José Luis Jiménez Vargas y Víctor Manuel Puertas Viera. Ni el director de la oficina bancaria, ni la Guardia Civil, ni los policías municipales sospecharon en ningún momento que el vehículo fuese un coche-bomba cargado con 50 kilos de explosivo, sino que creyeron que se trataba de un accidente de tráfico.

    Además de las tres víctimas mortales, cuatro personas resultaron heridas de gravedad: María del Carmen López Amador, incapacitada durante 330 días; María África Antón González, impedida 331 días; Felisa Azor Troyano, que no recibió el alta médica hasta 470 días después, y Juan Capella Valls, que tardó 158 días en curar sus heridas. Otras treinta y seis personas, entre ellas Noelia Berenguer, un bebé de un mes, resultaron heridas de diversa consideración y precisaron de atención médica.

    En enero de 2007 el Ayuntamiento de Muchamiel aprobó por unanimidad dar a tres calles de esa localidad alicantina los nombres de los asesinados en este atentado. "Todos recordamos lo sucedido y este gesto era algo que estaba pendiente con ellos y con sus familiares", manifestó Josep Antoni Miquel, portavoz del grupo socialista en la corporación municipal, el día que se aprobó la moción.

    Francisco Cebrián Cabezas, conductor de la grúa municipal, tenía 40 años. Natural de Cedrillas (Teruel) ingresó en la Guardia Civil, siendo destinado al cuartel de San Juan (Alicante), según publicó el diario Información (17/09/1991). Allí conoció a una vecina de Muchamiel, con la que se casó y tuvo cuatro hijos, que en el momento de su asesinato tenían entre 17 y 8 años. Posteriormente se licenció de la Benemérita y montó una fábrica de hilatura junto a otro socio. Cuando fue asesinado, Francisco era propietario de la grúa que tenía arrendado el servicio de recogida de vehículos en Muchamiel. Fue enterrado en el cementerio del pueblo. Tres días después del asesinato, el padre de Francisco contó qué sentía tras perder a su hijo: "Qué te puedo decir, que Francisco era un hombre bueno, que era muy de su casa, que por suerte o por desgracia todos en la familia somos de la Guardia Civil y mira por dónde nos ha ido a tocar la china ahora cuando él creía que ya podría vivir tranquilo. No sé, sólo siento que me han quitado a mi hijo y pienso en mis pobres nietos" (Información, 19/09/1991).
    :rura:-)

  8. #128
    Poco después de las dos y media de la tarde del 20 de septiembre de 1980, la banda terrorista ETA asesinaba en la localidad guipuzcoana de Marquina (Vizcaya) a los guardias civiles ANTONIO GARCÍA ARGENTE, de Valencia; MARIANO GONZÁLEZ HUERGO, de Santander; MIGUEL HERNÁNDEZ ESPIGARES, de Granada; y ALFONSO MARTÍNEZ BELLAS, de La Coruña, mientras comían en un restaurante cercano al cuartel de la Guardia Civil de la localidad vizcaína.

    Los guardias se encargaban de la protección de las instalaciones de la empresa de armamento Esperanza y Cía. y, menos de ocho meses antes, ETA había asesinado en Ispáster a seis guardias civiles que custodiaban un transporte de armamento de la misma empresa. En esta ocasión, el atentado tuvo lugar en el interior del bar-restaurante Arrieta, situado a unos doscientos metros del cuartel de la Guardia Civil. El establecimiento tenía una entrada principal y otra en la parte trasera. La principal solía cerrarse hacia las 14:30 horas, cuando los clientes habituales ya habían comido o lo estaban haciendo en esos momentos.

    Hacia las 14:40 horas del 20 de septiembre se encontraban en el interior del restaurante los cuatro guardias civiles, dos empleados de correos de la comarca y dos trabajadores del restaurante. La puerta principal estaba ya cerrada y, en esos momentos, alguien golpeó con los nudillos en la puerta trasera. La hija de los propietarios, de 15 años, que se encontraba recogiendo los platos de las mesas para llevarlos a la cocina, pensando que se trataba de alguno de los clientes habituales, abrió la puerta. Sin mediar palabra, entraron tres terroristas que, armados con metralletas, se dirigieron directamente a la mesa en la que comían los cuatro guardias civiles, acribillándolos con varias ráfagas que les provocaron la muerte en el acto. A continuación, salieron caminando del restaurante, y cogieron la primera bocacalle en dirección al paseo principal del pueblo. Después huyeron a bordo de un vehículo que les esperaba en las inmediaciones. En el interior del restaurante se recogieron más de veinte casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca SF, munición habitualmente utilizada por ETA.

    Nada más conocerse el atentado se instalaron controles en la mayoría de las carreteras de Vizcaya y Guipúzcoa, al tiempo que un helicóptero de la Guardia Civil sobrevolaba la zona. Un equipo especial, con perros policía, rastreaba los montes cercanos, buscando al propietario del coche en el que habían huido los miembros del comando, y que se suponía había sido abandonado en algún paraje de la comarca. Finalmente fue encontrado, atado y amordazado, en un monte cercano a la localidad guipuzcoana de Elgóibar.

    A las ocho y media de la mañana del domingo 21 de septiembre se celebró en la parroquia de Santa María de Gemein de Marquina el funeral por los cuatro guardias civiles asesinados. Media hora antes, los féretros fueron trasladados desde el convento de El Carmen, donde se había instalado la capilla ardiente, hasta la iglesia parroquial. Los féretros iban cubiertos con la bandera de España y los tricornios de las víctimas, y fueron acompañados por una compañía de la Guardia Civil y veinte compañeros que portaban diez coronas de flores. La comitiva la cerraban, además de los familiares de los cuatro guardias civiles, el director general de la Guardia Civil, el delegado especial del Gobierno en el País Vasco, los gobernadores civil y militar de Vizcaya y otras autoridades militares, además del alcalde de la localidad, del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y representantes de UCD y AP. Al término del funeral, los cuatro féretros fueron introducidos en distintas furgonetas para trasladar los restos mortales de las víctimas a sus localidades natales, mientras se entonaba el himno de la Guardia Civil. Varias personas profirieron gritos en contra del Rey y del Gobierno, y pidieron más Fuerzas de Seguridad en el País Vasco.

    Antonio García Argente, de 20 años y soltero, era natural de Manises (Valencia). La madre de Antonio, sin saber nada del atentado, llamó desde Valencia al cuartel para hablar con su hijo. Por error marcó el número de uno de los médicos del pueblo, muy similar al número del cuartel, que estaba en esos momentos atendiendo a las víctimas del atentado, y fue entonces cuando se enteró de que su hijo acababa de ser asesinado. Antonio estaba destinado en la III Compañía Móvil de Barcelona, aunque temporalmente se encontraba agregado en el País Vasco. Antonio fue enterrado a última hora de la noche del domingo 21 de septiembre, tras celebrarse una hora antes un funeral en el cuartel de la Guardia Civil en Valencia. Unas mil personas asistieron a las honras fúnebres por el guardia civil asesinado.

    Mariano González Huergo, de 25 años y soltero, era natural de Santander. Se encontraba en el País Vasco como refuerzo de las plantillas de esa comunidad autónoma, pero su destino era la 551 Comandancia de Santander. La tarde del domingo 21 de septiembre fueron enterrados en Santander sus restos mortales, tras la misa funeral a la que asistieron unas mil personas, en una ceremonia que transcurrió sin incidentes.

    Miguel Hernández Espigares, de 23 años y soltero, era natural de Guadix (Granada). Destinado en la III Compañía Móvil de Barcelona, se encontraba temporalmente destinado en el País Vasco, reforzando las plantillas de guardias civiles de la zona. El funeral por Miguel Hernández Espigares se celebró el lunes 22 de septiembre en Alamedilla (Granada), donde también fue enterrado. En diciembre de 2007, la corporación municipal de Guadix acordó por unanimidad en sesión extraordinaria dar el nombre de Hernández Espigares a una calle, plaza o centro municipal de la localidad.

    Alfonso Martínez Bellas, de 22 años, era natural de La Coruña. Estaba casado y tenía un hijo; su mujer estaba embarazada del segundo. Su destino era la 111 Comandancia de Madrid pero, al igual que sus compañeros, se encontraba en el País Vasco como refuerzo de las plantillas de la zona. A las once y media del lunes 22 de septiembre se celebró en el cementerio de Senan (El Ferrol) el sepelio de Alfonso Martínez Bellas, con la asistencia de unas mil personas.
    :rura:-)

  9. #129
    El 24 de septiembre de 2002 ETA asesinaba en Leiza (Navarra) al cabo de la Guardia Civil JUAN CARLOS BEIRO MONTES y causaba heridas de diversa consideración a otros cuatro agentes. El asesinato se produjo utilizando una pancarta trampa que los agentes estaban procediendo a retirar. La pancarta tenía escrito en euskera el lema "Gora ETA. GC jota bertan hil" (Viva ETA. GC muere aquí) con el propósito de provocar que agentes del Instituto Armado se acercaran a retirarla. En la pancarta, además, estaba dibujado el anagrama de la banda asesina y una diana con un tricornio en el centro.

    La pancarta trampa estaba colocada junto a la calzada de la NA-1320, a su paso por el municipio de Leiza, y fue vista por un agente de la Guardia Civil que estaba fuera de servicio y dio aviso al puesto de Leiza, desde donde se envió una patrulla de guardias civiles para retirarla. Justo al lado de la pancarta estaba escondida la bomba que fue activada a distancia por un terrorista cuando se aproximaron a la misma el sargento Miguel de los Reyes Martínez Morata y el cabo Juan Carlos Beiro Montes. El artefacto, compuesto por 15 kilos de explosivos, contenía cantidad suficiente para haber asesinado a todos los agentes si hubieran estado un poco más cerca.

    La explosión impactó de lleno al cabo y al sargento, mientras que los otros tres agentes que formaban la patrulla sufrieron heridas de carácter leve gracias a que se encontraban más alejados del lugar de la deflagración. Tras ser atendidos en el lugar del suceso por un médico y un ATS de Leiza, una UVI móvil trasladó al cabo, que presentaba traumatismo abdominal y salida de masa intestinal, hasta el Hospital Donostia, donde ingresó cadáver tras sufrir una parada cardiorrespiratoria. ETA había vuelto a matar en el pequeño pueblo de Leiza después de que, catorce meses antes, asesinaran a José Javier Múgica Astibia, concejal de Unión del Pueblo Navarro (UPN) en el Ayuntamiento de la localidad.

    El sargento Miguel de los Reyes Martínez Morata, comandante del puesto de la Guardia Civil de Leiza y miembro de la Unidad de Desactivación de Explosivos, sufrió "traumatismo craneoencefálico con depresión del nivel de conciencia y múltiples lesiones por metralla en cara, tórax, abdomen y extremidades", según el parte médico emitido por el Hospital Donostia. Curiosamente, Miguel de los Reyes había sufrido otro atentado de ETA cuando estaba destinado en el cuartel de Inchaurrondo en San Sebastián. Además, este agente había recogido en San Sebastián ese mismo año de 2002 un premio concedido por el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite) a los artificieros del Instituto Armado, de la Policía Nacional y de la Ertzaintza, en reconocimiento a su labor en la lucha contra el terrorismo. El sargento Martínez Morata, natural de Yeste (Albacete), tenía 35 años cuando sufrió el atentado en Leiza.

    El ministro del Interior, Ángel Acebes, impuso al día siguiente del atentado, durante el homenaje que rindieron sus compañeros a Juan Carlos Beiro en la Comandancia de Navarra, la Gran Cruz al Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo, máximo galardón que únicamente se concede a los agentes que realizan un acto heroico. Ese mismo día, miles de personas de la comarca minera del Nalón dieron su último adiós a Juan Carlos Beiro en Sama de Langreo. Al funeral, celebrado en la Iglesia de Santiago Apóstol, asistió el presidente del Gobierno, José María Aznar. A continuación, los restos mortales del cabo fueron incinerados en el tanatorio de Gijón.

    Con este atentado la banda terrorista ETA había querido reaccionar de forma inmediata a la detención en Francia de los dirigentes Juan Antonio Olarra y Ainhoa Mujika el día 16 de septiembre. Para ello ordenó a tres grupos de la banda que actuaran de forma simultánea contra la Guardia Civil. El primero, que tenía previsto cruzar la frontera por Huesca y atentar de inmediatamente contra una patrulla de la Guardia Civil en Guipúzcoa, fue desarticulado por la Policía francesa el viernes 20 de septiembre. En el momento de su captura se les intervino una mochila con dinamita. El segundo grupo estaba formado por dos etarras que murieron la noche del lunes 23 de septiembre en el barrio bilbaíno de Basurto, al explotarles la carga de dinamita (entre 10 y 15 kilos) que transportaban en un coche. El tercer grupo logró al día siguiente, martes 24 de septiembre, su objetivo, asesinando a Juan Carlos Beiro.

    Cuatro días después, el 28 de septiembre, unas cincuenta mil personas se manifestaron por las calles de Pamplona bajo el lema "Paz y Libertad/Bakea eta Askatasuna. ETA no", manifestación en la que participó su viuda, María José Rama, que tomó la palabra al final de la misma para agradecer las muestras de cariño recibidas.

    El asesinato de Juan Carlos Beiro sigue, de momento, impune. Cuando se cumplió el cuarto aniversario del atentado, su viuda pidió "a todas las personas con capacidad de decisión", especialmente al Gobierno central, que "no abandonen nunca la investigación, y que no paren, sean cuales sean las coyunturas políticas, hasta que los asesinos" de su marido y de otras personas a las que mataron "por defender las ideas democráticas, la Constitución y la legalidad vigente, paguen, tras un juicio justo, sus delitos con las penas que correspondan". Y añadió que "solamente en ese caso podremos descansar en parte". En un comunicado remitido a los medios de comunicación, la viuda de Juan Carlos pedía por favor que los encontrasen, los detuviesen y los juzgasen, porque "la memoria y el enorme sacrificio de las víctimas exigen ese esfuerzo". María José Rama se lamentaba de que "sus compañeros de la Guardia Civil como el resto de cuerpos y Fuerzas del Estado" hubiesen intentado "sin éxito, identificar y posteriormente detener a sus asesinos". "Esto no ha sido posible hasta ahora, lo cual nos hace sumar al enorme sufrimiento por la pérdida de mi marido, el dolor de saber que nada se sabe sobre quiénes lo mataron". Y finalizaba diciendo: "Sé que sus compañeros no olvidarán nunca a Juan Carlos, y quiero asegurar que su familia nunca olvidará a la Guardia Civil".

    Juan Carlos Beiro Montes, de 32 años de edad, estaba casado con María José Rama, y tenían dos hijos, un niño y una niña, mellizos de 6 años. Era natural de Cotorraso, en el municipio de Langreo (Asturias) y vivía en el barrio de La Milagrosa de Pamplona. Beiro Montes llevaba tres meses destinado en Leiza cuando fue asesinado. Antes de ingresar en la Guardia Civil fue soldado profesional y su primer destino como agente de la Benemérita fue Pesués (Cantabria), tras el cual fue destinado a Pamplona. Juan Carlos, además, era un gran deportista, y cuando fue asesinado se estaba preparando para correr la maratón de Asturias. El Palacio de Deportes de Langreo, por decisión de su Ayuntamiento en 2007, lleva su nombre, como ya lo llevaba previamente el circuito de carreras del paseo de los Llerones de Sama, donde Juan Carlos solía entrenar. Además, cada año se celebra el Memorial Juan Carlos Beiro, carrera popular con la que se mantiene viva la memoria de la víctima
    :rura:-)

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