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Resultados 41 al 50 de 225
  1. #41
    Vivir y trabajar durante esos años en las Vascongadas una autentica pesadilla, para nosotros, y para nuestras familias.
    :rura:-)

  2. #42
    El 21 de abril de 1984 la banda terrorista ETA asesina en Bilbao al guardia civil ANTONIO VELASCO BENITO. Formaba parte del retén que aquel sábado prestaba servicio de vigilancia en la Audiencia Territorial de Bilbao, y se encontraba en una de las puertas del edificio, en pleno centro de la ciudad. Eran aproximadamente las 17:30 horas y, en ese momento, Antonio era el único agente que se encontraba en el exterior del edificio.

    Fue tiroteado con armas automáticas desde un coche en marcha en el que iban tres terroristas, dos hombres y una mujer. Antonio fue alcanzado en la cabeza y en una pierna. Trasladado al Hospital Civil de Basurto, murió una hora después.

    Los etarras ocupaban un vehículo Renault 14 blanco, robado previamente a punta de pistola. Sin llegar a detener el mismo, dispararon al menos seis disparos contra Antonio. En el lugar de los hechos se encontraron dos casquillos del calibre 9 milímetros parabellum marca FN. Los terroristas se dieron a la fuga en el mismo vehículo desde el que habían disparado, en dirección al casco antiguo de la ciudad.

    El coche fue localizado poco después cerca del lugar del atentado. Artificieros de la Policía Nacional registraron el automóvil con sumas precauciones, en previsión de que en su interior hubiera sido colocada una bomba-trampa similar a la que, el 13 de abril, asesinó a Tomás Palacín Pellejero y Juan José Visiedo Calero en Pamplona.

    Antonio Velasco Benito, de 39 años, era de Pedrosilla del Ralo (Salamanca). Estaba casado y tenía un niño de 7 años. Fue enterrado en su localidad natal, en un acto presidido por el ministro de Interior.
    :rura:-)

  3. #43
    MASACRE DE GUARDIA CIVILES EN MADRID

    Poco después de las siete y cuarto de la mañana del 25 de abril de 1986, cinco miembros de la Guardia Civil resultaron muertos, y cuatro más heridos graves, en un atentado terrorista con coche-bomba cometido por ETA en pleno centro de Madrid. El coche contenía tres ollas a presión con doce kilos de Goma 2, otros doce de amonal y cuarenta y ocho kilos de metralla, la mayor parte tornillos.
    El coche-bomba estalló en el cruce de las calles de Juan Bravo y Príncipe de Vergara al paso del Land Rover ocupado por nueve guardias civiles. En ese momento, el vehículo se encontraba parado en un semáforo en rojo. Resultaron muertos los guardias civiles JUAN JOSÉ CATÓN VÁZQUEZ, de Palencia; JUAN CARLOS GONZÁLEZ RENTERO, de Salamanca; ALBERTO ALONSO GÓMEZ, nacido en París; VICENTE JAVIER DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ y JUAN MATEOS PULIDO, ambos de Cáceres. Tres de ellos murieron en el acto. Dos cuerpos quedaron destrozados y carbonizados en el interior del vehículo, del que salió despedido un tercero. Otro guardia civil fue trasladado al Hospital Provincial, donde ingresó cadáver. Un quinto ocupante del coche fue trasladado al Hospital de La Princesa, "en situación crítica y con salida de masa encefálica", y falleció una hora después, según informaron en el hospital.
    Pasadas las 7:15 horas, el Land Rover de la Guardia Civil abandonaba la Embajada de Italia en Madrid, situada en la calle de Juan Bravo, tras hacer los relevos en las guardias de diversas representaciones diplomáticas. El recorrido debía finalizar en la representación diplomática de la Unión Soviética, en la calle del Maestro Ripoll. Fuentes policiales señalaron que en el momento en que el Land Rover se encontraba a la altura del cruce de las calles de Juan Bravo y Príncipe de Vergara fue alcanzado de lleno, en su lado derecho, por la explosión de un potente artefacto que se había colocado en un coche aparcado en la acera. El explosivo fue accionado mediante un mando a distancia, por lo que los autores materiales del atentado se encontraban a una distancia de unos 150 a 200 metros. Tras el atentado, en el interior del Land Rover la munición de los guardias civiles produjo pequeñas explosiones por el incendio que provocó la explosión del coche-bomba.
    Además de los cinco agentes muertos, otros cuatro guardias civiles resultaron gravemente heridos: José Manuel de Pablos Ruiz, ingresó muy grave en el Hospital Ruber con una herida en una pierna que prácticamente la desgajaba del cuerpo, además de heridas de metralla en la cabeza y en el cuerpo; Juan José Esteban Benito, con pronóstico grave, que perdió totalmente la visión del ojo izquierdo; Juan Jesús Fancha López, grave, que también perdió la visión de un ojo; y Juan Carlos Acosta Martín Gil, muy grave, perdió el ojo derecho.
    Varias personas que pasaban por allí resultaron también heridas leves: José Baltasar Suárez Fernández; Antonio Mora Sánchez; Rafael Aranda Martín; Rafael Millán González; Begoña Fernández Esteso; Fermín García Moreno y María Luisa Muñoz Arruti, empleada de la funeraria de Madrid. Los dos primeros fueron ingresados en el Hospital Provincial y los dos restantes en el Hospital de la Princesa. Todos ellos fueron dados de alta a lo largo del día y sus pronósticos médicos indicaban lesiones leves.
    La explosión afectó, además, a edificios de más de cuatro manzanas, y destrozó parte de la fachada de la Clínica Nuestra Señora del Rosario en cuya acera estaba aparcado el coche-bomba. Los paritorios de la clínica quedaron arrasados. La llanta de la rueda de repuesto del coche bomba, lanzada por la onda expansiva, produjo un agujero de un metro cuadrado en la pared del centro sanitario y se incrustó en uno de los quirófanos de la planta baja. La explosión provocó también graves desperfectos en el inmueble situado enfrente de la clínica, en el número 25 de la calle de Juan Bravo.
    El coche bomba quedó tan destrozado que no se pudo precisar su marca, aunque presumiblemente se trató de un Seat 124 de color blanco o un Citroën 2 CV. Restos humanos, trozos y piezas del Land Rover se encontraron a más de 60 metros de distancia del lugar de la explosión.
    Una hora después de producirse el atentado, un grupo de personas congregadas cerca del lugar de los hechos empezó a dar gritos contra el Gobierno y contra ETA, y lanzó vivas a Antonio Tejero y Jaime Milans del Bosch, condenados por la intentona golpista del 23-F.
    Los Reyes, que acababan de llegar a Madrid de su viaje a Gran Bretaña, se trasladaron pasadas las seis de la tarde a la Dirección General de la Guardia Civil, donde estaba instalada la capilla ardiente. Diversas autoridades, entre ellas el ministro del Interior, José Barrionuevo, visitaron la capilla ardiente. A primera hora de la noche la Dirección General de la Guardia Civil impidió el acceso a la capilla ardiente a unas 200 personas, entre policías nacionales y guardias civiles, todos ellos de paisano, que trataban de rendir "su último homenaje a los fallecidos". Allí se celebró al día siguiente el funeral de cuerpo presente.
    El brutal atentado fue obra de los seis etarras que en esos momentos formaban el grupo Madrid de ETA: Juan Manuel Soares Gamboa, José Ignacio de Juana Chaos, Antonio Troitiño Arranz (que fue quien detonó el explosivo desde una zona ajardinada próxima al lugar de los hechos), Inés del Río Prada, Idoia López Riaño y Esteban Esteban Nieto. Contaron, además, con la complicidad de María Inmaculada Noble Goicoechea.
    Juan José Catón Vázquez tenía 30 años y estaba soltero. Fue enterrado en Palencia, su tierra natal.
    Juan Carlos González Rentero, era natural de Béjar (Salamanca). Tenía 21 años y sólo llevaba nueve meses en la Guardia Civil cuando fue asesinado. En su corta carrera ya había prestado servicio en Segovia, Salamanca, Barcelona y Madrid. Su abuelo también fue guardia civil. Juan Carlos era, además, un gran deportista.
    Alberto Alonso Gómez tenía 24 años. Había nacido en París en 1963 y estaba soltero. Estudiaba la carrera de Derecho cuando fue asesinado.
    Vicente Javier Domínguez González, era natural de Plasencia (Cáceres). Tenía 25 años y estaba soltero.
    Juan Mateos Pulido era también cacereño, de la localidad de Robledillo de Trujillo. Tenía 30 años, estaba casado y era padre de un niño de 2 años.

    https://www.youtube.com/watch?v=IdZrTAYk4jw
    :rura:-)

  4. #44
    En torno a las dos de la tarde del 28 de abril de 1980 es asesinado en San Sebastián RUFINO MUÑOZ ALCALDE. Era guardia civil y estaba destinado en el Gobierno Militar de la capital guipuzcoana.
    Rufino regresaba a su casa en Fuenterrabía en un autobús de línea desde San Sebastián. En la misma parada se subió el policía nacional Hipólito Rodríguez Ramos y su esposa. Tanto Rufino como Hipólito iban vestidos de paisano y se sentaron en diferentes asientos del autobús.
    En el alto de Gaintxurisketa, a unos cinco kilómetros de Rentería, subieron al autobús tres individuos. Poco después de reanudarse la marcha, dispararon a bocajarro contra Rufino, que se encontraba en la parte delantera del vehículo hablando con el conductor. Rufino Muñoz se desplomó, sangrando abundantemente. Murió casi en el acto.
    Los tres etarras ordenaron entonces al conductor que parase el autobús y comenzaron a descender apresuradamente. En ese momento Hipólito Rodríguez Ramos, el policía de paisano y sin armas que viajaba con su mujer en el autobús, se abalanzó contra el último de los terroristas intentando detenerlo. En el forcejeo el policía nacional le aplicó una llave de judo sobre la muñeca de la mano derecha, en la que aún conservaba la pistola. La pistola del etarra se disparó, alcanzándole en el pecho. Se trataba de Francisco Javier Aranzeta Eguizabal, alias Lepo. Se había acogido en 1976 al decreto de amnistía, tras el cual pasó a residir al otro lado de la frontera del Bidasoa y se reintegró a la actividad terrorista. Un año antes las autoridades francesas le habían negado la carta de refugiado político.
    Los otros dos terroristas, antes de huir, dispararon al policía, que resultó herido por cuatro disparos: dos en el tórax, otro en la muñeca izquierda y el cuarto en la cabeza, aunque este último sólo le produjo una rozadura. El conductor del autobús, una vez restablecida la calma entre los escasos viajeros, se dirigió al puesto de la Cruz Roja de Rentería, donde atendieron al policía nacional herido, que fue internado más tarde en la residencia sanitaria de la Seguridad Social Nuestra Señora de Aránzazu, en San Sebastián. Por su acción contra los terroristas a Hipólito Rodríguez Ramos le concedieron la medalla de plata al mérito policial.
    Rufino Muñoz Alcalde, de 40 años, era de Fresno del Río Tirón (Burgos). Estaba casado con una mujer vasca y tenía tres hijos. La capilla ardiente se instaló en el Hospital Militar de San Sebastián, donde al día siguiente, 29 de abril, se celebró el funeral antes de que sus restos mortales fuesen trasladados a su localidad natal para recibir sepultura. El presidente Suárez envió un telegrama de pésame a la familia del guardia civil muerto, que fue condecorado a título póstumo.

    A las ocho de la mañana del jueves 28 de abril de 1994, tres miembros de ETA, dos hombres y una mujer, asesinaban en la localidad vizcaína de Valle de Trápaga al guardia civil JOSÉ BENIGNO VILLALOBOS BLANCO, que recibió dos impactos de bala en la cabeza cuando se dirigía a su trabajo vestido de paisano.
    Benigno había salido de su casa, en la calle José Rufino Olaso de la localidad minera, a unos diez kilómetros de la capital vizcaína. Pretendía dirigirse a su trabajo en Aparcavisa, Centro de Control de Transportes Internacionales, donde realizaba labores de vigilancia. Iba solo y vestido de paisano. Se dirigió a coger el coche aparcado frente a su casa y, en el momento en que acababa de introducir la llave en la puerta, se le acercaron los terroristas, hiriéndole mortalmente en la cabeza. Según testigos presenciales, fueron dos los terroristas que dispararon contra el guardia civil, en tanto que otro les esperaba al volante de un vehículo situado en las inmediaciones.
    En el lugar del atentado se recogieron tres casquillos de nueve milímetros parabellum. Los terroristas huyeron en un turismo Fiat Tipo, con matrícula falsa de Santander, que abandonaron en la calle Vicente Durañona del barrio de Repélega de Portugalete, cerca de una gasolinera. Miembros de la Guardia Civil y de la Ertzaintza acordonaron la zona, mientras especialistas en desactivación de explosivos inspeccionaron el vehículo en previsión de que pudiera contener alguna bomba, algo que fue descartado más tarde.
    La capilla ardiente por el guardia civil asesinado quedó instalada en la tarde del jueves en el Gobierno Civil de Vizcaya y el funeral tuvo lugar al día siguiente, viernes 29 de abril, a las doce de mediodía, en la Iglesia de los Padres Agustinos de la capital vizcaína.
    José Benigno Villalobos Blanco, de 39 años de edad, estaba casado y tenía tres hijos: dos chicos de 16 y 12 años y una niña de 7. Hijo y hermano de guardias civiles había nacido en la localidad vizcaína de Lemóniz, aunque vivió en Valle de Trápaga desde niño. Estuvo destinado en Vizcaya desde que salió de la Academia del Instituto Armado en 1975. Fue enterrado en Cerezales del Condado (León), localidad natal de sus padres y pueblo donde veraneaba todos los años con su familia.
    :rura:-)

  5. #45
    En la mañana del viernes 29 de abril de 1977 fue asesinado a manos de miembros de la banda terrorista ETA el sargento de la Guardia Civil ANTONIO GALÁN ACEITUNO durante un atraco al Banco Hispanoamericano de Tolosa. El guardia civil se encontraba en el banco porque, previamente, se había producido otro atraco en la sucursal bancaria. Ambos atracos fueron realizados por terroristas de ETA.
    Sobre las 22:15 horas del día anterior tres terroristas de ETA político-militar secuestraron a Ángel Ormazabal, cajero de la citada sucursal bancaria en la calle Gorosabel de Tolosa. Tras ponerle una capucha en la cabeza, le metieron en su coche y le retuvieron en una furgoneta toda la noche. Por la mañana, en torno a las 6:00 horas, fueron al banco. Previamente Ángel avisó telefónicamente a la empleada de limpieza, Dori Velasco Mendia, diciéndole que tenía orden de abrir porque era día de cobro. Cuando llegaron a la sucursal bancaria, la empleada se encontraba ya ahí. Tras sacar las pistolas, los etarras obligaron a Ángel a abrir la caja fuerte, de la que sacaron veinte millones de pesetas. A continuación, les maniataron y huyeron. Poco después, el cajero consiguió soltarse y llamó a la policía. Esta, a su vez, dio aviso a la Guardia Civil, que envió al sargento Galán Aceituno a la sucursal.
    A las 8:30 horas, mientras Antonio realizaba las diligencias sobre el primer atraco, entraron cuatro terroristas, esta vez de la rama ETA militar. Uno de ellos llevaba uniforme de la Guardia Civil, lo que despistó a Antonio. Tras el "arriba las manos" los etarras vieron al sargento, al que dispararon una ráfaga de metralleta. Antonio pudo responder la agresión haciendo uso de su pistola e hiriendo al terrorista que llevaba el uniforme de la Guardia Civil. Los terroristas dispararon una nueva ráfaga que hirió a Antonio mortalmente en la cabeza. Trasladado urgentemente a la Clínica San Cosme y San Damián, ingresó cadáver. En el bolsillo de su guerrera tenia preparadas, para enviar por correo, dos cartas: una dirigida a sus padres y otra a su mujer.
    Los trabajadores del banco informaron a los etarras de que no había dinero, por lo que montaron en el coche que esperaba fuera y huyeron, mientras el herido dejaba un reguero de sangre. El vehículo lo habían robado minutos antes a Kleuz Metzer, director de la empresa Winkler y Dunnebier. Le obligaron a dirigirse a las afueras de Tolosa, por la carretera de Laburu, y allí le dejaron atado diciéndole que no se soltara en hora y media "porque pagaría las consecuencias". Este coche fue encontrado horas después abandonado en la plaza de Carlos VII, en el mismo corazón del casco antiguo de Tolosa. En su interior se encontraba la guerrera del uniforme de la Guardia Civil, y el correaje y la funda de la pistola. La sahariana tenía un orificio de bala en la parte superior del corazón y manchas de sangre, igual que la tapicería del coche.
    Antonio Galán Aceituno era de Castilblanco (Badajoz) y tenía 47 años. Había sido destinado a la Comandancia de Guipúzcoa hacía escasamente un mes, por lo que su familia todavía permanecía en Pontevedra. Allí vivió catorce años con su mujer, Carmen López Corral, y sus tres hijas: María del Carmen, de once años, María Jesús, de ocho, y María Pilar, de cinco. El sargento tenía concedido un permiso para el mes de mayo, porque la segunda de sus hijas iba a hacer la primera comunión el día 20. Castilblanco fue uno de los primeros municipios que homenajeó a una víctima del terrorismo: el 12 de junio de 1982 el Ayuntamiento acordó poner el nombre de Antonio Galán Aceituno a una de las calles de la localidad.
    :rura:-)

  6. #46
    El 30 de abril de 1979 es asesinado en Oñate (Guipúzcoa) el guardia civil JUAN ANTONIO DÍAZ ROMÁN, adscrito al equipo de desactivación de explosivos de este cuerpo. Fue alcanzado de lleno por la onda expansiva de un artefacto que intentaba desactivar, colocado en el primer piso de un bloque nuevo de viviendas que se estaba construyendo en la calle Olakua del barrio de San Lorenzo de la localidad.
    A media tarde del 29 de abril el propietario del piso donde se encontraban los dos kilos de Goma-2 informó a la Guardia Civil de que, en el momento en que procedía a enseñar la vivienda a unos familiares que venían de Vitoria, encontró un cartel en el que se leía "No pasar, artefacto explosivo, ETA".
    Los expertos de la Guardia Civil, que se personaron de inmediato en el lugar, trataron inútilmente de desactivar a distancia la bomba, por lo que Juan Antonio, pese al reproche de sus compañeros, optó por intentar neutralizarlo manualmente. En el momento en que la estaba manipulando, la bomba explotó causándole heridas gravísimas. Era la una y cuarto de la madrugada del 30 de abril.
    Un día antes, en un almacén situado en el mismo polígono en construcción, explotó otro artefacto de gran potencia que contenía una cantidad estimable de metralla, lo que provocó graves daños en las dependencias.
    El cuerpo de Juan Antonio Díaz Román fue trasladado al Hospital Militar de San Sebastián, pero nada pudo hacerse por su vida. A las cinco de la tarde del martes 30 de abril se celebró su funeral en la iglesia del barrio del Antiguo, de la capital donostiarra, al que acudieron las máximas autoridades civiles, militares y municipales. Después del velatorio, un grupo de personas lanzó gritos de "ETA asesina" y vivas a la Guardia Civil y a la Policía Nacional.
    Juan Antonio Díaz Román tenía 28 años y era natural de Melilla. Sus restos mortales llegaron a la Ciudad Autónoma el 1 de mayo, acompañado por su mujer y sus tres hijos, de corta edad. Procedían de Málaga y fueron transportados por un avión del Ejército del Aire. Cerca de un millar de personas se congregó en el aeropuerto de Melilla para recibirlo. Desde ahí, fue trasladado a la Comandancia de la Guardia Civil, donde se instaló la capilla ardiente. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de la Purísima Concepción, tras celebrarse el funeral de cuerpo presente en la Iglesia Castrense.
    Juan Antonio fue la primera víctima melillense de las cinco originarias de esa ciudad asesinadas por ETA: Juan Ramón Joya Lago, guardia civil asesinado en Tolosa el 12 de diciembre de 1982; el policía nacional Juan José Visiedo Calero, asesinado en Pamplona el 13 de abril de 1984; y los guardias civiles Antonio Molina Martín, asesinado en Collado Villalba el 17 de diciembre de 2002, y Juan Manuel Piñuel Villalón, asesinado el 14 de mayo de 2008 en Álava.
    En junio de 2010 el Gobierno de Melilla rindió un homenaje póstumo a los guardias civiles Juan Antonio Díaz Román y Antonio Molina Martín, a los que ascendieron a cabo. El acto se celebró en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla con la presencia del general jefe de la IV Zona de Andalucía, Ceuta y Melilla de la Guardia Civil, el general de brigada Laurentino Ceña Coro, y el delegado del Gobierno en Melilla, Gregorio Escobar.
    :rura:-)

  7. #47
    El miércoles 2 de mayo de 1979 ETA asesinaba en Villafranca de Ordicia (Guipúzcoa) a los guardias civiles ANTONIO PEÑA SOLÍS y JOSÉ MIGUEL MAESTRE RODRÍGUEZ.
    A las once y media de la mañana, como hacían diariamente, Antonio y José Miguel se dirigieron a la estafeta de Correos para recoger la correspondencia del cuartel. Iban vestidos de paisano en un coche particular. Era miércoles, día de mercado en la localidad, lo que obligaba a los coches a circular muy despacio. Cuando el vehículo se encontraba en la calle Mayor, dos etarras le salieron al paso. Uno de ellos, con una metralleta, se colocó delante del turismo y disparó una primera ráfaga. Después disparó una segunda ráfaga desde el costado derecho. A continuación se montaron en un vehículo donde les esperaba un tercer terrorista y huyeron del lugar.
    El coche utilizado por los etarras había sido robado a punta de pistola en Beasain a las ocho de la mañana. Al propietario lo dejaron maniatado con una cadena en el cementerio de la localidad. Un vecino oyó sus gritos pidiendo socorro y avisó a la Guardia Civil, que procedió a liberarle.
    Antonio y José Miguel fueron trasladados a la Clínica de San Miguel en Beasain, donde ingresaron cadáveres. Tenían más de una docena de impactos de bala en el cuerpo.
    Al día siguiente, jueves 3 de mayo, se celebró en el Hospital Militar de San Sebastián el funeral por sus almas. A la ceremonia religiosa, que fue oficiada por el capellán castrense, asistieron los padres de ambos guardias civiles, así como el gobernador civil de Guipúzcoa, Antonio Oyarzabal, el presidente de la Di****ción, Javier Cinzarna, y autoridades civiles y militares.
    Antonio Peña Solís era de Valor (Granada). Tenía 26 años y estaba soltero.
    José Miguel Maestre Rodríguez tenía 27 años. Era de Arroche (Huelva) y estaba casado sin hijos.

    :rura:-)

  8. #48
    El miércoles 2 de mayo de 1979 ETA asesinaba en Villafranca de Ordicia (Guipúzcoa) a los guardias civiles ANTONIO PEÑA SOLÍS y JOSÉ MIGUEL MAESTRE RODRÍGUEZ.
    A las once y media de la mañana, como hacían diariamente, Antonio y José Miguel se dirigieron a la estafeta de Correos para recoger la correspondencia del cuartel. Iban vestidos de paisano en un coche particular. Era miércoles, día de mercado en la localidad, lo que obligaba a los coches a circular muy despacio. Cuando el vehículo se encontraba en la calle Mayor, dos etarras le salieron al paso. Uno de ellos, con una metralleta, se colocó delante del turismo y disparó una primera ráfaga. Después disparó una segunda ráfaga desde el costado derecho. A continuación se montaron en un vehículo donde les esperaba un tercer terrorista y huyeron del lugar.
    El coche utilizado por los etarras había sido robado a punta de pistola en Beasain a las ocho de la mañana. Al propietario lo dejaron maniatado con una cadena en el cementerio de la localidad. Un vecino oyó sus gritos pidiendo socorro y avisó a la Guardia Civil, que procedió a liberarle.
    Antonio y José Miguel fueron trasladados a la Clínica de San Miguel en Beasain, donde ingresaron cadáveres. Tenían más de una docena de impactos de bala en el cuerpo.
    Al día siguiente, jueves 3 de mayo, se celebró en el Hospital Militar de San Sebastián el funeral por sus almas. A la ceremonia religiosa, que fue oficiada por el capellán castrense, asistieron los padres de ambos guardias civiles, así como el gobernador civil de Guipúzcoa, Antonio Oyarzabal, el presidente de la Di****ción, Javier Cinzarna, y autoridades civiles y militares
    Antonio Peña Solís era de Valor (Granada). Tenía 26 años y estaba soltero.
    José Miguel Maestre Rodríguez tenía 27 años. Era de Arroche (Huelva) y estaba casado sin hijos.
    :rura:-)

  9. #49
    A las diez menos cuarto de la mañana del domingo 2 de mayo de 1982 la banda terrorista ETA asesinaba en la localidad vizcaína de Ondárroa al guardia civil PABLO FERNÁNDEZ RICO cuando custodiaba la casa cuartel de esa localidad vizcaína. Un terrorista se aproximó caminando y, cuando estuvo suficientemente cerca del guardia civil, le disparó tres tiros que le alcanzaron en el hombro, el brazo derecho y la región abdominal. En las inmediaciones del lugar del atentado la Guardia Civil encontró tres casquillos 9 milímetros parabellum marca FN Geco.
    Pablo quedó recostado en el suelo, junto a un árbol, mortalmente herido. Trasladado en una ambulancia del cuerpo a la ciudad sanitaria de Cruces en Baracaldo, falleció cuando los médicos se preparaban para intervenirle quirúrgicamente.
    Al funeral presidido por el ministro del Interior, Juan José Rosón, asistió su viuda, María Ángeles Carretero, que estaba embarazada de su tercer hijo. Posteriormente, el cadáver de Pablo fue trasladado a Badajoz por vía aérea, y de ahí fue llevado por carretera a Santa Marta de los Barros, localidad natal de su viuda donde fue enterrado.
    La viuda y la hermana de Pablo, Rosario, hicieron declaraciones al diario Hoy.es en abril de 2006. Reconocían que la situación de las víctimas había mejorado en los últimos años, pues ahora existía más apoyo y más reconocimiento social. "Antes morían como bichitos, y los enterraban sin ningún honor" expresaba gráficamente Rosario. María Ángeles declaró que ni perdonaba ni olvidaba: "No he educado a mis hijos en el rencor, pero no puedo perdonar", señalaba, al tiempo que mostraba su estupor porque las madres de los presos etarras se quejasen de que no podían ver a sus hijos más que una vez al mes y no se diesen cuenta de que los familiares de las víctimas de ETA ya no los van a ver nunca más. "Mis hijos ni siquiera han conocido a su padre".
    Pablo Fernández Rico tenía 29 años y estaba casado con María Ángeles Carretero. Natural de Villar del Rey (Badajoz) tenía dos hijos, Pablo y José Ángel, de tres y un año. Su mujer estaba embarazada del tercero. Pertenecía a la 222 Comandancia de la Guardia Civil con sede en Badajoz. Era el séptimo hijo de una familia con ocho hermanos, cuyo padre también era guardia civil. Hacía ya algún tiempo había sido destinado, con carácter temporal, al cuartel de Ondárroa, perteneciente a la Comandancia de Vizcaya, para reforzar su vigilancia. Su hijo Pablo también se hizo guardia civil. Ingresó en el Instituto Armado y se casó en 2006 vistiendo el uniforme y el tricornio de gala de su padre. Tanto en Villar del Rey como en Santa Marta de los Barros hay sendas calles con el nombre del guardia civil asesinado. Su viuda tardó diecinueve años en recibir la indemnización como víctima del terrorismo.
    :rura:-)

  10. #50
    A las nueve y media de la mañana del lunes 3 de mayo de 1976 el cabo primero de la Guardia Civil ANTONIO DE FRUTOS SUALDEA fallecía en Legazpia (Guipúzcoa) como consecuencia de las heridas provocadas por la explosión de un artefacto que alcanzó de lleno al vehículo en el que viajaba.
    La ejecución del atentado incluyó la utilización, por parte de la banda terrorista, de una ikurriña como cebo. A primera hora de la mañana de ese día, un sargento y tres números de la Benemérita se dirigieron en un Seat de color azul hacia el embalse de Urtatxa, situado a unos dos kilómetros de Legazpia, en cuyo muro de contención, hacia la mitad del mismo, habían colocado una ikurriña. La bandera, de un metro ochenta centímetros, se encontraba atada a un mástil, y junto a ella había un paquete que se pensó que podría tratarse de un artefacto explosivo.
    Una vez realizado el reconocimiento oportuno, cuatro miembros de la Guardia Civil se dirigieron en el coche hasta el cuartel de Legazpia donde informaron del hecho a sus superiores. En el mismo vehículo volvieron al embalse el cabo primero de la Guardia Civil Antonio de Frutos y otros dos guardias civiles. Mientras estaban en el embalse, informaron a Antonio de que sobre las cinco de la madrugada un artefacto había destruido el coche de Antonio Triguero, gerente de un establecimiento hotelero.
    Antonio ordenó a los dos guardias que permanecieran junto a la ikurriña para evitar que se acercara alguna persona a la misma y resultara herida por la bomba que estaba adosada a la misma, mientras él iba al cuartel para informar de la otra explosión. Llevaba apenas recorridos unos doscientos metros desde el lugar donde estaba situada la bandera, cuando su coche fue alcanzado de lleno por otro artefacto explosivo. El vehículo quedó completamente destrozado y Antonio falleció en el acto. Su cuerpo fue catapultado a más de diez metros del lugar de la explosión. "No me dejaron ver el cadáver. Me dijeron que estaba destrozado", contó su viuda a El País.
    El lugar donde ocurrió la explosión era un camino en pendiente, que estaba sin asfaltar, por donde sólo podía pasar un vehículo. La bomba, compuesta por Goma-2, estaba colocada en un lateral del camino, a un metro de altura, y fue accionada desde un lugar próximo.
    En la investigación posterior se halló un cable que llegaba hasta las proximidades de un caserío abandonado, situado a unos cien metros del lugar de la explosión, donde, muy posiblemente, fue conectado el artefacto por medio de un detonador de pilas. El paquete que se encontraba junto a la bandera fue explosionado poco después de forma controlada por la propia Guardia Civil.
    Nada más producirse el atentado terrorista comenzó un gran despliegue de fuerzas por el monte para intentar detener a los autores, búsqueda que se reforzó con un helicóptero y con fuertes controles de carretera.
    El 4 de mayo se instaló la capilla ardiente en el cuartel de la Guardia Civil de Legazpia y a las once de la mañana del miércoles 5 de mayo se celebró un funeral en Nuestra Señora de la Asunción de Legazpia, donde al final de la misma le fueron impuestas a Antonio las medallas del mérito policial y militar. Posteriormente su féretro fue trasladado a su localidad natal.
    Antonio de Frutos Sualdea tenía 44 años. Era de Valtiendas (Segovia), estaba casado con María Martín Peña, y tenía tres hijas: María Jesús, Teresa y Antonia (Toñi), de doce, diez y siete años de edad respectivamente. Había ingresado en la Guardia Civil en 1963. Tras pasar por diversos destinos, en 1971 fue ascendido a cabo primero y destinado a Legazpia.Su mujer y sus hijas se fueron a vivir a Madrid ocho días después del asesinato. Era algo que el matrimonio ya tenía pensado, pues Antonio había empezado a tener pánico desde que, en diciembre de 1975, los etarras pusieron una bomba en la garita del puesto del cuartel de Legazpia, bomba que pudo ser desactivada.
    Con motivo del 25 aniversario del asesinato de Antonio, María declaraba a El País: "Nuestro mundo se desmoronaba. En horas, unos asesinos mandaban a mi marido bajo tierra, a mí me condenaban a la soledad, y a mis tres hijas, a un colegio de huérfanos. Ni siquiera me quedaba una pensión digna para tenerlas conmigo. Lo único que le pido a Dios es que toda esa gentuza de ETA esté en la cárcel hasta que se pudra. Porque a nosotras nos han destrozado la vida".
    La vida para María y sus tres niñas fue muy dura. Durante los primeros tiempos la hija pequeña dormía abrazada a su madre: "no pegaba ojo, y cuando intentaba darme la vuelta, ella me agarraba más fuerte. Yo pensaba: ésta, pobre... qué angustia tendrá. Pensará: si se han llevado a mi padre, a mi madre no me la quitan".
    La miserable pensión que le quedó a la viuda le obligó a ingresar a las niñas en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil de Valdemoro, dirigido por religiosas, donde estuvieron hasta finalizar los estudios, bien entrados los ochenta. "No me quedó más remedio. Fue la decisión más dolorosa de mi vida", dice la madre. A pesar de esa decisión tan dura para ella y sus hijas, las tres definen a María como una "Madre Coraje". Se sacó el carné de conducir con 40 años y empezó a hacer jerséis para sacar algún dinero extra. Los fines de semana, sacaba a las niñas del colegio de huérfanos e intentaban hacer vida normal.
    La familia nunca ha sabido quién mató a Antonio. "Ni les odio ni les perdono, porque nunca me han pedido perdón. Sólo quiero que vayan de la cárcel a la tumba".
    :rura:-)

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