Ni todos los catalanes son malos, ni todos los vascos son malos. Pero esos grupúsculos de sus sociedades (había pensado llamarles forúnculos) que tanto odio le tienen a España, son los que nos confunden al resto de ciudadanos y nos hacen ver lo que no es.
Yo he vivido y trabajado en Cataluña, he convivido con los catalanes de pura cepa y jamás he tenido el más mínimo problema con ellos, ni de convivencia, ni lingüístico, ni de ningún otro tipo.
Con los que sí tuve algún que otro problema, principalmente de orden lingüíistico, fue con los emigrantes en Cataluña, nacionalizados catalanes. A esos que nosotros los andaluces les llamamos "charnegos". Esos sí que tienen tela para cortar, aunque obviamente y como en todos los órdenes de la vida, tampoco todos son malos.
Qué pena que en Andalucía no haya fructificado un partido andalucista fuerte, que realmente hubiera tenido conciencia de lo que es ser andaluz y hubiera aglutinado el voto de una gran mayoría de andaluces. En vez de ser catalanes y vascos las llaves de muchos de los gobiernos que hemos tenido, podíamos haber sido nosotros los que ocupáramos ese lugar. Porque de una cosa sí estoy seguro, y es que nosotros hubiéramos sido más generosos para con el resto de España que los susodichos, pues nuestros sentimientos nacionalistas van muy en paralelo con nuestro sentimiento de amor a nuestra patria, nuestra querida España.
Sinceramente pienso que otro gallo hubiera cantado, pero las cosas han sido como han sido y lo pasado ya no tiene enmienda.
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