Es casi curioso por no decir matemática que conforme pasan los años uno adquiere otros saberes que a veces nos son necesarios en la lucha diaria en la calle, como es tener esa psicología no aprendida en una carrera universitaria sino en la jodida calle.
En cuestión de cuatro días otro compañero y yo tuvimos dos noches, y todavía nos preguntamos si acaso alguno de los dos o porqué no decirlo, los dos, somos gafes... o esa **** manía que tienen algunos ciudadanos de joderse ellos mismos y de paso joder a los picoletos.
La primera noche sucedió a las dos más o menos de la madrugada...... llamada de la central en la que se nos participa que en la puerta del puesto de (sigc) hay un súbdito marroquí en estado alterado y agresivo, dando voces y que unos compañeros de tráfico se están haciendo cargo de la situación y solicitan apoyo.
Cuando llegamos los compañeros le tenían en su oficina y cuando entramos el cuadro era digno de la batalla de Flandes . . . sangre en el suelo, en las sillas, mesas, documentos..... yo me subí el dobladillo del pantalón para arriba para evitar ( que al final resulto nulo) el mancharlos de sangre.
Resulta que el niño de 23 años había estado bebiendo y sorbiendo con su nariz una sustancia blanca durante varias horas en un local de la localidad, sale del garito y con tanto mejunje en su cuerpo y cerebro no encuentra su turismo y se presenta en oficinas de la policía local y los compañeros de ese cuerpo al ver su estado no le recogen la correspondiente denuncia, sale cagándose en ellos de palabra y empieza a golpear con los puños cerrados las paredes con el consiguiente resultado, estas le premian con diversas contusiones sangrantes y en este estado va a dar por culo a los de verde.
Llega el padre de tan peculiar y civilizada criatura tras avisarle y al verle en ese estado nos dice que no reconoce a su hijo en ese estado, y este al oir sus palabras se dirige a él con el suficiente ánimo, valor y ardor para agredirle consiguiendo entre los los presentes sujetarle y engrilletarle tras zarandeamos, darnos algunas patadas en las espinillas, diversos empujones y tratar de golpearse contra una pared y echarnos la culpa, total que el progenitor sale desconsolado y se va a la calle reconociendo que su hijo fuma mucha hierba y que hoy, se habrá metido alguna otra cosa, total que a base de hablarle logramos calmarlo hasta la llegada del equipo médico que logra ponerle un calmante tras ser sujetado por nosotros cuatro porque el personaje de la historia central decía que ese hijo de **** no le pinchaba en el culo . . . pero el médico que por curiosidad era marroquí, le coloca la banderilla y media hora el tío se calma y es evacuado a un hospital . . . donde de nuevo se pone agresivo insultando a todo ser viviente que se le acerca . . . . en fin, terminamos a las 8 de la mañana....... conalguna contusión en nuestras piernas . . . habrá que pedir a la Dirección General que también aparte de los chalecos antibalas se nos dote de petos como a los caballos de los picadores.. pero esa noche no fue nada comparada con la siguiente dos días después......

Esta nueva historia empieza a la 1 de la madrugada, nueva llamada de la central porque en la misma localidad que la anterior historia los municipales tiene problemas con un varón en estado agresivo . . . el compañero y yo nos miramos y los dos pensamos que el marroquí detenido la anterior noche la había vuelto a liar. .. (por cierto el coche no se lo habían robado . . . ni se acordaba donde lo había dejado), total que llegamos al lugar donde tienen sus oficinas y no vemos al marroquí, si a los dos policías municipales de pie junto a un banco donde están sentadas varias personas, un varón de unos treinta y tantos años (feriante de profesión nos dijeron después) acompañado de varias mujeres, dos sobrinas y una hermana un tanto mellada y algo bizca, y yo supuse que lo de las mellas no era por caída natural de los dientes, sino por el consumo de esa sustancia blanca que es la cocaína... pero todos en un estado de calma tensa mientras el varón, feriante, con cara de malo de película fumaba un cigarrillo.
- Que ya habéis llamado a estos gilipollas porque no tenéis cojones vosotros dos a pasarme dentro.... no tenéis huevos los cuatro para hacerlo.
Me llevo a un municipal aparte y pregunto que es lo que ha pasado y me dice . .
- Estábamos dentro del cuarto y ha entrado gritando diciendo que teníamos que dar un parte al seguro, que había chocado con el vehículo oficial (las dependencias de la policía están dentro de la plaza del pueblo sin acceso a vehículos particulares) y le duele todo el cuerpo. Le hemos dicho que no puede entrar con su turismo la plaza y nos ha contestado que no ha sido así, sino que él iba andando y por dejar el coche de la policía en la plaza se ha dado con la cabeza con el portón trasero, así es que ya estáis sacando el seguro para dar un parte.
Lo siguiente que hizo el feriante es darme un puñetazo en la cara dentro de la oficina y salirse a la calle y sentarse donde está, y no logramos hacerle entrar para detenerle por la agresión.

Yo a mis años, con mi hernia discal en esos momentos tocándome los -perdón- los cojones pienso que va a costar lo suyo hacerle entrar por la fuerza bruta máxime estando los familiares con él en los exteriores, ser fin de semana y encontrarse la plaza con diversos ciudadanos tomándose sus cañas o copas que lo mismo me daba y sus móviles a mano con lo que me digo .... ¡ hala, te toca de hacer de psicólogo de nuevo y que la fuerza nos acompañe.
Me acerco al feriante, saco un cigarrillo de estos modernos que parecen puritos de los que dice mi sufrida mujer que huelen que apestan por lo que tengo que irme a la calle a fumarlos llueva, nieve o hagan cincuenta grados de calor, y con mucha calma lo enciendo mientras me quedo mirando al sujeto fijamente y este a mi.

- Si al final el más viejo va a ser el que más cojones tenga y no estos putos niñatos que no valen para nada... a esos me los llevo con una **** mano, mientras sigo pensando por donde entrarle.
- Bueno -pregunto-. Al menos antes de darnos de ostias dime si me dices tu nombre.
- Me llamo David ¿ y tu? . . . yo me llamo Luis (mentira).
-Ostias te llamas como mi padre que en paz descanse.
- Yo tampoco tengo al mio vivo. Y mira ya tenemos algo en común, le contesto.
-Bueno David cuéntame que ha pasado y sigo dando caladas al feo y mal oloroso cigarrillo.

-Estos putos mierdas que me han dado de ostias y no tienen los huevos para detenerme.
- Ellos dicen que has sido tu, David.
-Mentira que son unos niñatos de mierda y me la van a pagar.
-¿Pasamos dentro David y hablamos para aclarar la situación?
-Vale que de usted me fió. Me recuerda a mi padre, pero ¿ puedo fumarme otro cigarro?
- Claro que si. Yo me fumo otro. saco el cigarrillo y me dice el tío . . . ostias lo que fuma usted.
- Fumaba fortuna pero para matarnos prefiero hacerlo sin que duela más el bolsillo.. además terminas acostumbrándote.
...Minutos más tarde entrábamos a la oficina y antes, aprovecha la hermana para decirme que le tratemos bien. Que lleva una temporada muy mal. Le ha dejado la mujer y sus hijos y toma mucha coca, hachís y todo lo que pilla.
- No se preocupe. A ver si hablamos y terminamos pronto y se van todos para casa.
... Recuerdo estas palabras que a continuación digo de una peli española de los sesenta . . . no recuerdo el título completo. . . recuerdo los actores y era de aquellas entrañables . . . y las decía un niño. . . . MIERDA, CAGAO, CULO . . . pues eso. Que todo fue bien hasta que le digo a los locales que le lean sus derechos . . . . en cuanto le dicen que queda detenido y se los van a leer el feriante da un salto de la silla y sale escopeteado para la calle . . . . los cuatro a por él como si fuese el terrible caimán del Misisipi . . les cuento a ustedes que el tío estaba como endemoniado. Entre los cuatro conseguimos detenerle cuando ya tenía la puerta de la calle medio abierta . . . gritos dentro, gritos de las mujeres fuera . . . conseguimos tirarlo al suelo y el feriante que se las sabe todas se engancha por detrás las dos manos y por poco tenemos que ir a por un martillo y un cortafríos para separarlas . . . . conseguimos ponerle los grilletes y sentarle en una silla después de haber recibido de nuevo varias patadas e intentos de mordisco, cabezazos etc . . . . aviso de nuevo al centro médio y el mismo facultativo que con el anterior . . . se nos queda mirando y nos dice . . .
- ¿ otro? . . . vaya racha que llevamos y aprovecha ese momento el feriante y le dice - ¿ y tu hijo de **** que dices? ...¡como te acerque te juro que te mato de un cabezazo so maricón de mierda...
Toca otra vez de psicólogo y le digo ¿ David está aquí para curarte esas heridas en las manos-
- Me las habéis hecho vosotros, cabrones-
-Mira que si te calmases terminamos y te vas para casa.
- ¿De verdad?
-Si, le contesto.
-Don Luis me puede dar agua?
Le llevo un buen vaso lleno y le digo- David el médico te va a curar y luego te pone un inyección para que te tranquilices.
- Si se acerca a ponerme una inyección le mato. No quiero pinchazos.
- - ¿ y si lleva alguna pastilla te la tomas?
-Eso si Don Luis.
Me cerco al médico y le pregunto que lleva en pastillas y me dice que trankimacín de 5 mgs.
- ¿ Que dosis le puede dar?
- Dos pastillas pero van a tardar en hacer efecto. No es como una inyección.
Le digo al sujeto en cuestión que le va a dar dos pastillas el médico y me dice que ese maricón no se acerque y se las de yo . . . tate me digo.... como me muerda los dedos ni guantes anticorte me libran .. pero vamos allá. Me quito los guantes y le digo.
- David me he quitado los guantes porque me sabe mal dártelas con ellos puestos.
- Usted si que es un hombre con huevos Don Luis. Démelas que le juro por mi padre que me porto bien con usted y no con esos tres mierdas y el maricón del médico.
Les digo que más que dárselas como mandan los cánones se las tiré a cierta distancia cuando tenía la boca abierta y ¡joder! suerte que acerté y el tío tan contento.
Cuando las pastillas hicieron su efecto como una balsa de acierto. Salimos a la calle y fumamos cada uno de su tabaco y el feriante me contó toda su vida desde la juventud.
- Don Luís tiene usted cojones. Cuando venga por aquí y si nos vemos le invito a usted a unas cervezas y le juro que me portaré bien. Hay que portarse bien con la gente que le hecha huevos y encima entiende a la gente . . . .

Y me pregunto que me ata a mis 57 años continuar en la brecha con la misma ilusión con la que entré aquel año . . . . cuando tenía 22.

Perdón por extenderme.