Estas cosas vienen dadas con los tiempos modernos que nos toca vivir, porque en los míos eran cosas de antaño donde el juego de los aros, las chapas y los perpes suplían esos hartazgos que impregnan a la juventud de hoy.
El compañero que me toó aquella noche era de lo mejor , buena persona, buenísimo compañero y además dejaba ver esa gracia que no era vista por todo el mundo, si no solo por los que le conocíamos y como cosa recíproca, nos conocía.
Todavía no se habían inventado esto de los dos días libres y las horas de servicio las hacíamos a porrillo, lo mismo daba hacer 200 que 300, la cosa es que encima estábamos una plantilla que no solo salíamos a realizar el servicio si no a disfrutar de el y no se si se entiende esto último.
Como cosa normal el saludo correspondiente al vernos.
– buenas noches poli, le dije,
- buenas sean tío currito, me contestó.

Era estupenda, la noche me refiero, principios de un verano en el que hasta las moscas iban en paños menores, siendo perseguidas por los moscones respingones, y ya sin dilaciones algunas, iniciamos la primera y sagrada presentación de . . . tomarnos el café en el bar del Benigno, nombre que a mi me parece correcto mientras otros tratan de cambiarle por el más significativo de “maligno”, dada la seriedad que se gasta el indicado.
Tomamos un buen café mientras el moscón cojonero que con el rabo mata moscas nos preguntaba que si íbamos hasta las 6 de la mañana y yo le dije que no, que esa noche tocaba irse antes a la cama a las 8 de la mañana con lo que el parroquiano, entre sorbo y sorbo de su cerveza se calló de una vez por todas.
No mucho más de diez minutos para la toma de esa infusión cafeínica y nos dispusimos a salir, levantamos esas cortinillas de tiras antimoscas pero no antimoscones y ¿a quien vemos?, joder, ya va por allí el figuras con el coche y ¿ que hace el figuras al vernos?, empieza a mover las manos soltando el volante arriba y abajo.
Le paramos apenas unos minutos después y al preguntarle donde llevaba el chocolate y porque esos movimientos con las manos murmuró algo que no entendimos.

- A ver, deja de masticar y sácate el chicle de la boca que no nos enteramos de nada figuras , y el tío que de nuevo mua, mua, mua . . . .

Ya mosqueado le digo que abra la boca y que tire al suelo lo que está masticando, soltando el muy jodido una pasta asquerosa de color verdoso marrón o algo parecido ¿ esto que es figuras?, le pregunta el poli.
-Joder tengo la boca echa mierda y dormida y no puedo ni hablar, contesta. Es el hachís que llevaba que prefiero comérmelo antes que me denuncies otra vez.

Nos dio por reír mientras el seguía moviendo la boca acartonada por el chocolate y le digo – figuras la próxima vez traigo un bote y esperamos todos a que cagues para llevar analizar la sustancia, a si es que evítate el comer esa mierda porque no te vas a librar.

En fin . . . una anécdota que se suman a otras en tantos y tantos servicios.