Buenos y jarreados días D. Manuel.
Me ha pedido usted que exponga mi opinión personal sobre el tema que está usted relatando, y en atención al respeto que me merece voy a intentar hacerlo lo más honradamente que me sea posible.
En primer lugar, creo que hay que ser bastante cerrado de entendederas para considerar que el relatar algunas circunstancias pasadas dentro del Cuerpo suponen algún tipo de inquina o de segundas intenciones. Todas las instituciones del tipo que sean tienen sus luces y sus sombras, y más aun cuando esa Institución está dedicada a hacer respetar las leyes vigentes sin tener que tener en cuenta si los legisladores han sido justos en su promulgación. También es muy difícil, por no decir imposible, hacer coincidir voluntades en un colectivo tan grande y menos aun en una nación como es España en la que todos pensamos que somos nosotros quienes llevamos la razón y el malo y confundido es el vecino. Somos individualistas y reacios a la disciplina por genética, y eso queda reflejado hasta en los más mínimos detalles de nuestros actos.
Siempre he pensado que los hechos y las acciones de los hombres hay que juzgarlos desde la perspectiva histórica y social del momento en que se producen; nunca seremos objetivos si lo hacemos desde perspectivas actuales. Por desgracia eso no se suele dar y consecuentemente distorsiona los hechos; y más aun en estos días en que la sociedad es totalmente distinta a la de esos años pasados en que la semilla del odio, las penurias, los revanchismos, y la maldad intrínseca en el ser humano quedaban amparadas por las circunstancias sociales del momento.
Personalmente pienso que las cosas no deberían ser tan radicales y en muchas ocasiones irracionales como antes, ni tan subrealistas y absurdas como ahora. Creo que la balanza ha caído de un lado a otro, y tan malo era lo anterior en muchas cosas como lo es ahora en otras. No hemos sido capaces, en general, de encontrar el equilibrio de la balanza.
Cualquier colectivo humano, y mucho más si es de entidad militar, debe ser regido por unas normas colectivas en las que aparezcan premios y castigos. Algunos, muchos, pensarán que no es necesario y que cada cual ya sabe cuáles son sus obligaciones y cómo afrontarlas; pero pienso que ese pensamiento deriva de una premisa falsa: todos somos racionalmente responsables e iguales en nuestro comportamiento. Y eso es falso. Cada persona es un mundo capaz de entender y afrontar las circunstancias de modo distinto. Por eso es necesario una serie de normas que sirvan de guía global e imprescindible su más estricto cumplimiento (luego se pueden emplear ciertos matices que no comprometan el objetivo final)
Por ejemplo, hay veces que una sola mirada, o incluso una sonrisa paternal, sirven por sí mismas para corregir acciones equivocadas o negativas en personal subordinado; pero por desgracia no tienen el mismo efecto en otras ocasiones, ocasiones en que esa misma mirada o esa sonrisa es interpretada como soberbia, humillación o abuso de autoridad. Aquí entra en juego la condición humana.
Lo que sí que tengo claro es que es mucho más difícil mandar que recibir órdenes; y lo digo desde la perspectiva de haber sido sujeto paciente y posteriormente “el malo de la película”. Solo hay una manera de exigir, y es exigirse en primer lugar a uno mismo. Si quiero que los míos cumplan, el primero que tiene que cumplir soy yo, y si quiero que los míos hagan esto o aquello, el primero que tiene que demostrar que se puede hacer soy yo haciéndolo. Eso es lo único susceptible de dar crédito y respeto a quien tiene responsabilidades sobre otras personas. Simplemente ser honrado con los demás y con uno mismo; o cómo mínimo intentarlo.
El problema de las normas y la disciplina viene incuestionablemente con el paso de los años. Cualquiera de nosotros se habrá dado cuenta que no se juzgan las cosas de igual manera cuando se tienen 20 añitos, que cuando se tienen 40, y menos aun cuando uno ya es abuelo. Son problemas generacionales y de cambios sociales. Problemas que no son negativos por sí mismos, ya que en realidad son el motor que mueve el mundo. Podríamos analizarlo desde un punto de vista científico o filosófico, y decir que la mentalidad de los seres humanos se conforma en una determinada etapa vital, y a partir de esa etapa quedamos marcados y anclados de distintas maneras en ese momento de recepción y asimilación; pero creo que sería ir demasiado lejos y terminaríamos liando la madeja.
En definitiva. No tema usted por hipotéticos juicios negativos respecto a su intervención. Lo que nos hace libres es poder expresarnos honradamente. Críticas e interpretaciones subjetivas las tendrá usted y las tenemos todos incluso dentro del círculo de quienes más queremos. Somos humanos y llenos de imperfecciones.
Si le ha servido a usted de algo este rollo, me alegraré. Si no ha sido así, le ruego sepa disculparme. La intención por mi parte, le aseguro que ha sido buena.
Un saludo.![]()
Marcadores