Hay una cosa en la que no suelo estar de acuerdo con la mayoría de personas, y esa cosa es en la “humanización” que generalmente hacemos con los animales. Ciertamente hay animales racionales que se denominan humanos con menos racionalidad que aquellos que simplemente se quedan con el calificativo de animales; pero empatizar con los animales, considero que lleva a privarles de su parte de libertad y de su propia esencia. En esto quizás los paisanos que han vivido en zonas rurales, a pesar de que muchas veces se les acuse de crueles o de tener “pocos sentimientos”, son más justos y racionales que los típicos urbanitas mediatizados por todo aquello que vende, por un lado, y da dinero por otro.
Esto no lleva implícito que no se tengan sentimientos con cualquier bicho. Hace apenas unos minutos la “reina de la casa” ha entrado cabreada porque ha visto a un gorrión “robando” una ramita de no sé qué tiesto, y juraba por lo más sagrado que si otra vez lo ve se iba a enterar el gorrión (evidentemente no tiene ni **** idea de lo que dice, nunca pillará al espabilado gorrión). Pobrecico, la he dicho, andará buscando “vivienda”, y ya sabes cómo andan esas cosas de la viviendas hoy día; así que déjale y no le compliques la vida.
Hay otro matiz en su última intervención y qué no quiero pasar por alto. Se trata de cómo algo, que en un principio se crea para dar una sensación de seguridad o de intimidad, puede volverse en contra de sus usuarios. Me refiero a esa moda de levantar muros inescalables, cerraduras a toda prueba, verjas a prueba de bomba, etc., que sirven para “defendernos” de las posibles intrusiones desde fuera, pero que en la misma medida dificultan las intervenciones cuando es la ayuda la que también viene de fuera. Hay veces que la diferencia entre la vida o la muerte viene dada por la rapidez en la intervención, y esos elementos de “seguridad” retrasan o impiden en gran medida esa posibilidad determinante de ayuda.
Si seguimos por este camino podríamos entrar en muchas diatribas discutibles de este tipo de sociedad y en la manera en que nos estamos complicando y encareciendo la existencia; pero ese no es el tema. Siga vuestra merced contando, y en función de las alternativas del relato, ya entraremos a lo que sea menester.
Un saludo.