Haremos un empuje en la memoria sobre la vida y "milagros" de las mujeres de los guardias civiles allí destinados ¿y los hijos?, ¿qué haciamos los hijos y las hijas?.
En 1961 mi padre destinado en el Puerto de Valencia un lugar de mucho trasiego donde habían gruas, barcos, camiones, pasaba el tranvía, un Cuartel de 70 u 80 familias, es trasladado a petición propia a su tierra natal (Canarias), había estado esperando ese destino 12 años y al fín llegó.
Con una familia de esposa y cuatro hijos e 15, 12, 12 y 5, con los bártulos que habían nos embarcamos en el Miguel M.de Pinillos hasta Tenerife, allí le dieron destino a un Puesto distante a 68 kilómetros de la Capital, el pueblo de llama Villa de Arico, lo podeis consultar en este aparato, el itinerario se tardaba unas tres horas, puesto que en la carretera se contabilizaban unas 3000 curvas esquivando barrancos.
Allí pasé lo mejor de mi niñez y pubertad puesto que retornamos a Valencia dos años y medio después.
La vida en aquel Cuartelillo que se diferenciaba del anterior destino de mi padre en que solamente vivían seis familas, 1 Cabo 1º (Maroto) y cinco Guardias, Manolo, Gregorio, Juan Enriquez, y dos mas, y una media de tres hijos por Guardia, menos Juan Enriquez que tenía ocho era algarabía constante.
En el pueblo había luz eléctrica solo en determinados edificios, Ayuntamiento, Casa Cuartel, Centralita, Casa del Alcalde, Casa del médico, Casa del Cura, Casa del Maestro, tienda de Antonio Llanez, Tienda de Manuel Marrero, vaquería del mismo y poco más. Eso sí la luz eléctrica llegaba a las siete de la tarde hasta las 7 de la mañana del siguiente día. Con lo cual, no habían dibujos animados a ninguna hora porque no había ninguna televisión en el pueblo.
Los guardias hacian servicio de puertas y correrías con el mosquetón y poco menos, eso sí, en todos los pueblos que había fiesta tenía que ir la pareja, si o sí, o por lo menos yo allí los veía.
Una cosa imborrable para mí, fué el teléfono, no era de esos negros que había visto en la Capital, era una caja de madera con una manivela a un lado y el auricular al otro. Solo lo oí sonar una noche en la que mi padre se fué a cenar en el pabellón y me dejó en el cuarto de puertas por si alguien llamaba a la puerta, pero la curiosidad del niño "a ver como funciona esto", le dí un poco a la manivela y nada, al momento sonó el teléfono, mi padre salió corriendo del pabellón a escasos metros de la puerta y contestó reglamentariamente, era ni más ni menos que de la Central de teléfonos que se había recibido la llamada devolvió la misma al Cuartelillo; mi padre me preguntó ¿tu has tocado algo?, lo negue´.
El agua para el suministro de las viviendas lo hacíamos de la siguiente forma; entrega el agua a un algibe general del Cuartel, de allí con una bomba de mano la subiamos a un algibe en la terraza, y desde este segundo algibe bajaba a los grifos, claro cada día tocaba llenar el algibe a una de las viviendas y teniamos una tacha metida en la pared del algibe donde se marcaba el tope para entregarla al siguiente turno. Yo si era domingo, para irme al cine la dejaba cuatro o cinco dedos sobre la marca para que no me bajara mucho, pues llenar un dedo horizontal eran 300 bombazos. Vamos que hice músculo cantidad.
Nuestro suministro de huevos y carne de conejo un dia por semana estaba asegurado, cada guardia civil en la parte trasera del Cuartel se habían construido departamentos iguales de dimensiones y de normal cada uno tenía allí sus gallinas y conejos. Juan Enriquez como eran ocho hijos además criaba su cerdo en chozo aparte.
Bueno, por esta noche ya va bien pero os lo contaré todo con el más mínimo detalle. Seguro que alguno le suena a alguna novela de estas del tipo "los santos inocentes".