Respondo a Pastor, como siempre digo "por derecho", porque sin darme protagonismo, me siento responsable de que este hilo continúe y se cuenten circunstancias desaparecidas, anécdotas, "modus vivendi".
Esta noche que la jaqueca me ha dejado más tranquilo, vengo a recordar esa huerta valenciana inmensa que desde los mismos límites de la ciudad llegaba al mar, huerta que ha desaparecido casi en su totalidad para asfaltar esa tierra tan rica que con solo mirarla era productiva, hoy existen en ella innumerables barrios nuevos bien dotados de servicios y semáforos, huerta transformada casi sin darnos cuenta, pero quedamos los que la vivimos tal como era.
Labradores que vivían en sus alquerías y dentro de ellas se encerraba todas sus pertencias: familia, carro y caballería para trabajar la huerta y transportar los productos recogidos a los mercados al amanecer del siguiente día, un par de vacas lecheras para llevar por la tarde en la Mobilette la leche a la Capital y venderla a sus clientes ya apuntados algunos desde años, aperos, un 4L como mucho.
Esa huerta circundante con muchas hanegadas era el itinerario normal de las parejas de los "Puestos de extrarradio" distribuídos equidistantes, pero que todos los atardeceres sacaban un par de parejas que, a píe o en vehículo particular, hacían sus correrías alternando huerta y periferia.
Costumbre era que llegada la época del verano la puerta de la alquería quedaba abierta de par en par y cerca de élla se prendía un montoncito de paja de arroz que apenas produce fuego pero si humo con que evitar moscas y mosquitos en la alquería, ya que la proximidad de acequias de regadío y abundancia de huertas cultivadad los producían en cantidad bastante respetable.
La familia labradora tenía por costumbre sentarse en sillas de anea a la puerta de la alquería a tomar el fresco y cenar a la par lo que a cada cual apeteciera, viéndose desde fuera practicamente todo el interior de la primera planta del edificio (el carro, los animales de pesebre, la cocina, el traje de novia expuesto de la hija que se casaba en domingo, etc.
La pareja pasaba dando unas "buenas noches" que eran contestadas con un "bona nit" o una pequeña charla con aquellos convecinos.
Una de las noches, iba una pareja de un Puesto de extrarradio, sería el mes de julio de hace 46 años, la componían un guardia veteranazo y otro veinteañero que acababa de tomar contacto con su servicio.
Pasa la pareja por una alquería donde a la puerta se encuentra la yaya dando la cena al nieto/a y al paso de los guardias dice la abuela: "menchat el sopar sino els guardias te s´empotarán ".
El guardia jóven, valenciano él al oir que atemorizan a una criatura de no más tres o cuatro años con que los guardias se lo iban a llevar si no cenaba, se da la vuelta y se dirije muy serio a la señora: "Mire Vd. señora: nosotros no nos llevamos a los niños, nosotros nos llevamos a delincuentes, si sigue Vd. así el niño nos tendrá miedo y nosotros no salimos del cuartel a meter miedo a los niños ¡¡¿SE ENTERA?!!.
La mujer quedó petrificada por la razonada bronca que le hecho el guardia joven, "si señor, si señor". "Pues que esto no vuelva a ocurrir" ordenó severamente el guardia joven.
A los pocos días de nuevo la correría por el mismo sitio: La yaya y el nene/a cenando, "Mira nene ya vienen los guardias, "bona nit", "Buenas noches" señora, el niño siguió cenando y el guardia se acercó a él, seguramente hasta le dió un beso cuando se marchaban a seguir su correría por la huerta valenciana.
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