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  1. #1
    Campagnolo
    Guest
    Con estos relatos nos damos cuenta de cuánto ha cambiado la vida en sólo unas décadas y qué poco valor le damos a las comodidades que hoy disfrutamos. Duros años.

  2. #2
    General de Division Avatar de pastor
    Fecha de ingreso
    14 abr, 09
    Ubicación
    ESPAÑA
    Mensajes
    11,850
    Francisco es el último gran personaje de mi pueblo hace ya algún tiempo fallecido y si en alguna ocasión por ser quién soy cambio los nombres de mis historietas, en esta no lo haré porque él se merece que yo le recuerde y que este, escrito con sencillas palabras, bien podrían valer un sencillo pero ganado homenaje.
    Todos le conocíamos en el recio pueblo manchego. Era de mediana estatura y de fuerte complexión, con pocos y afilados dientes que se dejaban ver asomándose taciturnos y sin vergüenza alguna sobre todo las más de las veces cuando empezaba a reír a las primeras de cambio, no digo ya cuando de patrulla parabas dedicando unos minutos en preguntarle que tal se encontraba y si ya había llevado al señor alcalde los periódicos del día a su despacho y de paso si había desayunado <gratis> en el bar de pijos de la plaza de España.
    Sus ropas iban tan parejas a él, y no me cabe la duda que sin ellas no hubiese sido si cabe tan ilustre personaje en tan viejo y mítico pueblo cuyos orígenes se remontan a la hija del faraón reinante que durante las plagas con las que Yahvé castigó a los egipcios, no dudo en abandonar el fértil valle del Nilo para establecerse en estas tierras no menos ricas y tan agraciadas a simple vista de cualquier mortal. Siempre vestía la misma chaqueta raída de un gris oscuro por el paso del tiempo sobre ella, de invierno y con bolsillos anchos de tanto meter la mano en ellos para sacar o meter tantos objetos que más de un furgón de transporte ha copiado el fondo de ellos para llevarlo a la práctica en ellos, y sin otra explicación tan lógica como cabal como no cabe duda de ello cuando le preguntábamos en verano si no tenía calor con ella puesta sobre un jersey de pura lana, nos contestaba con sonrisa lírica y con sorna por hacerle pregunta tan dispar que la chaqueta era de verano, y nosotros siempre le dábamos la razón porque sabíamos que era y lo digo de verdad una ilustre persona en la localidad, sus pantalones de igual manera para no desentonar e ir conjuntado, del mismo color y tiempo que la chaqueta, con los bolsillos siempre repletos de los que no falto alguna ocasión en sacar un tirachinas y hacer gala de tal artefacto, aunque se o sabemos todos, que jamás hubo herido alguno ya fuese persona o animal porque su candidez no iba reñida con su buen estar en cualquier sitio en el que estuviera y no eran pocos la verdad sea dicha, desde todos y cada uno de los entierros del pueblo ya fuese rico o pobre el que falleciera, lo mismo daba que hubiera existido relación personal o no, allí estaba él para acompañar a la familia y para abrir y cerrar las puertas del templo donde el fallecido recibía su última misa.
    Su hermano con el que vivía amigo de mi padre, nos contaba que era imposible quitarle la chaqueta y el jersey por las buenas porque se iba a la cama y hacía vigía para que los salteadores de dormitorios ajenos no le quitasen sus pertenencias y fueron varias de esas ocasiones en que él rendido de cansancio al quedarse dormido y las malas gentes entrasen , sustrajeren la chaquet, jersey, pantalones y no se sabe a ciencia cierta si alguna otra prenda y todas ellas fuesen derechas a la odiada lavadora, que al levantarse y darse cuenta de tal traición abandonase la casa y se subiese al más puro estilo guerrillero hispano ante las huestes napoleónicas al cerro del castillo y se negase a bajar incluso a comer a pesar de gastar buen apetito, y solo la presencia de la benemérita a la que respetaba y a la que se dirigía con las bonitos halagos de “ vosotros si que sois chulos y hermosos” le convencía para dejar sus cabreos en el lugar donde murió el hijo del Cid y bajase a su casa que ya tenía su ropa inmaculada esperando ser puesta de nuevo.
    Cada festividad de la Guardia Civil el 12 de Octubre bien temprano hacía guardia en la puerta del cuartel acompañando al compañero de puertas eso si, comiendo patatas fritas, salchichón, chorizo y de todo aquello que comestible iba para su estomago siempre agradecido por ello y el primero en salir a la Santa Misa era él dirigiendo a todo el mundo mirando cada minuto la hora por si nos retrasábamos que no era cosa de empezar tarde que luego llegaba la comida y mejor que se comiese a la hora que establecen los cánones de la buena educación, ni muy temprano ni tampoco muy tarde, y llegad esta, se sentaba en la mesa con todos nosotros y era un día especial para él porque éramos nosotros los que le servíamos los platos y no al revés.
    Créanme ustedes que nos acordamos de él, desde el alcalde, los dueños de los bares del pueblo que a todos visitaba, el párroco al que ayudaba en sus menesteres, a nosotros guardias civiles a los que quería y respetaba si no en todas las ocasiones si en la mayoría de ellas.
    Vaya mi pequeño homenaje a Francisco estando seguro que estará charlando con los compañeros que desde el cielo velan por todos nosotros.
    Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones. Séneca.

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