Con motivo del traslado, en la anterior ubicación no pude contar una de aquellas quijotadas que se nos ocurrían de vez en cuando a los guardias civiles.
Sin más preámbulo: Creo que sería el año 1976, vamos lo aseguro, mi hija era pequeña, tenái dos o tres añitos. yo con dinero regalado de mi suegra compré un R-8 muy bonito de cuarta o quinta mano, todavía recuerdo su matrícula pues era el primer coche de una pareja de recién casados y con una hija, lo utilizabamos para todo hasta para dormir a la niña.
Una tarde de verano decidimos ir a comer a la playa, distaba de nuestra casa lo mismo que ahora (2o kms. mas o menos), todavía la costa no se había asfaltado y había un camino de tierra para llegar al mar, frente a él estaban constuyendo unoa (no se poner bungalos en inglés) casas para venderlas a los turistas. algunos ya estaban vendidos y ocupados, valían solo un millón de pesetas (no estaba al alcance de un guardia civil).
El guardia civil (yo), aparqué el coche en el camino bajamos una mesa plegable, dos sillas plegables, una fiambrera con tortilla y lomo, una nevera portátil, una niña con flotador que se metió en el agua y cuando nos disponíamos a comer llegó un señor educado, con dos perros Esnaucer (no se ponerlo en lengua original) y muy educadamente me dijo: "chaval, tú no puedes estar aquí porqué esta playa es privada y es de los que tenemos bungalos, así que con una mano horizontalmente hacía mí y la otra presionando la muñequera me hizo una indicación que quería decír "fuera","largate" o algo así.
Para puntualizar diré que los dueños de esa playa como único documento de propiedad que portaban era una especie de colgantito que los hombres lo ponían en el botón del "Meiba" y las señoras en el tirante del bañador y alguna en el del biquini, es decir todos tenían su divisa de "propietarios de la playa" como la tienen colgada los toros de Morube.
Cuando cabizbajo iba a irme sin comerme la tortilla ni mojarme la entrepierna apareció a lo pronto una Land Rover de techo de lona que habían dotado para servicio tirístico, no de vigilancia de primera línea con una dotación de tres guardias con el tricornio de lona y cogotera.
Me dirgí a mis compañeros a los que conocía personalmente pues éramos todos o solteros o recién casados y un poco traviesos en horas no muy libres.
Paré el vehículo, los saludé nos saludamos y acto seguido le dije al conductor que era vecino mio:
"Pedro:áquel señor de allí que tiene dos perros me ha echado de la playa porque dice que es suya" "llámale y le pides los papeles de la playa" -Por aquellas fechas yo me sabía la Ley de Costas desdeel forro a la fecha de edición-
Pedro le llamó desde lejos como el que cita al morlaco para ponerle banderillas es decir así: Le señaló con el dedo levantó el brazo y lo dejó caer de golpe, lo que traducido quiere decir AQUI, el de los perros pareció duda, pero citado nuevamente de la misma forma acudió raudo y veloz y saludó efusivamente a los agentes, el agente Pedro para saludarlo le contestó ¡¡¡LOS PAPELES DE LA PLAYA!!!, el señor de los perros por señas ya que la boca se le había secado señalaba los bungalos señalaba la playa intentaba decir algo. Pedro: por segunda vez ¡¡¡EN CHINO O EN JAPONÉS, LOS PAPELES DE LA PLAYA", yo veía al señor que se empequeñecía y miraba a los de los colgantitos enterrándolos en la arena.
Me interpuse entre Pedro y el perrero al que le dije: Mire Vd. señor: los guardias civiles también nos bañamos en la playa con nuestros hijos, pero nos quitamos el correaje y el tricornio.
Me fuí a comer mi tortilla, y al día siguiente también y al otro y al otro y el mes pasado y mis amigos y los amigos de mis amigos y unos que pasaban por allí y otros y el señor de los perros, al poco tiempo de la presencia uniformada creo que optó por comprarse otro bungalo con playa propia porque yo no lo volví a ver y tampoco me hizo más el corte de las mangas. El caso es cierto y verdad.