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  1. #11
    Cita Iniciado por manuel rodriguez lopez Ver mensaje
    Lo prometido es deuda, sigo con nuestra estancia en el Puesto de Villa de Arico, dedicada principalmente a las mujeres de los guardias civiles allí destinados y a sus hijos.
    Empiezo por las primeras, la mujer del Cabo era asturiana y cualquier ocasión que tenía de reunión nos cantaba jotas que daba gloria oírla, que pena que ahora no me acuerde de su nombre, después estaba Pilar la mujer de Gregorio, Paquita, mi madre, Pilar la mujer de Juan Enríquez. Todas ellas para poder lavar la ropa y no gastar el agua del aljibe que llenábamos a mano subían a hacer la colada al terrado del Cuartel a unas pilas de piedra que allí habían, en lugar de hacerlo en el pabellón.
    Había un pequeño problema a la hora del desayuno y es que en las tiendas no vendían leche, así que el que no tenía vaca o cabra en casa tenía que buscarla fuera, yo que era muy espabilado ayudaba en las labores de una vaquería, con lo cual a las 7 de la mañana ya estaba en la cuadra a la hora del ordeño para llevar mi lechera a casa recién ordeñada, mi madre la cocía enseguida y soltaba medio dedo de nata que untabas en el pan con azucar y estaba de maravilla, así que cada cual se procuraba su leche en aquellas casas que tenían vaca. No era rara la vez que te decían que la vaca estaba ya apurada y te tocaba ir buscando nueva provisión aquí o allá donde te enterases que una vaca iba a parir para apuntarte a la ración diaria de leche para la familia, teniendo en cuenta que en cada casa habíamos por término medio cinco personas entre padres e hijos.
    La Carnicería: había solo una en el pueblo llamada la del "Grillo" que era un Policía Municipal mas conocido por "ochomachos" pues tenía ocho hijos, todos varones. Mataba solo una vea por semana, cabra o cerdo,según encontrase quien le vendiera algún animal de esta especie, que no era fácil, puesto que los tenían para su uso u consumo. Cuando conseguia la pieza mandaba a sus hijos a vocifear por el pueblo a ver quién quería carne y normal todos los ue podían se apuntaban a un cuarto, él te daba igual pierna que cuello, un cuarto y punto. Solo mataba res (vacuno) para las fiestas del pueblo en San Juan.
    Ahora SI: EL SUMINISTRO del Cuartelillo: creo recordar. En el pueblo teníamos claro lo de la leche y carne un día por semana, habían "Muchos tipos de ventas" que te vendían de todo lo que tuvieran, alpargatas, cabezadas de caballeerías, cuerdas, algo de sal, nada de queso.
    Pues bueno el suministro de alubias, garbanzaos, arroz, etc, pienso para las gallinas y los conejos, nos lo hacían una vez al mes, previo pedido de cada uno de los guardias con su lista y que creo que el Comandante de Puesto daba curso, no venía del economato de la Comandancia porque el camión que lo traía no era del Cuerpo, al parecer era un almacén que iba suministrando a todos los cuartelillos de la Isla de Tenerife una vez al mes. Iba muy distribuido a cada guardia su cajón de madera con todo lo que había pedido.
    Los niños y niñas del Cuartelillo lo esperabamos como agua de mayo a la entrada del pueblo, por lo menos yo, y lo veía aparecer a más de un kilómetro y me apresuraba a ayudar a mi padre a recoger su cajón con provisiones para un mes, porque sabía que en ese pedido que él había mandado un mes anterior venía como no "UNA TABLETA DE CHOCOLETE" y una pastilla de MANTEQUILLA, ya sabía que por lo menos unos días mi merienda no se limitaba a pan con aciete y sal o con azúcar. El embutido no lo vimos ni en pintura salvo unas morcillas de cebolla que hizo mi madre con un pozal de sangre de cerdo que mató el grillo.
    No recuerdo haber pasado hambre ni quedarme sin cenar ningún día pues con cuatro berzas y un par de huevos se arreglaba algo caliente para el cuerpo, pero como chocolate quizás durase la tableta en casa dos días (éramos cinco hermanos). hasta el mes que entra sin este manjar.
    Yo tenía una hermana enferma desde su nacimiento, todos los meses había que llevarla al médico a la Capital, ella no andaba apenas y yo tenía que llevarla a cuestas, pero para mi no era un sacrificio, por lo menos una vez al mes mi madre, mi hermana y yo, en un coche alquilado por mi padre para no ir en la guagua, ibamos a la ciudad. A mi me gustaba mucho aquel viaje sobre todo cuando pasaba por el Valle de Guimar, tan verde de plataneras y tan poblado de vaquerías importantes, porque empresas no había ni una.
    Los chicos éramos eso, chicos, algunos con 12 años ya fumaban. Y Cine solo los domingos por la tarde en un almacén de empaquetar tomates y patatas, en el que ponían unos tablones entre cajones como asientos y en el bar abrían una botella de naranjada y otra de limón y las vendían a cincuenta céntimos el vaso. El título de la pelicula lo sabiamos el mismos día pues los rollos venían el día anterior en la guagua de la tarde, así que te estabas esperando una de vaqueros y te salìa Pepe Isbert con su inmortal "CALABUIG". Antonio Yanes era el dueño del almacén y alcalde del pueblo, en el mismo almacén tenía un caballo llamado "chiquito", que yo lo montaba muy bien. Así que en el descanso me decía "Manolín saca el caballo", yo por medio del salón del cine salia con el caballo y lo llevaba al abrevadero a galope tendido y así volvía al cine mientras en la puerta todos hacían palmas a mis primicias de jinete.
    Llegó la hora del traslado al nuevo destino de mi padre, Allí quedaron aquellos barrancos, la vaca "Mariposa" que nos abastecía de leche, el caballo "Casiblanco" que también montaba, mi perro "Lucero" que me hizo compañía todos los días desde casa a la vaquería, a la escuela, a jugar, a por hierba para los conejos, a sentarse a mis pies cuando mi padre me ordenaba estudiar, Ahí están los recuerdos de un niño que vivió en una Casa Cuartel allá por 1962.
    He disfrutado mucho leyendo. Es increíble que tanto han cambiado las maneras y formas actualmente. Ahora parece que los chicos ya no son chicos, y nosotros a penas somos seres humanos.
    Última edición por Lorenzopotencial; 16/03/2017 a las 18:07 Razón: errata

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